miércoles, 15 de abril de 2009

Dopaje en el deporte español

¿QUE ES UN GRUPO FOCAL?

DEFINICION:
Es una técnica de “levantamiento” de información en estudios
sociales. Su justificación y validación teórica se funda sobre un postulado
básico, en el sentido de ser una representación colectiva a nivel micro de lo
que sucede a nivel macrosocial, toda vez que en el discurso de los
participantes, se generan imágenes, conceptos, lugares comunes, etc., de una
comunidad o colectivo social.

La técnica de los grupos focales es una reunión con modalidad de entrevista
grupal abierta y estructurada, en donde se procura que un grupo de individuos
seleccionados por los investigadores discutan y elaboren, desde la experiencia
personal, una temática o hecho social que es objeto de investigación, por
ejemplo, una detección de necesidades de capacitación.
Preparación de preguntas orientadoras
- Deben ser no solo concretas sino también orientadoras.
- Deben ser ampliables y en lo posible hay que llevar la discusión de lo más
general a lo específico.
- Evalúa previamente de acuerdo a los participantes que invitará y pregúntese:
¿Qué preguntas podrían contestar?
- Se sugiere seleccionar las cinco o seis preguntas más adecuadas y
pertinentes.
- Posicione las preguntas en una secuencia que sea cómoda para los
participantes, moviéndose desde lo general a lo específico, de lo más fácil a lo
más difícil, y de lo positivo a lo negativo.
Selección del moderador del Grupo Focal
- Debe ser una persona que no esté directamente involucrado con el tema en
estudio, puede ser un profesional interno o externo.
- Es importante que el moderador participe de la planificación de la reunión y
esté totalmente al tanto del tema a investigar para que logre un dominio
efectivo de la actividad.
-Debe tener habilidades comunicacionales, como saber escuchar, darse a
entender claramente tanto verbal como no verbalmente, saber interpretar
conductas comunicacionales, manejo de dinámicas de grupos, control eficiente
del tiempo, asertividad.
- Debe poder ocuparse no solo de mantener a los Miembros del grupo atento y
concentrado, sino también mantener el hilo central de la discusión, y
cerciorarse que cada participante participe activamente.
- También se puede utilizar un equipo de dos personas, donde una persona
modera la discusión y la otra lleva la relatoría o hace un trabajo de observación
del comportamiento asociado de los asistentes.
- Durante la reunión el moderador debe promover el debate planteando
preguntas que estimulen la participación demandando y desafiando a los
participantes con el objetivo de sacar a flote las diferencias.
- Algunas veces será necesario llevar la discusión a los pequeños detalles o si
es el caso impulsar la discusión hacia temas más generales cuando ésta ha
alcanzado un rumbo equivocado o ambiguo.
- Debe procurar mantener a los participantes atentos al tema en discusión
siendo posible que en ciertas circunstancias, él deba conducir la conversación
hacia sus orígenes con el objetivo de reordenarla.
- El moderador también deberá asegurarse que cada uno de los participantes
tenga la oportunidad de expresar sus opiniones.
- Se recomienda que no muestre preferencias o rechazos que influencien a los
Participantes a una opinión determinada o a una posición en particular.
La reunión
- Se recomiendan sitios o lugares "neutrales" que no sean asociados con los
Promotores ni con los sujetos del conflicto o con la situación problema de
discusión.
- Se recomienda que en el salón de reunión los participantes, en lo posible,
rodeen al moderador (configuración en U) y que tenga buena acústica para
poder grabar.
- Planear el desarrollo del taller en un marco de tiempo no mayor a dos horas.
Un mínimo de una hora se recomienda porque el proceso requiere un cierto
tiempo para las observaciones de la apertura y de cierre del taller, al igual tener
en cuenta por lo menos una o dos preguntas introductorias o de inducción.
- Determinar cuales son los equipos más apropiados para facilitar la sesión de
Trabajo. Esto definirá si se requiere de grabadora o videocinta.
- Grabar permite que el equipo de investigación recupere fácilmente los aportes
más importantes y los comentarios que fueron hechos durante la discusión.
- La presencia de los aparatos e grabación debe ser discreta.
- Si se van a ofrecer refrigerios, es recomendable que sea en un horario
determinado y en un salón diferente a la reunión.
- Se recomiendan escarapelas de identificación, de un tamaño tal, que
permitan al moderador identificar fácilmente al participante.

Pauta de chequeo (evaluación)

Chequear elementos presentes en el grupo focal (evaluación del observador)
Lugar adecuado en tamaño y acústica.
Lugar neutral de acuerdo a los objetivos del Grupo focal.
Asistentes sentados en U en la sala.
Moderador respeta tiempo para que los participantes desarrollen cada tema
Moderador escucha y utiliza la información que está siendo entregada.
Se cumplen los objetivos planteados para esta reunión.
Explicita en un comienzo objetivos y metodología de la reunión a participantes
Permite que todos participen.
Reunión entre 60 y 120 minutos.
Registro de la información (grabadora o filmadora)
Refrigerios adecuados y no interrumpen el desarrollo de la actividad.
Escarapelas con identificación de asistentes.


Interpretación de la información obtenida.
- Resumir inmediatamente la discusión y acuerdos de la reunión. Es más fácil
reconstruir lo sucedido inmediatamente.
- Transcribir las grabaciones inmediatamente para permitir que se reconstruya no
solo la atmósfera de la reunión sino también lo tratado.
- Analice los relatos, actitudes y opiniones que aparecen reiteradamente o
comentarios sorpresivos, conceptos o vocablos que generaron algunas reacciones
positivas o negativas de los participantes, etc.
- Discuta la información con su grupo de investigadores y únalo con las otras
herramientas que haya utilizado para levantar información

jueves, 2 de abril de 2009

El uso de productos estimulantes y dietéticos

En el ámbito del deporte de alta competición y profesional, el uso de productos dopantes viene acompañando al propio desarrollo de este tipo de deporte, y las denuncias sobre el consumo de productos prohibidos que son detectadas por los controles antidoping que llevan a cabo las autoridades deportivas, forman parte ya de las páginas sensacionalistas que refuerzan la presencia mediática del deporte. La ley del silencio que parece regir en el sórdido entramado que configuran la oferta y consumo de sustancias prohibidas en los entornos deportivos profesionales, no impide que salgan a la luz con relativa frecuencia los casos de deportistas de cierta notoriedad que dan positivo en los correspondientes controles.

De este modo, el problema del doping en el deporte contemporáneo de alto nivel se ha convertido en noticia que ha calado en la opinión pública, por lo que son numerosos los ciudadanos que pueden emitir una opinión valorativa sobre el alcance de este problema. Sin embargo, el consumo de productos estimulantes y la difusión del doping en general entre deportistas no profesionales, que realizan prácticas competitivas de medio o bajo nivel o bien prácticas dirigidas específicamente al cultivo del cuerpo, no han tenido hasta hace poco la resonancia pública que ha acompañado al dopaje entre los deportistas profesionales y de alto nivel, en buena medida porque no existía tal consumo o, simplemente, era muy minoritario.

Ahora bien, en las dos últimas décadas han comenzado a circular noticias en los medios de comunicación sobre el uso de estos productos en los entornos del deporte no profesional, primero en los Estados Unidos -según el informe “Monitoring the Future” publicado por el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan (2004), la tasa de consumo de esteroides entre los estudiantes de secundaria se había incrementado a lo largo de la década de los 90 y en los tres primeros años del presente siglo XXI, y calculaba en unos 300.000 los jóvenes estudiantes entre los 14 y los 18 años, de los que una tercera parte eran mujeres, que habían utilizado esteroides en el 2003-, y, más recientemente, en otros países entre ellos España. El problema ha adquirido en estos últimos años una cierta notoriedad por lo que también ha pasado a convertirse en un problema de debate público, que acompaña, evidentemente con menos relevancia, al que suscita el doping en el deporte profesional.

La difusión del doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos

Por todo ello, se consideró oportuno incluir en el cuestionario de la presente encuesta algunos indicadores que permitieran conocer hasta qué punto, existe una percepción pública sobre el alcance del consumo de productos de diversa índole en los entornos del deporte no profesional, y sobre los peligros que pueden acompañar a su uso sin el correspondiente control médico. El primer indicador que vamos a analizar se formuló como pregunta en los siguientes términos: “En el deporte profesional y de alta competición, el doping y el uso de productos estimulantes prohibidos es un fenómeno contra el que vienen luchando desde hace años las autoridades deportivas. ¿Hasta qué punto diría Ud. que el doping y el uso de productos estimulantes se han difundido también en la actualidad entre los practicantes de actividades físicas, deportivas y recreativas en gimnasios y otros centros deportivos?”. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto que ya existe actualmente entre la población española, una amplia percepción sobre este tema. Las distribuciones porcentuales que se presentan en la Tabla 88 permiten acotar empíricamente el alcance de dicha percepción.

Tabla 88. Percepción del grado de difusión del doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos, 2005
Grado de difusión %
Mucho 14
Bastante 34
Poco 14
Nada 5
No sabe 32
No contesta 1
-8.170


Constituyen una mayoría del 77% los que tienen una opinión concreta sobre la difusión de estos productos, pues sólo el 32% reconoce que no sabe o no conoce la existencia de este problema. Dentro del amplio segmento de población que sí lo conoce, constituyen una mayoría los que estiman que existe mucha difusión, el 14%, o bastante, el 34%, en tanto que son una minoría los que consideran que tales productos se encuentran poco difundidos, el 14%, o nada, el 6%.
La distribución de estas opiniones entre los diversos grupos de población que quedan determinados por los valores de las variables sociodemográficas, ofrece igualmente resultados que merecen ser destacados, tal como se observa con los datos que se presentan en la Tabla 89.
Tabla 89.Distribución de la población que considera que están muy o bastante difundidos el doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos, según algunas características sociodemográficas, 2005
Características sociodemográficas % mucho o bastante
Sexo:
Varón 53
Mujer 42
Edad:
15-44 54
45-64 41
65 y + 27
Tamaño hábitat:
-2.000 30
2.001- 100.000 47
100.001 y + 52
Nivel de estudios:
Primarios o menos 34
Secundarios o más 56
Posición social:
Baja 34
Media 51
Alta 58
Practica deporte:
Sí 54
No 43

Con los resultados de la Tabla 89 se puede trazar el perfil modal de los grupos de población que perciben mayoritariamente, esto es, por encima del 50%, que existe mucha o bastante difusión del doping y otros productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos: varones, con edades comprendidas entre los 15 y los 44 años, que residen en ciudades de más de 100.000 habitantes, con un nivel de estudios secundarios o de mayor nivel, con posición social media o alta, y que practican o han practicado deporte. La percepción de la difusión de estos productos es menor en los grupos de población en los que abundan las mujeres, que residen en pequeños o medianos municipios, con edades superiores a los 45 años, con nivel de estudios primarios o menos, con posición social baja y que no practican deporte.
De estos resultados cabe concluir que la percepción de un grado elevado de difusión del doping y productos estimulantes es mayor, precisamente, en los entornos en los que existe un mayor número de gimnasios y otros centros deportivos y en los que existe, por consiguiente, una mayor probabilidad de su consumo: ciudades de tamaño medio o grande, que son frecuentados por varones de edades jóvenes e intermedias, y con una posición social media o alta.
Como cabía esperar por la amplia difusión entre la opinión pública del consumo de productos estimulantes que tratan de mejorar el rendimiento y la apariencia física, y cuyo uso continuado puede perjudicar seriamente la salud, la mayor parte de los entrevistados que consideran que sí están difundidos, estiman que se ha convertido en un problema social grave, tal como se observa en los resultados de la Tabla 90.

Tabla 90. Consideración como más o menos grave del problema social del doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos, 2005
Gravedad como problema social %
Mucho 25
Bastante 50
Poco 18
Nada 3
No sabe/No contesta 4
-5.013

Una cuarta parte de este amplio segmento de la población considera que, en efecto, se trata de un problema social muy grave, y la mitad, el 50%, estima que es bastante grave. Son pues minoritarios los grupos de población que lo consideran poco, el 18%, o nada grave, el 3%. Se trata como se comprueba por el reducido porcentaje de los que evitan hacer una evaluación de la situación -sólo el 4% no sabe/no contesta-, de una percepción que se encuentra actualmente bien arraigada entre la opinión pública española.

El uso de medicamentos y suplementos dietéticos para mejorar la práctica física y deportiva

Aunque se trata de un tema que ha adquirido la consideración de problema social grave entre una mayoría de la población, sea o no practicante de deporte, hemos indagado además sobre el consumo de productos estimulantes, no necesariamente dopantes y prohibidos, entre la población que hace o ha hecho con anterioridad deporte. La pregunta se formuló en los siguientes términos: “¿Utiliza Ud. Actualmente o ha utilizado con anterioridad algún medicamento destinado a mejorar la práctica de su actividad física o deportiva?”. Se trata de una pregunta cerrada en la que se pedía al entrevistado que eligiese una entre las cuatro posibilidades de respuesta: 1. Lo utiliza actualmente con prescripción médica; 2. Lo utiliza actualmente sin prescripción médica; 3. Lo ha utilizado con anterioridad, pero ahora no; y 4. Nunca lo ha utilizado. El objetivo de este indicador es pues, el comprobar hasta qué punto se utilizan medicamentos con control médico con el fin de mejorar el rendimiento físico y deportivo. Las respuestas dadas permiten constatar que en términos absolutos su utilización no es amplia pero sí está lo suficientemente difundida, como para considerar que se trata de un rasgo del comportamiento deportivo que desde un punto de vista social tiene cierto arraigo entre minorías importantes de practicantes (ver Tabla 91).
Tabla 91. Distribución porcentual del uso de algún medicamento para mejorar la práctica física y deportiva, 2005
Uso de algún medicamento %
Lo utiliza actualmente con prescripción médica 0,4
Lo utiliza actualmente sin prescripción médica 0,4
Lo ha utilizado con anterioridad, pero ahora no 1,4
Nunca lo ha utilizado 87
No contesta 10,8
-5.512

Sólo una reducida minoría de la población del 0,4% reconoce que utiliza algún tipo de medicamento bajo prescripción médica con el fin de mejorar su práctica física y deportiva y otro 0,4% lo utiliza sin prescripción médica. Otro pequeño grupo de población del 1,4% afirma que lo ha utilizado con anterioridad pero ya no lo hace actualmente, con lo que es mayoritaria la población, el 87%, que nunca ha utilizado medicamentos con estos fines. Al analizar la distribución de estas pautas de uso en función de las principales variables sociodemográficas, no se observa ninguna diferencia relevante, probablemente por el pequeño porcentaje que los utiliza.
Un poco mayor es la población que hace o ha hecho deporte y que utiliza o ha utilizado algún tipo de suplemento dietético destinado a mejorar la práctica de su actividad física o deportiva, tal como se comprueba con los resultados que se presentan en la Tabla 92.
Tabla 92. Distribución porcentual del uso de suplementos dietéticos para mejorar la práctica física o deportiva, 2005
Uso de suplementos dietéticos %
Lo utiliza actualmente 2,1
Lo ha utilizado con anterioridad, pero ahora no 4,5
Nunca lo ha utilizado 82,6
No contesta 10,8
-5.512

Un grupo pequeño pero ya digno de consideración en términos estadísticos utiliza en la actualidad suplementos dietéticos para mejorar la práctica física o deportiva, el 2,1%, y otro grupo más amplio del 4,5 admite haberlos utilizado con anterioridad aunque no lo hace actualmente. En consecuencia, constituyen una amplia mayoría, el 82,6%, los que nunca los han utilizado.
Al considerar las diversas variables sociodemográficas que diferencian a la población, la edad y el sexo son las que ofrecen unas diferencias estadísticamente más significativas ya que los varones los utilizan actualmente en mayor proporción que las mujeres, 2,7% frente al 1,3%, o los han utilizado con anterioridad, el 5,7% frente al 2,9%. Pero es la dedicación a la práctica deportiva la variable que ofrece los resultados más significativos, ya que los que hacen deporte intensamente de modo competitivo y organizado -tipo 1 en la tipología COMPASS- utilizan suplementos en mucha mayor proporción que el resto de practicantes (ver Tabla 93).

Tabla 93. Distribución porcentual del uso de suplementos dietéticos para mejorar la práctica física o deportiva, según la tipología COMPASS, 2005
Tipología COMPASS de práctica deportiva %
1. Intensamente de modo competitivo 12,2
2. Intensamente 4,2
3 y 4. Regularmente 1,4
5 y 6. Irregular u ocasionalmente 0,8
7. No practica 0.5
-8.152

Desde un punto de vista sociológico, el resultado más relevante que ofrece la distribución porcentual de la Tabla 93 se refiere a la relativamente elevada proporción de usuarios de suplementos dietéticos entre los que hacen deporte de forma intensa, competitiva y organizada, el 12,2%, y la más baja de los que aun practicando con intensidad no lo hacen de forma competitiva, el 4,2%, aunque también en este caso se trata de un porcentaje más elevado que entre el resto de practicantes y no practicantes.
Cabe concluir, pues, que el uso de suplementos dietéticos parece haberse introducido con cierta intensidad en el deporte organizado de competición en España, y posiblemente lo continúe haciendo en un futuro próximo, lo que en principio puede contribuir a mejorar el rendimiento deportivo de los usuarios siempre que se haga bajo supervisión médica. Es evidente que el reto que debe superar actualmente y en el próximo futuro el deporte de competición, es evitar que el uso de tales suplementos dietéticos se convierta en algunos casos en hábitos que pudieran conducir al uso de suplementos prohibidos de naturaleza dopante.
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El deporte como consumo y espectáculo de masas

Al titular el capítulo “El deporte como consumo y espectáculo de masas”, queremos destacar dos dimensiones del deporte que han ido cobrando la máxima relevancia, en la medida en que el cambio social va reforzando el propio consumo de masas de una gran variedad de productos deportivos, al tiempo que se hace más patente el protagonismo de los espectáculos de carácter deportivo, especialmente en la televisión.
Un consumo que, siguiendo la línea teórica que propone Klaus Heinemann (1994), se puede entender como un servicio y como satisfacción de aspiraciones, como relajación y diversión, como acontecimiento y aventura, y como presentación de uno mismo, de aceptación y prestigio. Desde esta perspectiva teórica, un producto de consumo significa además, que es beneficioso económicamente, objeto de intereses económicos, comercialmente atractivo y con capacidad para competir en mercados dinámicos.
Dado que parece evidente que el deporte cada vez se va desarrollando como un producto de consumo de acuerdo con las características anteriormente citadas, parece justificado que se analice, en el marco de la encuesta sobre los hábitos deportivos de los españoles, el consumo de deporte en tanto que objeto de entretenimiento, relajación, diversión, acontecimiento y aventura.
Por lo que se refiere a la dimensión espectacular del deporte, por otro lado, poco de nuevo se puede decir acerca de la importancia del deporte como uno de los mayores espectáculos de nuestro tiempo, y como uno de los medios más asequibles y económicos de entretenimiento de la sociedad de masas. Han pasado veinte años desde que hiciéramos esta afirmación con motivo del análisis de los resultados de la encuesta de 1985 (García Ferrando, 1986: 108), y quizás lo único nuevo que se pueda decir ahora es que el deporte, como gran medio de entretenimiento social, no ha alcanzado todavía los límites en los que se detenga su crecimiento.
Aparte del estudio de los indicadores correspondientes al deporte como consumo y como espectáculo, hemos incluido en el presente capítulo el análisis de otros dos indicadores que se encuentran íntimamente relacionados con ambas dimensiones sociales, como son el referente ideal en el que se han convertido muchos campeones deportivos, magnificados sus triunfos por los propios medios de comunicación, y el uso de productos dopantes y estimulantes con el propósito de facilitar la mejora espectacular de la condición física y deportiva de los que los consumen en entornos deportivos.

9.1. Los hijos y el deporte de alta competición como referente ideal
En encuestas anteriores hemos tenido ocasión de estudiar la influencia de los padres y de la familia en general en los deportistas de alta competición. En un estudio sobre los deportistas olímpicos españoles que habían participado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y en olimpiadas anteriores, se encontró que al preguntar por la persona que más había influido en su práctica deportiva, la figura de los padres fue la más recordada, ya que la citaron el 40% de las mujeres y el 33% de los varones (García Ferrando, 1996: 22). Y es que como es bien conocido en las actuales sociedades deportivizadas de masas, son muchos los padres que se esfuerzan por hacer de sus hijos deportistas de alto nivel o profesionales, influidos quizás por la popularidad y recompensas económicas que alcanzan algunos de estos deportistas.
Como indicador de la atracción que ejerce el deporte espectáculo de alta competición a través de sus más visualizadas prestaciones, se ha introducido en la presente serie de encuestas desde 1990 la siguiente pregunta: “Con independencia de que usted tenga hijos o no y la edad que éstos tengan, ¿le gustaría o le hubiera gustado que un hijo/a suyo/a hiciera deporte de alta competición o deporte profesional?”. Las respuestas obtenidas en anteriores encuestas al igual que las obtenidas en la presente encuesta, permiten constatar la atracción claramente positiva que ejercen estas manifestaciones deportivas, como se comprueba con los resultados que se incluyen en la Tabla 78.

Tabla 78. Preferencia por la dedicación de los hijos al deporte profesional o de alta competición, 2005-1990

Con respecto al deporte profesional o de alta competición… 2005 2000 1990
Le gustaría que un hijo lo hiciera 63 66 56
No le gustaría, es demasiado arriesgado y/o duro 15 12 15
No lo sabe, habría que esperar a vivir esa experiencia 19 20 26
NC 3 2 3

Una mayoría de la población en la encuesta de 2005, el 63%, responde que le gustaría que un hijo o hija hiciera deporte de alta competición o profesional, mientras que sólo el 15% responde de forma negativa por considerar demasiado arriesgado y duro este tipo de deporte. Otro 19%, más cautamente, responde que no lo sabe y que habría que esperar a tener esa experiencia de un hijo con talento suficiente como para adentrarse en el selectivo mundo de la alta competición.
Con respecto a la encuesta de 2000 se ha producido un descenso de tres unidades porcentuales de los que sí les gustaría, 63% frente a 66%, aunque continúa siendo más elevado que en 1990, 63% frente a 56%, con lo que queda abierta la interpretación de si el resultado de la encuesta de 2000 representa el punto más alto de la atracción que produce el deporte de alta competición, y que a partir de esta fecha se produce una inflexión en el sentido de que comienza a crecer la percepción de los riesgos que acompañan a la práctica deportiva profesional y de alta competición. Aunque también cabría suponer que el ligero descenso que registra la encuesta de 2005 en el porcentaje de padres a quienes sí les gustaría que un hijo o hija se dedicara al deporte profesional o de alta competición, es tan sólo una alteración estadística que no refleja cambio de tendencia alguno con lo que en próximas encuestas continuará siendo elevada la orientación favorable a este tipo de práctica deportiva de elite.
Es de destacar también que el hecho de practicar o no deporte, no tiene mucha influencia en el deseo proyectivo de tener un hijo o hija que hiciera deporte profesional o de alta competición, lo que vendría a poner de manifiesto la fuerte y positiva difusión en el imaginario colectivo de esta forma de hacer deporte, como se puede comprobar en el siguiente cuadro:
Practica deporte
Le gustaría que un hijo(a) hiciera deporte profesional Sí No
67 61


Al 61% de los que no practican deporte sí les gustaría que algún hijo o hija hiciera deporte profesional, sólo seis unidades porcentuales menos que los que practican deporte. Una manifestación más del carácter mediáticamente dominante del deporte profesional y de alta competición en nuestras sociedades deportivizadas.
9.2. Medios de comunicación, televisión y deporte: la audiencia de programas deportivos
De los diferentes medios de comunicación de masas, el que probablemente más ha contribuido a la difusión, popularización y desarrollo del deporte contemporáneo, es la televisión. Y es que de los diferentes medios de comunicación, la televisión es el que aparte de constituir un medio poderoso de información, también tiene una capacidad de entretenimiento como no la tienen la radio ni los medios de comunicación escritos (Martín Ferrán, 91). Desde los comienzos de la aparición de la televisión comercial en los Estados Unidos en los años 50, el deporte ha estado presente en la pequeña pantalla a través de la retransmisión de partidos, campeonatos, festivales y exhibiciones deportivas de toda índole. De este modo, el impacto original de la televisión ha sido, desde entonces, la promoción del interés y del desarrollo del deporte. (Greendorfer, 1981).
En nuestras sociedades avanzadas de la información, la televisión, junto a su función informativa, ha alcanzado la situación de ser el espectáculo familiar, cotidiano y masivo por antonomasia, contribuyendo de una manera decisiva a la revitalización de la vida hogareña (de Miguel, 1992). El deporte y la televisión han llegado con el transcurso del tiempo a depender estrechamente entre sí, ya que si bien es cierto que el deporte se ha popularizado gracias a la televisión, no es menos cierto que la televisión ha encontrado en el deporte uno de los medios más sencillos y asequibles para incrementar la audiencia. Y esto es lo que en realidad importa a la televisión, que un número creciente de espectadores conecten el aparato de televisión para seguir en este caso las retransmisiones deportivas, ya que a mayor audiencia, más elevados son los ingresos por publicidad. Es de este modo como el deporte ha alcanzado un papel estelar en la programación televisiva, porque utiliza una forma de comunicación universal, el lenguaje corporal del deporte, que va acompañado de reglas y rituales fácilmente reconocibles.
Como es bien manifiesto, las palabras, que son el soporte de la comunicación a través de la prensa o de la radio, se sustituyen en la televisión por imágenes. Y nada más fácil de comunicar que las imágenes del propio cuerpo en movimiento mediante el juego deportivo. Es así como ha aparecido en los últimos años lo que algunos comunicólogos denominan un neo-arcaismo en la comunicación de masas, gracias a la popularización de las competiciones deportivas. El deporte se transmite fácilmente, como hemos dicho anteriormente, porque utiliza un lenguaje universal, el cuerpo en movimiento, en un contexto fácilmente reconocible como es el de un encuentro deportivo, sea de fútbol, de gimnasia, de balonmano o de cualquier otra especialidad deportiva. Por todo ello, las retransmisiones deportivas necesitan por lo general de pocas palabras, con lo cual son asequibles a cualquier tipo de público, culto o inculto, rico o pobre (Greendorfer 1981).
La sociedad española no es una excepción por lo que se refiere a la presencia de los programas deportivos en la televisión. En las últimas décadas, la televisión en España ha experimentado un importante desarrollo, ya que una vez superado el monopolio televisivo público imperante durante los años del franquismo, han aparecido nuevos canales comerciales privados que, al igual que la televisión pública, han encontrado en el deporte una actividad que garantiza elevadas cuotas de audiencia. Como manifestación de la importancia de las retransmisiones deportivas a través de televisión, hemos elaborado la tabla 79 en la que se puede seguir la evolución de la audiencia de programas deportivos televisados desde 1985 a 2005.

Tabla 79.Grado de frecuencia de audiencia de los programas deportivos que se emiten por televisión, 2005-1995
Audiencia de programas deportivos en TV 2005 2000 1995 1990 1985
Los ve todos o casi todos 8 9 11 12 22
Ve bastantes programas 20 21 19 25 30
Ve sobre todo los partidos de fútbol 14 12 14 12 12
Sólo ve algunos programas 35 35 33 28 20
Nunca los ve 24 23 23 23 16
-8.170 -4.625 -4.271 -4.625 -2.008

Según los resultados de la encuesta de 2005 se puede dividir a la población adulta española en cinco grandes segmentos, al igual que hemos hecho en las anteriores encuestas desde 1985, según su relación con la audiencia de programas deportivos. Un grupo minoritario del 8% está integrado por los mayores consumidores de programas deportivos, ya que reconocen que ven todos o casi todos los programas que se emiten o que pueden ver; un grupo más amplio del 20% reconoce que ve bastantes programas deportivos, y otro grupo del 14% admite que se interesa preferentemente por los partidos de fútbol. El resto de población se divide entre el grupo más amplio, el 35%, que reconoce que sólo ve algunos programas deportivos en la televisión, y otro grupo del 24% que afirma que nunca ve programas de este tipo.
Con respecto a las encuestas anteriores, los resultados de la encuesta de 2005 ofrecen una ligera y aparente disminución en la audiencia de programas deportivos, sobre todo en las categorías de los que ven todos o casi todos los programas deportivos o bastantes de ellos. Sin embargo, entendemos que se trata de un efecto aparente, ya que en los últimos años se ha incrementado notablemente la oferta televisiva, no sólo por la aparición de nuevos canales españoles, como por la difusión de la televisión por cable o por satélite que ha hecho posible que en una buena parte de los hogares españoles, se pueda acceder a una elevada diversidad de programas televisivos tanto nacionales como autonómicos e internacionales. En consecuencia, al incrementarse la oferta de programas de televisión en gran parte de los hogares españoles, se ven en términos relativos menos programas deportivos, ya que la saturación que ha alcanzado la programación diaria de retransmisiones deportivas, hace que sea imposible prácticamente verlas todas o una buena parte de ellas. De ahí que en términos relativos los porcentajes referentes sobre todo a la categoría de los que sólo ven algunos programas, tienen un significado diferente en la encuesta de 2005 que en la de 1985, ya que en la actualidad la oferta de programas deportivos es mucho mayor, y el ver algunos programas puede significar en la práctica ver un número mayor de ellos en términos absolutos que los que se veían según los datos de 1985.
Se puede afirmar, también, que existe un perfil sociodemográfico bastante definido de la población que ve preferentemente programas deportivos. En efecto, si prestamos nuestra atención a los segmentos de población que ven todos o casi todos los programas deportivos que se emiten por televisión, se comprueba que la proporción de varones, el 13%, es más de cuatro veces superior a la correspondiente proporción de mujeres, tan sólo el 3%. Y en el extremo opuesto, si la atención la dirigimos al segmento de población que nunca ve tales programas, se comprueba que la proporción de mujeres que se encuentra en esta situación, el 38%, es más de cuatro veces superior a la correspondiente proporción de varones, el 9%. Sin embargo, no se observan diferencias significativas cuando se procede a la segmentación según la edad, ya que las proporciones de los que ven todos o casi todos los programas deportivos son muy similares en todos los segmentos de población. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando observamos lo que sucede con los que nunca ven programas deportivos, ya que tiende a incrementarse esta proporción según lo hace la edad, de tal manera que la proporción de los que nunca ven programas deportivos entre la población de mayor edad, duplica a la de la población más joven.

9.2.1. Lectura de periódicos y revistas deportivas
Por lo que se refiere a la exposición de la población española a la prensa deportiva, conviene situar su estudio en el marco más amplio de la lectura general de periódicos. Se suele afirmar que en España la gente lee poco en términos generales, y que dentro de los países europeos somos de los que menos consumo realizamos de periódicos. Sin embargo, conviene no olvidar que en los últimos años se ha incrementado la tirada de los principales periódicos españoles de alcance nacional y que también se ha incrementado su poder de influencia, ya que ante la competencia de otros medios audiovisuales, la prensa se ha hecho cada vez más política e interpretativa y se ha dirigido a una población crecientemente más educada (de Miguel, 1998: 628).
Además, la prensa deportiva goza de una excelente difusión entre los lectores españoles de periódicos, como lo pone de manifiesto el hecho de que desde hace más de dos décadas, cuatro periódicos deportivos (Marca, As, Sport y Mundo Deportivo) se encuentren entre los diez periódicos de mayor tirada y difusión en España. Uno de ellos, Marca, ocupa el segundo lugar en ambos tipos de difusión, según los datos que ofrece la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) correspondientes al último periodo controlado -julio 2004-junio2005- en el momento de realizar el presente trabajo.
La información que se recoge en la presente serie de encuestas sobre los hábitos deportivos de los españoles, ofrece datos complementarios a los que publica la OJD, ya que se refieren directamente a la lectura de prensa, de información general y deportiva. En la Tabla 80 se presentan las distribuciones correspondientes al grado de frecuencia de lectura de periódicos y prensa deportiva desde 1990, cuando comenzamos a incluir dicho indicador en la referida serie de encuestas.
Tabla 80. Grado de frecuencia de lectura de periódicos y de prensa deportiva, 2005-1990
Periódico Prensa deportiva
Frecuencia de lectura 2005 2000 1990 2005 2000 1990
Todos los días 34 35 36 11 12 11
Algún día a la semana, preferentemente los lunes 8 7 9 6 7 11
Un día cualquiera de la semana 16 14 13 8 7 7
Los domingos 9 12 5 4 5
Con menos frecuencia 10 10 8 12 13 11
Nunca o casi nunca 22 23 22 58 56 55

Los resultados obtenidos son de una gran consistencia y reflejan la estabilidad de la lectura de prensa en España en las dos últimas décadas, ya que las tres distribuciones porcentuales correspondientes a 1990, 2000 y 2005 (no hemos incluido la de 1995 para simplificar la lectura de la tabla, toda vez que se trata de una distribución similar al resto), están constituidas por datos numéricos de similar orden.
En términos generales se observa que la prensa de información general es leída en España entre dos y tres veces con mayor frecuencia que la prensa deportiva. Dado que el número de periódicos de información general y de ejemplares editados es muy superior al número de periódicos deportivos -la OJD sólo recoge información de seis de ellos mientras que de prensa general recoge más de cincuenta títulos-, quiere ello decir que la tasa de lectura de prensa deportiva con respecto al número de ejemplares editados diariamente (índice de rotación), es muy superior a la que tiene la lectura de prensa general. Aunque con los datos disponibles no es posible ofrecer una información precisa, estimamos que la referida tasa de lectura de prensa deportiva con respecto al número de ejemplares editados y difundidos, es como poco tres veces superior a la correspondiente tasa de lectura de prensa general con respecto al número de ejemplares editados y difundidos. Y es que en los lugares públicos en los que existe prensa diaria a disposición de los clientes y visitantes para su lectura, los ejemplares disponibles de prensa deportiva son leídos con una frecuencia que es al menos tres veces mayor que la de los ejemplares de prensa general.
Volviendo de nuevo al contenido de la Tabla 80, destaca el hecho de la fidelidad de la amplia minoría que lee prensa deportiva -11% todos los días y 31% una vez por semana o menos en 2005-, ya que se trata de una distribución muy parecida a la de 1990 y 2000. Tomados en su conjunto los anteriores resultados, se puede concluir que de forma aproximada uno de cada tres españoles lee con mayor o menor frecuencia prensa deportiva, mientras que son dos de cada tres los españoles que leen, con frecuencia variable, prensa de información general. Trasladando estos porcentajes a los números absolutos de población adulta -un poco menos de 34 millones en 2005-, nos podemos hacer una idea mejor, más allá de las distribuciones porcentuales, del inmenso mercado que movilizan tanto la prensa de información general como la prensa deportiva.
Además de la prensa deportiva también conviene tener en cuenta, y analizar, la lectura de revistas tanto de carácter ilustrado como deportivas, ya que también movilizan un mercado considerable. Los resultados que se presentan en la Tabla 81 revelan una pequeña disminución de ambos mercados, el de las revistas ilustradas y el de las revistas deportivas, a lo largo de la década considerada.

Tabla 81. Grado de frecuencia de lectura de revistas ilustradas y revistas deportivas, 2005-1990
Revistas ilustradas Revistas deportivas
Frecuencia de lectura 2005 2000 1990 2005 2000 1990
Semanalmente 14 16 18 5 5 8
Alguna vez al mes 20 18 20 8 10 10
Con menos frecuencia 16 13 13 12 11 11
Nunca o casi nunca 50 52 49 75 73 71

Los que leen semanalmente alguna revista ilustrada en 2005 son el 14%, cuatro unidades porcentuales menos que en 1990, y los que leen revistas deportivas el 5%, tres unidades porcentuales menos que en dicho año. Los que leen con menor frecuencia ambos tipos de revistas son el 36% y el 20%, respectivamente, con lo que se convierten en mayoría los que nunca o casi nunca leen revistas ilustradas, el 50%, o revistas deportivas, el 75%. De todos modos se trata de cifras de lectura considerables las que mueven tanto el mercado de revistas ilustradas como el de revistas deportivas, cuando se tiene en cuenta que se trata de porcentajes referidos, como hemos señalado anteriormente, a la población general de 15 a 74 años, con todo el impacto que ello tiene en la conformación de la opinión pública.

9.3. La asistencia a espectáculos deportivos
El deporte continúa conservando su tremenda capacidad de entretenimiento y de ilusión, que son las bases del éxito del espectáculo deportivo. En una sociedad de masas cada vez más urbanizada y sometida buena parte de su población a trabajos de carácter sedentario y rutinario, el deporte se ha convertido, como señalara hace algún tiempo el sociólogo inglés Erik Dunning, en una actividad que produce excitación en unas sociedades poco o nada excitantes ("Sport is a quest for excitement in unexciting societies") (Elias y Dunning, 1992). El gran espectáculo del deporte gira, como ya es sabido, alrededor de la amplificación de la ilusión básica del espectador, que no es otra que la de creer realmente que el resultado de un encuentro deportivo es algo importante (Koppet, 1981).
Todo el aparato publicitario que gira en torno al deporte tiene, pues, como objetivo principal, el de encontrar formas para crear y mantener dicha ilusión en un juego de polaridades en las que el deporte se mueve entre categorías y conceptos extremos, es decir, entre el ataque y la defensa, entre la violencia y el aburrimiento, entre la cooperación y la tensión, entre la agresión y el respeto, entre la elasticidad y la fijeza de las reglas, entre, en suma, el interés de los jugadores y el interés de los espectadores (Dunning, 1999).
Además, hay que señalar que una de las claves del éxito del deporte como entretenimiento de la sociedad de masas es que es relativamente barato. Según los cálculos de Koppet (op.cit.), de cada 100 dólares que gastan los norteamericanos en recreo y ocio, tan sólo 2,3 dólares se gastan en espectáculos deportivos. En España, la encuesta de presupuestos familiares no permite conocer con tanto detalle la cantidad precisa gastada por los hogares en espectáculos deportivos, aunque sí sabemos que no pasa del 7 por 1.000 del presupuesto familiar lo que gastan los hogares españoles en servicios de deporte y recreo, por lo que cabe estimar que no alcanza el 1 por 1.000 del presupuesto familiar el dinero gastado en espectáculos deportivos. Pues bien, con tan poco gasto, en España, al igual que ocurre en cualquier otro país de su entorno geográfico y social, se mantiene un espectáculo, el deportivo, que es uno de los grandes protagonistas de la vida social y cotidiana.
Con el fin de conocer la importancia de la asistencia a espectáculos deportivos en el contexto de los hábitos deportivos de la población española, hemos elaborado la Tabla 82 en la que se incluyen datos referentes a la asistencia a espectáculos deportivos desde 1980 a 2005.

Tabla 82. Grado de asistencia a espectáculos deportivos, 2005-1980
Asiste a espectáculos deportivos 2005 2000 1995 1990 1985 1980
Frecuentemente 8 8 9 8 9 9
De vez en cuando 15 17 17 19 20 19
Pocas veces 23 23 25 21 25 23
Nunca 54 52 49 51 45 48
-8.170 -4.625 -4.271 -4.625 -2.008 -4.493

En términos generales, no se ha producido apenas variación en los últimos veinticinco años en los porcentajes de población que asisten con diverso grado de frecuencia a espectáculos deportivos. El segmento de población que asiste con frecuencia, y que por lo tanto constituye el núcleo básico de las personas que regularmente siguen en directo los espectáculos deportivos, se sitúa prácticamente en las seis encuestas entre el 8 y el 9% de la población, en tanto que el segmento más numeroso de los que asisten de vez en cuando oscila entre el 15% y el 20%, habiendo alcanzado el valor más bajo, 15%, en la encuesta correspondiente a 2005.
El segmento de población que asiste pocas veces a espectáculos deportivos oscila alrededor de la cuarta parte de la población adulta, en tanto que los que nunca van a espectáculos deportivos representa un poco más de la mitad de la población. Hay que señalar de nuevo que estos datos porcentuales hacen referencia a números absolutos de población muy elevados, que se han ido incrementando con el paso del tiempo. Téngase en cuenta que la población comprendida entre los 15 y los 65 años representada en el censo de 1981 no alcanzaba los 24 millones, en tanto que según el censo de 2005 se aproxima a los 30 millones. Por ello, se puede afirmar que en las dos últimas décadas ha crecido el número de espectadores, ya que el 9% de los que asisten con frecuencia a espectáculos deportivos significa alrededor de 2.140.000 espectadores en 1980 y 2.700.000 en 2005.
Como cabe esperar por todo lo que venimos analizando sobre las características sociodemográficas del público que manifiesta un mayor interés por el deporte, los datos obtenidos en el presente estudio confirman una vez más el carácter preferentemente masculino de los espectadores deportivos, ya que el número de espectadores varones triplica prácticamente al de espectadoras mujeres. También es significativamente más alta la presencia en los recintos deportivos de personas jóvenes y de mediana edad que de edad avanzada, y con posiciones sociales altas o medias que con posiciones bajas.
Es relativamente frecuente que se señale la aparente disociación entre el espectáculo deportivo y la práctica de un deporte, aunque los datos de que disponemos no confirman esta apreciación, ya que tal como se pone de manifiesto con los datos contenidos en la Tabla 83, existe un mayor número de practicantes individuales de deporte entre los que asisten con frecuencia a espectáculos deportivos, en relación a los que lo hacen.

Tabla 83. Asistencia a espectáculos deportivos según la práctica de deporte, 2005-1995
Practica deporte
Sí No
Asistencia a espectáculos deportivos 2005 1995 2005 1995
Frecuentemente 13 14 5 6
De vez en cuando 21 26 12 12
Pocas veces 29 30 19 22
Nunca 37 30 63 61
-3.019 -1.666 -5.164 -2.605

En efecto, al segmentar la población según que practiquen o no deporte, aparecen dos pautas diferentes de relación con el espectáculo deportivo, de tal manera que entre los que practican deporte la proporción de los que asisten con frecuencia a espectáculos deportivos es más del doble, con respecto a la correspondiente frecuencia entre los que no practican deporte.
Y cosa parecida ocurre cuando prestamos atención a la categoría de los que asisten de vez en cuando a espectáculos deportivos, que con el 29% superan en más del doble a la respectiva proporción entre los que no practican deporte. Y, correspondientemente, al comparar los porcentajes de los que nunca asisten a espectáculos deportivos, la proporción de los que así lo hacen entre los que no practican deporte, el 63%, es casi el doble de la correspondiente proporción entre los que practican deporte, el 37%. Son resultados muy similares a los obtenidos en la encuesta de 1995, lo que pone de manifiesto la estabilidad de este rasgo de la estructura social del deporte en España.
Se puede concluir, pues, que se produce un refuerzo entre la asistencia a espectáculos deportivos y la práctica de un deporte, aunque evidentemente este refuerzo o relación positiva no significa ni mucho menos una relación de tipo causa efecto, ya que los factores que conducen a la práctica deportiva no dependen tan sólo del grado de influencia del deporte profesional y de alta competición, aunque evidentemente se encuentran íntimamente relacionados.
Cuando se habla de espectáculos deportivos en la sociedad española, al igual que ocurre en la mayor parte de las sociedades europeas de nuestro entorno, se está hablando preferentemente de la liga profesional de fútbol, ya que una buena parte del público que asiste con regularidad a espectáculos deportivos lo hace a competiciones futbolísticas. Los datos que se presentan en la tabla 84, que recogen las proporciones de población que han comprado al menos una entrada en taquilla para asistir a una competición deportiva, revelan que, en efecto, son mayoría los que han comprado una entrada para asistir a una competición futbolística.

Tabla 84. Población que ha comprado al menos una entrada en taquilla para asistir a una competición deportiva, 2005-1990
Tipo de competición deportiva 2005 2000 1995 1990
Fútbol 56 62 53 64
Baloncesto 19 28 21 28
Motociclismo 9 13 11 4
Ciclismo 7 9 9 3
Atletismo 7 13 8 5
Balonmano 6 12 6 6
Otros deportes 11 12 15 10
-3.758 -2.220 -2.180 -2.178

Si prestamos atención a los datos referentes a 2005, podemos constatar que un poco más de la mitad de los que han comprado una entrada en taquilla, el 56%, lo hizo con el fin de asistir a un partido de fútbol. Ya a cierta distancia se encuentra la población que ha asistido a competiciones de la liga de baloncesto, que representa el 19%, y todavía a mayor distancia la población aficionada a las competiciones de motociclismo, que representa el 9%. El resto de los deportes más populares para los que la población ha comprado al menos una entrada en taquilla son el ciclismo, el 7%, el atletismo, el 7% y el balonmano, el 6%. Para el resto de los deportes las proporciones de asistencia de los que pasan por taquilla son menores, ya que la suma de todos ellos no supera el 11%.
Si comparamos los datos de la encuesta de 2005 con los datos correspondientes a la de 1990, se observan algunas pautas de cambio que son dignas de mención. En concreto, se registra una disminución porcentual de la población que asiste a competiciones de fútbol y de baloncesto, y un incremento notable de la que asiste a competiciones de motociclismo y ciclismo, que son las que se han beneficiado mayormente en los últimos años de los cambios en las aficiones del público por lo que se refiere al espectáculo deportivo. En efecto, en tanto que en 1990 tan sólo el 4% de la población reconocía haber comprado una entrada en taquilla para asistir a una competición de motociclismo, el correspondiente porcentaje según los datos de la encuesta de 2005 ha ascendido al 9%, y cosa similar ocurre con el público aficionado a las carreras ciclistas, que ha pasado del 3 al 9% en quince años. También se ha producido un ligero incremento del público que asiste a competiciones de atletismo, del 5% al 7%, en tanto que la proporción de los asistentes a competiciones de balonmano se encuentra estabilizada en torno al 6%.
Los cambios que hemos podido registrar en cuanto a la práctica de deporte, que tal como se ha visto en el capítulo 4 han sido muy fuertes para el caso del ciclismo, encuentran en los datos que acabamos de analizar otra constatación de la creciente popularidad del ciclismo, que se ha beneficiado en la última década de varios factores tales como la influencia del campeón Indurain, el diseño de nuevas bicicletas que debido a los nuevos materiales y a las mejoras tecnológicas ha permitido ofrecer al público un producto muy atractivo y a precios asequibles, y la creciente urbanización y sedentarización de la población española. Todos estos factores están contribuyendo al fortalecimiento de la afición por el ciclismo y, consiguientemente, de los espectáculos tales como vueltas ciclistas y otras competiciones que cuentan siempre con numeroso público en España.
Otro dato que resulta de interés es el comprobar los hábitos deportivos de los distintos públicos que asisten a unas u otras competiciones deportivas. Los datos que hemos preparado en la distribución de frecuencias que se presentan a continuación, ponen de manifiesto que tiende a ser más frecuente que el aficionado a deportes que no sean el fútbol, sea él mismo practicante de ese deporte, lo que no ocurre en el caso del fútbol:
Practica deporte
Tipo de competición deportiva Sí No
Fútbol 56 56
Baloncesto 23 16
Motociclismo 12 7
Ciclismo 6 6
Atletismo 9 5
Balonmano 8 6

En efecto, cuando diferenciamos la población que asiste a espectáculos deportivos con regularidad y que compra entradas en taquilla según practique o no deporte, no se observan diferencias significativas cuando se trata de la asistencia a competiciones de fútbol y de ciclismo, ya que son prácticamente semejantes las proporciones de asistentes entre los que practican y no practican deporte. En cambio, las correspondientes proporciones de los que asisten al resto de las competiciones deportivas son siempre más elevadas entre los que practican deporte que entre los que no lo hacen. Así, por ejemplo, por lo que se refiere a los asistentes a competiciones de baloncesto, la proporción de los que practican también este deporte es del 23%, en tanto que entre los que no practican deporte alguno es tan sólo del 16%. Y diferencias semejantes se registran para el resto de los deportes. Estos datos ponen de manifiesto que cuando se relaciona el espectáculo deportivo y la práctica de deporte, se producen dos pautas de comportamiento diferentes según se trate de la asistencia a competiciones de fútbol y ciclismo o de la asistencia al resto de los deportes, de tal manera que es más probable que asistan a competiciones deportivas no futbolísticas y no ciclistas personas que practican ellas mismas deportes que en el caso de las competiciones de fútbol y ciclismo, en las que el factor de práctica deportiva no es un elemento diferenciador en el perfil de este tipo de público.
Aunque cabe suponer que los aficionados al deporte prefieren ver las competiciones deportivas en directo, el poder de la televisión se ha hecho tan grande que está produciendo cambios de interés en las pautas de ver espectáculos deportivos, pues tal como se registra en la tabla 85, tiende a crecer la proporción de la población que prefiere ver el deporte a través de televisión a costa de la disminución todavía ligera de los que prefieren ver en directo los espectáculos deportivos.

Tabla 85. Forma preferida de ver espectáculos deportivos, 2005-1990
Prefiere ver el deporte 2005 2000 1995 1990
En directo 53 53 58 61
En televisión 32 32 28 20
No contesta 15 15 14 19
-8.170 -4.625 -4.271 -4.625

Sigue siendo mayoritaria la población que prefiere ver las competiciones en directo, pues así lo manifiesta el 53% de los entrevistados en la encuesta de 2005, en tanto que es más reducida la población que prefiere ver el espectáculo deportivo en televisión, el 32%. Sin embargo, estas cifras representan un cambio con respecto a las registradas en 1990, ya que en aquella encuesta los respectivos porcentajes fueron 61% y 20%. Si esta pauta se confirmara en sucesivos estudios, sería una manifestación más de la tremenda transformación que experimenta continuamente el deporte, cada vez más adaptado a la televisión, ya que se procura que las reglas y tiempos que enmarcan la competición deportiva no entren en contradicción con las necesidades de publicidad y de satisfacción de los gustos de los espectadores. De esta forma, los espectáculos deportivos a través de la televisión van consiguiendo mayores adeptos, a costa de los que prefieren hacerlo en directo en los estadios y en los pabellones deportivos en general.

9.3.1. Accionistas y socios de clubes deportivos profesionales
Una dimensión interesante del deporte espectáculo es la que se refiere a la población que es accionista o socia de pago de algún club deportivo que tenga uno o más equipos compitiendo en ligas profesionales. La Ley del Deporte de 1990 introdujo, entre otras, la transformación de los equipos profesionales de fútbol y baloncesto en sociedades anónimas, y la consiguiente transformación de la antigua figura del socio en accionista de una sociedad anónima deportiva. Preguntando a la población si es accionista o socio de un club o sociedad de estas características, podemos obtener una información valiosa con la que poder evaluar hasta qué punto la anterior transformación introducida por la Ley del Deporte, ha podido influir en el nivel de asociacionismo a estos clubes o sociedades deportivas.
Los resultados que se presentan en la Tabla 86 permiten concluir que en los últimos quince años no parece haberse producido un cambio significativo en la cantidad de socios y accionistas vinculados a estas organizaciones deportivas.

Tabla 86. Distribución de la población según sean o no accionistas o socios (de pago) de algún club deportivo con equipos en ligas profesionales, 2005-1990
Es accionista o socio 2005 2000 1990
Sí 7 8 10
No 93 92 90
-8.170 -5.160 -4.271

El 7% de la población, esto es, un poco más de dos millones de personas comprendidas entre los 15 y los 74 años de edad, reconoce su condición de socio o accionista de un club deportivo, cifra que es muy similar al 10% de la encuesta de 1990, ya que al estar referido este último porcentaje a la población española comprendida entre los 16 y los 65 años de edad, equivale en números absolutos a los poco más de dos millones registrados en la encuesta de 2005. Por lo tanto, cabe concluir que se ha mantenido relativamente estable en los últimos años el número de socios y accionistas vinculados a clubes cuyos equipos participan en ligas profesionales.
También es de interés conocer las características sociodemográficas de las personas que son socios o accionistas de estos clubes. Los resultados obtenidos permiten ofrecer el siguiente perfil dominante: tienden a ser varones, de edades jóvenes e intermedias, con un nivel de estudios medio y alto, de posición social media y alta, y que practican deporte con mayor frecuencia que no lo hacen (ver gráfico 16).

Gráfico 16. Perfil modal de la población que es accionista o socio (de pago) de algún club deportivo con equipos en ligas profesionales, 2005



En efecto, el número de varones casi triplica al de mujeres que son socios o accionistas, y por segmentos de edad son un poco más numerosos los que tienen menos de 44 años, aunque hay que matizar que en el segmento de más edad, de 65 a 74 años, existe una buena representación de socios y accionistas, el 4%.
El nivel de estudios y la posición social discriminan positivamente la distribución porcentual de socios y accionistas, ya que son claramente más numerosos los que tienen niveles altos de ambas dimensiones que los que ocupan niveles bajos. Merece la pena resaltar que el 20% de los que tienen estudios superiores son socios o accionistas de clubes deportivos profesionales, cifra muy similar a las obtenidas en estudios anteriores (García Ferrando, 1997: 199).
En cuanto a la controversia de si los que asisten a espectáculos deportivos son o no ellos mismos practicantes de deporte, los resultados obtenidos confirman una vez más que los que hacen deporte duplican entre los que son accionistas y socios, el 12%, a los que no practican deporte alguno, sólo el 5%.

lunes, 23 de marzo de 2009

sábado, 28 de febrero de 2009

ERIC DUNNING Y SUS ESTUDIOS SOBRE SOCIOLOGIA DEL DEPORTE

RICYDE. Revista Internacional de Ciencias del Deporte
V.3, Nº 7 - Año: 2007
ISSN: 1885-3137
SEMBLANZA


El profesor Eric Dunning

Eric Dunning (Londres) uno de los representantes más prestigiosos de la sociología del deporte a nivel mundial, se graduó en las Universidades de Londres y Leicester. En esta última ha desarrollado la mayorparte de su labor docente y científica, llegando a ser catedrático de sociología. A lo largo de su vida haimpartido clases en muchos países de América y Europa continental. Fue vicepresidente del ComitéInternacional de Sociología del Deporte entre 1979 y 1983. Actualmente es profesor emérito en dichaUniversidad.

A finales de los años ochenta Eric Dunning pone en marcha en el seno de la Universidad de Leicester elSir Norman Chester Centre for Football Research, sin duda el Centro deInvestigación más prestigioso anivel mundial sobre comportamientos violentos en espectáculos deportivos, al frente del cual se encuentra Eric Dunning junto con los que han sido sus principales colaboradores en estos años, los sociólogos Patrick Murphy y John Williams, creando lo que se ha conocido como “grupo de Leicester”.

Su vida profesional está estrechamente ligada a uno de los “grandes” de la Sociología, Norbert Elias. Su encuentro fortuito con el que iba a ser su “maestro” y posterior “colaborador” en dicha Universidad en1956, le marcó su trayectoria profesional. Primero como alumno suyo en la licenciatura de economía y en los cursos de postgrado y posteriormente como profesor ayudante, el trabajo de Eric Dunning ha quedado para siempre vinculado a la obra y el pensamiento del autor de El Proceso de la Civilización. La obra que ambos escriben conjuntamente en 1986 (Quest for Excitement. Sport and Leisure in the Civilizing Process, Basil Blackwell Publisher, Oxford) y que se publica en castellano en 1992 bajo el título Deporte y Ocio en el Proceso de la Civilización (Fondo de Cultura Económica)está considerada como uno de los puntos culminantes de la sociología del deporte y tal vez estemos ante la obra que más ha influido en el pensamiento sociológico deportivo posterior. Sin duda ambos autores ayudaron a otorgar a la sociología del deporte "un linaje respetable” y a que el deporte fuera considerado una parcela de la realidad social digna de estudio y análisis.Además de dicha aportación a los fundamentos de la sociología del deporte, este trabajo se ha convertido en un referente ineludible para todos los estudios sobre violencia y vandalismo en el deporte.

Si Elias había evidenciado las crecientes restricciones de conductas y comportamientos que llevaba implícito el proceso civilizador (lo que tradicionalmente se conoce como "reglas de urbanidad" o "buenas costumbres" implicaban toda una serie de limitaciones en la manera de comer, jugar, pelear o relacionarse sexualmente), ambos autores decidieron centrar su atención en la verificación de hasta qué punto se confirmaba en los espectáculos deportivos dicho proceso. La respuesta es afirmativa pues evidencian que la emergencia del deporte moderno es parte intrínseca de ese proceso civilizador. Tanto los ejercicios de caza, de lucha, las propias competiciones atléticas y por supuesto los más modernos juegos de pelota, experimentaron durante los siglos XVIII y XIX una serie de profundas transformaciones todas ellas en una misma dirección, la que les llevaba hacia formas mucho más reglamentadas, organizadas, institucionalizadas, estables y desde luego menos violentas y más civilizadas.

Ni que decir tiene que esta obra resulta clave para comprender e interpretar en sus justos términos lacuestión de la violencia en relación a los deportes actuales. Frente a otro tipo de argumentaciones mucho más simplistas y por supuesto menos documentadas, este trabajo ayuda a comprender que en las sociedades actuales existe un grado mucho menor de violencia en relación al deporte que en cualquier otro período histórico. El enorme impacto mediático que acompaña a los sucesos de violencia en la actualidad, lo que hacen es evidenciar como el umbral de repugnancia ante sucesos de esta naturaleza se ha elevado en comparación a épocas ecedentes.

Los trabajos sobre vandalismo en el fútbol, llevados a cabo por el grupo de Leicester les situó sin duda a la cabeza mundial en lo que a la investigación sociológica sobre este fenómeno hace referencia. En concreto en su obra The Roots of Football Hooliganism (1988) encontramos los factores esenciales para entender el origen de este problema: los cambios estructurales ocurridos en diferentes sectores de la clase obrera; la aparición de un mercado del ocio específicamente juvenil con la posibilidad y el deseo cada vez mayores entre los jóvenes de viajar de forma regular fuera de su localidad, incluso al extranjero para asistir a los partidos de fútbol; los cambios en la estructura de dicho deporte y sus implicaciones en las relaciones entre los clubes y los seguidores; las formas en que las autoridades futbolísticas y políticas han tratado de combatir este fenómeno y sus consecuencias; los cambios ocurridos en los medios de comunicación de masas, en especial la llegada de la televisión y la aparición de la prensa "sensacionalista"; y, por último, la caída casi absoluta del mercado de trabajo juvenil.

Otra línea muy interesante de estudio que emprenden lo constituye el de los rasgos diferenciales que, en su opinión, puede adoptar este fenómeno en unos países u otros. Estos son: las formas y los niveles de gravedad de los actos de vandalismo que se cometen; el grado de espontaneidad u organización de los mismos; las características sociodemográficas de los individuos implicados; las percepciones populares, oficiales y de los medios de comunicación, sobre la gravedad del roblema del vandalismo; y finalmente las respuestas de los gobiernos nacionales y locales, de la policía y de las autoridades futbolísticas respecto a este fenómeno.

Es muy interesante constatar la aparente contradicción en la que se han visto envueltos Eric Dunning y el grupo de Leicester. Si por un lado todo el origen de sus trabajos sobre violencia y deporte surge del objetivo de verificar en el contexto del fútbol el proceso civilizador elisiano, paradójicamente sus indagaciones les convirtieron precisamente en los primeros especialistas mundiales en el fenómeno del vandalismo en el fútbol. Es como si toda su obra se moviera en un doble nivel, por un lado su vinculación a la obra de Elias remite a Eric Dunning a una perspectiva histórica a largo plazo y sobre todo a unos fundamentos teóricos mucho más profundos; pero por otro su especialización progresiva en un fenómeno tan específico y acotado como el del vandalismo en el fútbol les arrastra a elementos de análisis y reflexión mucho más limitados teórica, espacial y temporalmente.

Sea como fuere lo que sin duda hay que reconocer es que Eric Dunning ha ayudado de forma esencial a comprender mucho mejor el fenómeno de la violencia en el deporte, al contextualizarlo histórica y socialmente; pero también a comprender mucho mejor las situaciones de conflicto en la sociedad moderna.

sociologìa del deporte en España

LA SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA

Estado de la cuestión

THE SOCIOLOGY OF SPORT IN SPAIN
State of the Art
DAVID J. MOSCOSO SÁNCHEZ*
Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía (IESA-CSIC)
dmoscoso@iesaa.csic.es
* Quisiera agradecer los comentarios y críticas realizados en la elaboración de este texto a Luis Miguel
Miller, Eduardo Moyano, Manuel Fernández, Alberto Álvarez (IESA-CSIC), Álvaro Rodríguez (U. de Sevilla) y
Núria Puig (INEF de Barcelona).
REVISTA INTERNACIONAL DE SOCIOLOGÍA (RIS)
VOL. LXIV, Nº 44, MAYO-AGOSTO, 177-204, 2006
ISSN: 0034-9712
178 • DAVID J. MOSCOSO SÁNCHEZ
RIS, VOL. LXIV, Nº 44, MAYO-AGOSTO, 177-204, 2006. ISSN: 0034-9712
INTRODUCCIÓN
La palabra deporte ha adquirido en nuestros días una proliferación de significados de tal
magnitud que nos resulta difícil saber con claridad a qué hace referencia cuando alguien
la emplea. Esto nos advierte de que se trata de un fenómeno de una enorme complejidad:
un sistema abierto, un fenómeno omnipresente. Tal como apuntara José María Cagigal
ya a finales de los años setenta, “cuando se habla de deporte, o se adjetiva algo como
«deportivo», se hace referencia a un estilo, un hábito, un mundo de comportamiento
definido; o acaso a un área institucional de carácter singular (mundo federativo, competitivo,
etc.); o a una moda dominante en ciertas épocas, casi agobiante en la nuestra. El
apelativo deportivo se aplica lo mismo a un campeón que al gesto generoso de aceptar
un fracaso, a un grandioso espectáculo, a una hazaña solidaria, a una manera de aceptar
la vida, o a una prenda de vestir” (1981). En definitiva, en nuestros días el deporte hace
referencia a un fenómeno cultural de carácter global.
Hace tiempo que se asumió la importancia del deporte en nuestras sociedades. Lejos
quedan las preocupaciones por saber cuáles fueron los orígenes, ya sean sociobiológicos
o culturales, de esta actividad humana. En estos momentos son otras las cuestiones
que nos inquietan sobre este fenómeno cultural, como, por ejemplo, las siguientes:
¿Por qué existen tantos casos de dopaje en el deporte olímpico y de alto rendimiento?
¿Cuáles son los motivos por los que asistimos cada vez más a sucesos de violencia
durante los espectáculos deportivos? ¿Qué es lo que influye en nuestros días para que
existan tantas personas atrapadas por el hedonismo efímero de la práctica deportiva de
aventura y riesgo? ¿Cómo puede contribuir la actividad físico-deportiva a la mejora de
las condiciones de vida de la población mayor? ¿Qué papel ejercen los mecanismos de
socialización, como por ejemplo la educación física o los medios de comunicación de
masas, en la transmisión de valores culturales a través del deporte? etc. En suma, son
muchas las áreas de preocupación y los temas de interés en torno a este fenómeno.
Esto significa que en nuestros días ya no resultan útiles las viejas fórmulas de
reflexión en torno a este fenómeno. Ni los trabajos intelectuales ni los análisis de carácter
descriptivo ayudan a comprender hoy un fenómeno tan complejo y global como lo es el
deporte. Utilizando una expresión de Cagigal (1979), es la hora deportiva de la sociología
y de otras ciencias sociales (la antropología, la psicología, la ciencia política...) que
se dedican a estudiar este fenómeno de una manera tan legítima como lo han venido
haciendo en el pasado otras ciencias de entronque biológico y médico, sobre las cuales
recaía toda atribución científica en el estudio del deporte. En ese sentido, la hora deportiva
de la sociología debe jugarse sobre el terreno, es decir, con un marco de análisis y una
demostración empírica adecuadas.
Hace ya un par de décadas que la sociología del deporte ha venido desarrollando
en España trabajos más o menos característicos de esta perspectiva de análisis, pero
aún son pocos los que han demostrado la madurez de conjugar adecuadamente el razoLA
SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA • 179
RIS, VOL. LXIV, Nº 44, MAYO-AGOSTO, 177-204, 2006. ISSN: 0034-9712
namiento analítico con la contrastación de ideas. Desde sus orígenes, la sociología del
deporte en España ha venido experimentando un progresivo desarrollo que ha permitido
comprender mejor el funcionamiento y características de este fenómeno social, a la vez
que ha contribuido a la utilización de originales métodos de investigación sociológica.
García Ferrando (1990:15-16) plantea que existen al menos tres formas de acercarse
al estudio del deporte desde la perspectiva sociológica. La primera forma de hacerlo es la
de carácter experimental, que consiste en emplear el fenómeno deportivo para contrastar
proposiciones generales relacionadas con la conducta social. En este sentido, hace referencia
a los trabajos de Blalock (1969) sobre discriminación ocupacional y de Jiménez
Blanco (1983) sobre la crisis del Estado-nación, si bien podría citarse otras muchas aportaciones
en esta línea, como las de Elias y Dunning (1992) sobre el proceso civilizatorio
en la Modernidad y de Giulianotti (1999) sobre el análisis de la Globalización.
La segunda forma de aproximarse al estudio del deporte desde una perspectiva
sociológica es la de la sociología del deporte entendida en sentido estricto, es decir, la
que trata de comprender este fenómeno haciendo uso de los conceptos, las teorías y
los métodos propios de la sociología. Ésta es la perspectiva más extendida, la que más
resultados ha producido, tanto en el ámbito internacional como en el nacional.
Y, por último, la tercera forma de hacerlo es la de la perspectiva fenomenológica,
entendida como una manera singular de afrontar el estudio del deporte, caracterizada por
ocuparse de la comprensión de los significados que para los actores tiene la práctica de
esta actividad, es decir, de aquellos rasgos que distinguen o caracterizan a este fenómeno
social. “Muchos autores que siguen esta línea contemplan el deporte como una subcultura
propia, con sus específicas normas y reglas, e incluso con su propio funcionamiento”
(García Ferrando, 1990:16).
Al margen de estas tres vías que usualmente se emplean desde la perspectiva sociológica
para el estudio del deporte, también existen distintos enfoques de comprensión
—diferentes corrientes y teorías—, como es propio de nuestra disciplina y que se abordarán
más detenidamente en este artículo. En este sentido, hay quien opina que el pluralismo
sociológico que, como en otros campos, también se da en el ámbito de la sociología del
deporte, responde al carácter multidimensional, complejo y contradictorio de este fenómeno.
No obstante, puede pensarse que se trata de un pluralismo algo restringido, dado
que los métodos de análisis son bastante limitados (poco variados metodológicamente
hablando y poco creativos y complejos en el sentido más teórico del término), lo que
significa, a su vez, que igualmente limitados serán los paradigmas teóricos empleados
para la interpretación de esta realidad (García Ferrando y Lagardera Otero, 1998:15).
Antes de comenzar el análisis aquí propuesto, parece conveniente abordar de una
manera escueta el desarrollo experimentado por la sociología del deporte a escala
internacional, con la finalidad de contextualizar las condiciones que se han dado para el
surgimiento y el desarrollo de esta especialidad en España.
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BREVE ESBOZO HISTÓRICO SOBRE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA SOCIOLOGÍA DEL
DEPORTE
El fenómeno deportivo ha motivado un gran interés desde sus orígenes. Sin embargo,
es sólo luego del devenir de las grandes transformaciones experimentadas por las
sociedades contemporáneas (durante los siglos XVII y XVIII) que este fenómeno acaba
recibiendo un tratamiento específico. Así, desde mediados del siglo XIX, el deporte fue
objeto de la reflexión intelectual en los ámbitos de la Antropología, la Psicología Social
y la Sociología.
En lo que atañe al ámbito concreto de la Sociología, G. Lüshen y K. Weis, en su obra
Sociología del deporte (1980), hacen mención a toda una panoplia de autores clásicos
que desde la perspectiva sociológica trataron, en distintos términos y bajo motivaciones
dispares, el fenómeno deportivo: Spencer aludía a él para referirse a la educación; Weber
se pronunció sobre este fenómeno en su interés por el puritanismo y las reglas del juego;
Simmel hizo lo propio para abordar el tema del conflicto y el asociacionismo; G. H. Mead
tomó como marco de análisis este fenómeno para desarrollar su teoría de los roles; y
Znaniezki o Scheler, entre otros, prestaron especial atención a las funciones socializadoras
del deporte.
Posteriormente, a comienzos del siglo XX se constatan ya intentos por desarrollar
esta línea de investigación en el ámbito de la sociología, destacando en este sentido los
trabajos de Steinitzer (Sport und Kultur), en 1910, y Reisse (Soziologie des Sports), en
1921 —este último es quien emplea por primera vez el término “Sociología del Deporte”.
No obstante, estos intentos no se intensificarían y sistematizarían hasta poco después
de la mitad del siglo XX, momento en que el deporte recibe una mayor atención en el
ámbito de la investigación social. Destacarán en estos años los trabajos de Dumazedier
(Regards neuf sur le sport), en 1950, Popplow (Zu einer Soziologie des Sports), en 1951,
y Plessner (Soziologie des Sports), en 1952.
Esta serie de trabajos y los que se suceden posteriormente darían lugar al nacimiento
de la sociología del deporte, hecho que se suele situar en torno a 1950. A partir de este
momento, Loy (1980) plantea distintas etapas respecto al nacimiento y el desarrollo de
esta especialidad, estableciéndolas según una serie de hitos históricos que se produjeron
en su seno y de ciertas posturas científicas que marcan su transcurso. En opinión de este
autor, son tres los períodos vividos hasta nuestros días en el desarrollo de la sociología
del deporte.
El primer período, que transcurre entre 1950 y 1964, es considerado habitualmente
como un espacio en el que se pronuncia esta especialidad en el ámbito de la comunidad
científica, sirviendo para que se adquiriera conciencia respecto al papel que la sociología
podría ejercer en la investigación social del deporte. El interés a este respecto era contribuir
al diseño de las políticas públicas orientadas a la ordenación de la actividad física y
el deporte; —actividades, por otro lado, que estaban comenzando a experimentar una
importante expansión.
LA SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA • 181
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El segundo período, que va desde 1965 a 1972, queda marcado por la definitiva
institucionalización como especialidad de la sociología a través de la constitución del
Consejo Internacional de Sociología del Deporte, en Ginebra, el cual pasa posteriormente
a inscribirse en el seno de la International Sociology Association (ISA), en Varsovia, en
1965. A partir de ese momento se multiplican los trabajos, investigaciones, encuentros,
coloquios, en definitiva, la actividad intelectual y científica de la sociología del deporte,
fundamentalmente por parte de norteamericanos, anglosajones y centroeuropeos. Será
un momento decisivo, porque se llevarán a cabo los intentos más serios hasta entonces
realizados en la definición de la naturaleza de esta especialidad. Entre otros muchos
acontecimientos, al margen de los ya señalados, merece ser destacado el nacimiento
de la International Review of Sport Sociology (IRSS), en 1966, que pasaría a convertirse
desde entonces en el órgano oficial del Comité Internacional de Sociología del Deporte
de la ISA. También constituye un hito relevante la publicación en 1968 de la primera tesis
doctoral sobre sociología del deporte, en Francia, por parte de M. Bouet (Signification
du sport). Durante ese mismo año y en ese mismo país, el INSEE publica los resultados
obtenidos de la aplicación de una encuesta sobre la utilización del tiempo libre entre los
ciudadanos franceses, donde por primera vez se introdujeron cuestiones relativas a la
práctica deportiva.
El tercer período comienza en 1972 y se extiende hasta nuestros días. Está marcado
por los Juegos Olímpicos de Munich (1972), que suponen un incremento del interés hacia lo
deportivo, debido al avance de los medios de comunicación de masas y a la competitividad
entre las potencias más desarrolladas. Ese momento estará caracterizado por la aparición
de numerosos grupos de trabajo e investigación en el ámbito internacional. Se publican
más números de la IRSS y aparecen nuevas revistas1, además de numerosas obras sobre
sociología del deporte. Asimismo, a partir de 1975 comienzan a celebrarse, cada cuatro
años, congresos sobre sociología y deporte, bajo el auspicio del Consejo Internacional
de Sociología del Deporte (ICSS). En suma, tal como recoge García Ferrando, “el crecimiento
de la disciplina de la Sociología del Deporte es tan rápido que en 1978, en una
bibliografía internacional preparada en la Universidad de Illinois aparecen 2.853 artículos
científicos y 723 libros que se ocupan de temas propios de la sociología del deporte. En
1981, Lüschen y Sage publican el Handbook of Social Science of Sport, que recoge en
su bibliografía internacional hasta 6.147 citas de autores que han publicado artículos
científicos o libros sobre sociología del deporte” (1990: 17).
1 Entre otras, las siguientes: Sociology of Sport Journal, de la North American Society for the Sociology
Sport, fundada en 1984; Revue Internationale des Sciences du Sport et de l’Education Phisique, de la Association
Francophone pour la Recherche en Activités Physiques et Sportives, fundada en 1980; European Journal
for Sport and Society, de la European Association for Sociology of Sport (EASS), fundada en 2001; Journal of
Sport and Social Issues, de la Northeastern Universtity’s Center for the Study of Sport in Society, fundada en
1977; Journal of Sport Management, de la North American Society for Sport Management, fundada en 1984; y
Sportwissenschaft, de la Deutschen Sportbund y Bundesinstitut für Sportwissenschaft, fundada en 1970.
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ORIGEN Y DESARROLLO DE LA SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA
Para llevar a cabo la tarea aquí propuesta de reconstrucción y revisión crítica sobre el
desarrollo experimentado por la sociología del deporte en España, parece conveniente
apoyarse en la consideración de seis aspectos: 1) los principales hechos que marcan
cada momento; 2) la consolidación académica y científica de esta especialidad; 3) el
grado y tipo de presencia de los investigadores en el ámbito de la sociología del deporte;
4) la representatividad de la investigación realizada en esta área de conocimiento; 5) el
desarrollo del cuerpo teórico y metodológico; y 6) los temas de interés sociológico en
la investigación del deporte. Pocos autores han entrado en el análisis diacrónico de la
sociología del deporte en este país2 y, entre los que lo han hecho, ninguno ha tratado de
establecer una periodización manifiesta sobre el desarrollo de esta disciplina. En esta
ocasión puede resultar de interés realizar esta tarea, tratando de ubicar este proceso en
distintos momentos a partir del análisis —en todo caso, no de una manera sistemática— de
los citados aspectos.
Según este análisis, podemos establecer una periodización caracterizada por tres
etapas en el desarrollo de la sociología del deporte en España: Nacimiento, Crecimiento
y Consolidación. A continuación se analizan cada una de ellas.
Etapa de Nacimiento (finales de los setenta y años ochenta)
En España, al igual que ha ocurrido en otros países europeos, antes de la definitiva institucionalización
de la sociología del deporte, este fenómeno se abordó exclusivamente
desde el ámbito de la reflexión y el empirismo abstracto. Entre otros autores, mostraron
su interés Francisco Giner de los Ríos, Ortega y Gasset y José Luis López Aranguren.
No obstante, quien se convirtió en referente por antonomasia para los sociólogos interesados
por el estudio del deporte fue José María Cagigal (1928-1983), que no siendo
sociólogo en el sentido estricto —pues era filósofo de formación—, empleó sus diversos
conocimientos en pedagogía, antropología, sociología e historia, para analizar desde un
enfoque multidisciplinar el estudio social del deporte.
El interés que en los años sesenta y setenta del pasado siglo adquiere el deporte en
España como objeto de reflexión intelectual se debe fundamentalmente a las grandes
transformaciones que experimenta el país a esos momentos. En efecto, la sociedad española
vive en ese periodo su definitivo proceso de industrialización, al que le sigue el fin
de la dictadura franquista y la transición hacia la democracia. Ello supuso un revulsivo en
muchos campos sociales, inclusive el del deporte, que no se encontró ajeno a este clima
2 Cabe destacar los trabajos de García Ferrando (1990); Lagardera Otero (1991); Puig (1995 y 1996);
García Ferrando y Lagardera Otero (1998); y Mosquera y Puig (2003).
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de cambio y reivindicación: “Se pretendía ampliar las bases del deporte popular, facilitar
la práctica deportiva del mayor número posible de personas en instalaciones apropiadas;
se aspiraba a universalizar la enseñanza y práctica de la educación física y el deporte en
la escuela, y todo ello desde la consideración del deporte como un derecho ciudadano,
un servicio público” (García Ferrando y Lagardera, 1998:37). A partir de ese momento se
irá normalizando la situación deportiva en España, al formalizarse la enseñanza reglada
en educación física, por un lado, y al aumentar el número de instalaciones y practicantes,
por otro, dos hitos que serán decisivos.
En lo que atañe al primero de esos hitos, la creación de la Ley General de la Cultura
Física y el Deporte (Ley 13/1980) significó que todos los centros de educación básica
obligatoria debían ofrecer unas infraestructuras deportivas suficientes para la enseñanza
de la educación y la cultura física. Además, apoyaba la construcción de otros espacios
e instalaciones deportivas de uso público para el fomento o promoción de las diferentes
disciplinas deportivas. Este hecho tuvo un efecto inmediato: la implantación de la Licenciatura
en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y la Diplomatura de Maestro en la
especialidad de Educación Física, dos figuras docentes cuya labor exigiría una necesaria
ampliación de los conocimientos de la educación a través del deporte, a fin de mejorar la
efectividad de las labores docentes y prever las consecuencias que para el estilo de vida
de los ciudadanos tienen las actividades deportivas.
Dicho hito cuenta con un importante precedente histórico: la enseñanza de la Educación
Física ya se venía desarrollando con anterioridad en España, si bien los estudios se
realizaban en ámbitos no académicos prácticamente hasta finales de los años setenta
(en el ámbito de las federaciones y clubes deportivos, las escuelas de formación política
y, desde 1967, a través del recién creado Instituto Nacional de Educación Física, cuyas
principales sedes serán las de Madrid (1967) y Barcelona (1975))3. La Educación Física
se terminaría por vincular al ámbito académico desde mediados de los años setenta
(mediante una fórmula de dependencia administrativa) y, definitivamente, a partir de 1981,
año en el que se pone en vigor un nuevo Plan de Estudios.
Este proceso de instauración reglada de la enseñanza en educación física fue
determinante para el nacimiento de la sociología del deporte. La creación de los
INEFs y demás Facultades equivalentes se convirtió en el revulsivo apropiado para el
surgimiento de una masa crítica y un marco institucional. Entre sus planes de estudio
se impartía la asignatura de Sociología del Deporte y, por tanto, había un profesorado
específicamente formado en esta disciplina. “Además, en sus laboratorios se desarrollan
proyectos de investigación con esta materia. Aunque en tiempos anteriores
3 Posteriormente se crearán en otras ciudades españolas: Lleida y Granada (1982), Vitoria (1986),
Valencia, Las Palmas de Gran Canaria, A Coruña y León (1987), Cáceres y Toledo (1994), Vigo, Universidad
Católica de San Antonio de Murcia, Universidad Europea de Madrid, Universitat Ramon Llull de Barcelona y
Universitat de Vic.
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en algunas Facultades universitarias se hubieran realizado proyectos sociológicos
sobre el deporte, faltaba el marco vertebrador que aglutinara los esfuerzos. Entonces,
se producía el hecho que el alumnado de estos centros acudía a los INEF en caso
de querer investigar o ampliar sus conocimientos en sociología del deporte” (Puig,
1996:148).
El segundo hito fue el impacto causado por la Carta Europea del “Deporte para
todos” de 1975, en la que se sostenía que “la promoción del deporte, como factor
importante del desarrollo humano, debe ser estimulada y sostenida de forma adecuada
por los fondos públicos” (artículo 2º de la Carta). Esta idea incidió de forma importante
en las administraciones públicas españolas, materializándola a través de las famosas
Campañas de “Deporte para Todos”. Con estas campañas, las instituciones públicas
asumían su responsabilidad de ayudar “a todos los ciudadanos, cualquiera que sea
su edad, sexo, profesión, a comprender el valor del deporte y a practicarlo durante
toda la vida” (Junta de Andalucía, 1987). Y la mejor forma de hacerlo era creando
“mejores condiciones para la práctica del deporte para todos, dejando de ser privilegio
de minorías para pasar a ser un logro y una necesidad de toda sociedad” (Ibid.:
1987). Esto, en última instancia, exigía la construcción de instalaciones deportivas
para facilitar la práctica del deporte.
Ante esta nueva situación, las administraciones públicas, sobre todo las corporaciones
locales, requerían datos, inexistentes hasta ese momento, para poder planificar
adecuadamente tales campañas y las políticas públicas vinculadas en materia
deportiva —dado que en muchos ayuntamientos se crearon Fundaciones Municipales
Deportivas, que necesitaban información para intervenir sobre esta materia—, y en
esa coyuntura la sociología del deporte comienza a adquirir presencia (Puig, 1995).
Así, como resultado, desde algunos organismos públicos y entidades privadas sin
ánimo de lucro se procedió a la publicación de manuales sobre “Deporte y Municipio”,
con el fin de establecer criterios de actuación, basándose en el conocimiento sociológico
de la realidad deportiva española. Fruto de ese escenario será una iniciativa
importante: la puesta en marcha de un instrumento de medida sobre los hábitos y los
comportamientos deportivos de los españoles, consistente en las famosas encuestas
sobre el comportamiento deportivo de la población4.
4 Esta encuesta se comienza a aplicar en 1980 con la financiación del Ministerio de Cultura y bajo la
dirección de García Ferrando. Consiste en un barómetro que se ha venido realizando desde entonces hasta
nuestros días de manera quinquenal (1980 a 2005), habiéndose realizado seis encuestas hasta el momento,
lo que permite conocer de una manera comparada la evolución de las tendencias respecto a las actitudes, los
comportamientos y los hábitos deportivos de los españoles. Hay que decir que este instrumento en sí mismo
se ha convertido en uno de los estandartes de la sociología del deporte en España, ya que es la máxima
expresión de nuestra disciplina, debido a la importancia de la encuesta y, sobre todo, a su continuidad y
duración histórica. Además, ha tenido un efecto multiplicador, porque, desde que se aplicara por primera
vez, otras encuestas de este tipo se han venido desarrollando en las Comunidades Autónomas y en muchas
provincias y ciudades españolas.
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Además de lo anterior, entre 1986 y 1991 también se puso en marcha un Censo Nacional
de Instalaciones Deportivas (CNID), a través del Consejo Superior de Deportes, que ofrecía
datos sobre el número y las características de las instalaciones deportivas españolas y
que se volvió a realizar nuevamente en 1997. Este instrumento permitió desde entonces
analizar la situación en materia de infraestructuras deportivas entre territorios y tipos de
infraestructuras, pudiéndola comparar también desde una perspectiva diacrónica.
Este escenario que se acaba de describir confirma la emergencia de la sociología del
deporte como especialidad académica y científica. La clave está en que, como apunta
Puig (1996), “el deporte pasa de entenderse como problema social a ser concebido
como problema sociológico”; es decir, deja de ser sólo un objeto de preocupación social
a convertirse también en un objeto de preocupación científica. Como consecuencia, “la
sociología del deporte se dotará de unos instrumentos teóricos y metodológicos que le
permitirán entender el deporte más allá del sentido común, las ilusiones de transparencia
y las falsas evidencias. Se produjo, por tanto, una ruptura epistemológica” (Mosquera y
Puig, 2003).
En coherencia con ello, desde la comunidad científica se respondería a la demanda
de información en materia deportiva que hacen las administraciones públicas y el sistema
educativo, a la luz de esa institucionalización del deporte en la vida pública española. Se
puede decir que “se vivía un momento histórico que condicionaba mucho a las personas
que estaban vinculadas al deporte y las problemáticas suscitadas eran muy «reivindicativas
»: ¿cuántas instalaciones hay?, ¿cuántas se necesitan?, ¿cuántas personas pueden
o no pueden acceder al deporte?...” (Puig, 1996: 144). Estas demandas se materializarán
a través del diseño de instrumentos de medición de los comportamientos deportivos, la
aplicación de censos de instalaciones, la organización de encuentros académicos y el
asociacionismo científico como se expondrá a continuación.
Fruto de esas respuestas, en noviembre de 1983 se celebró el 1er Simposio El
Deporte en la Sociedad Española Contemporánea, un encuentro al que se suele hacer
referencia por ser considerado como un punto de partida en el proceso de madurez de
la sociología del deporte en España. Dicho simposio reunió a un ingente número de
participantes interesados en el estudio social del deporte, la mayoría de ellos profesores
que impartían docencia en los Institutos Nacionales de Educación Física (INEF). Esto
explica el hecho de que se presentaran pocos trabajos empíricos y, además, que hubiera
un cierto distanciamiento entre esta nueva disciplina y la teoría sociológica general (no se
dan apenas referencias a los autores clásicos ni se inscriben en las principales corrientes
sociológicas).
En suma, este periodo estuvo caracterizado por una escasa presencia de sociólogos
dedicados al estudio del deporte. Se puede decir que esta presencia queda reducida a
unos pocos nombres, entre los que desde el primer momento destacaron García Ferrando,
Puig y Martínez del Castillo, quienes, gracias a sus lazos con la sociología del deporte
que se hacía en otros países de Europa, comenzaron a desarrollar esta especialidad en
España.
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Por lo demás, en esta etapa tampoco eran muchos los temas de interés, pues en aquel
momento la preocupación política en materia deportiva y, en definitiva, la preocupación
social respecto al deporte se reducía a dos cuestiones: práctica deportiva e instalaciones
deportivas. Con ello, los temas de estudio más habituales eran los hábitos deportivos, la
oferta de servicios e instalaciones deportivas, el sistema organizativo (clubes, federaciones,
deporte municipal, etc.) y el “Deporte para Todos”.
Etapa de Crecimiento (años noventa)
En la anterior etapa, la sociología del deporte había conseguido mostrarse como una perspectiva
de interés para las administraciones públicas y para cierto público especializado. En
esta segunda etapa, que transcurre a lo largo de los noventa, el mayor logro fue alcanzar
el reconocimiento en el seno de la comunidad académica y científica. Esto fue posible
gracias a dos hechos: la creación del grupo de trabajo “Sociología del Deporte y el Ocio”
en el seno de la Federación Española de Sociología (FES), en 1989, y la aparición de la
Asociación Española de Investigación Social Aplicada al Deporte (AEISAD), en 1991.
En relación con el primero de esos hechos, en 1989, la Federación Española de
Sociología (FES), durante su III Congreso, titulado “La Sociología ante los Retos del Siglo
XXI” y celebrado en San Sebastián, incluye por primera vez el área de “Sociología del
Ocio y el Deporte”. Este acontecimiento fue decisivo para esta especialidad de la sociología,
ya que desde entonces esa área ha mantenido su presencia en el seno de la FES,
recogiendo en sus posteriores congresos las aportaciones realizadas por los sociólogos
dedicados al estudio del deporte en España.
La importancia de este Congreso es compartida, además, por algunos autores (Mosquera
y Puig, 2003), por reconocer que en el marco de dicho encuentro se gestó, con
el impulso del profesor García Ferrando y otros sociólogos del deporte (Puig, Heinemann,
Martínez del Castillo, Mosquera, Fraile, etc.), el embrión de lo que sería la asociación que
a día de hoy se ha convertido en la institución aglutinadora de la sociología del deporte en
España, denominada AEISAD (asociación Española de Investigación Social Aplicada al
Deporte). Se trata, en todo caso, de una asociación que agrupa a investigadores sociales
procedentes de otras muchas disciplinas académicas. Así, en este III Congreso de la FES
“quedó clara la necesidad de aunar esfuerzos para avanzar en el conocimiento riguroso
del deporte, puesto que se llega a la conclusión de que es preciso mejorar la calidad de
los trabajos realizados y alcanzar el nivel de otros países europeos” (Mosquera y Puig,
2003).
Así, coincidiendo con la celebración del Congreso Políticas Deportivas e Investigación
Social, celebrado en Pamplona en abril de 1991 y organizado por el Gobierno de Navarra,
tiene lugar la creación de la AEISAD. En último término, existía la necesidad de crear un
marco institucional, un espacio de encuentro y, por tanto, un instrumento de referencia,
entre los sociólogos que se dedicaban al estudio del deporte, y éste se materializó finalmente
en la AEISAD.
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No se trataba de agrupar sólo a los sociólogos del deporte, sino a todos los científicos
sociales, cualquiera que fuera su disciplina de estudio (sociólogos, antropólogos, economistas,
historiadores, arquitectos, juristas, licenciados en educación física, etc.), que en todo
caso tuvieran al deporte como objeto de investigación. Al fin y al cabo, esta comunidad no
era muy abundante y, desde su origen histórico en el ámbito internacional, la sociología del
deporte ha sido eminentemente interdisciplinar (Lüschen y Weis, 1979:13). Por lo tanto, lo
que se pretendió fue agrupar a la mayoría de los expertos en el estudio social del deporte,
“con el objetivo de realizar un análisis inicial y global de la realidad deportiva y, al tiempo,
proporcionar pautas a seguir, puesto que se entendía que faltaban bases sólidas para
desarrollar un trabajo científico” (Mosquera y Puig, 2003).
En ese escenario de emergencia de la AEISAD se desarrollaría un evento que marcará
la definitiva institucionalización de la sociología del deporte en España. En el año
1992 se celebran los Juegos Olímpicos de Barcelona. Este acontecimiento hizo que el
deporte despertara un gran interés en el ámbito de la Administración Pública, los medios
de comunicación de masas y la sociedad en su conjunto, lo que motivó a su vez un
incremento de las investigaciones sobre el fenómeno deportivo. De hecho, en el marco
de los citados juegos se celebró en Málaga el Congreso Científico Olímpico de 1992,
que tendría una área específica sobre sociología, en la que lo más interesante serían las
comunicaciones presentadas en dos de los seminarios organizados: el seminario coordinado
por Laurence Chalip (USA) y Klaus Heinemann (RFA), bajo el título “Buscando la
relevancia desesperadamente: el papel de las Ciencias Sociales en la política deportiva”,
y el seminario coordinado por Gyóngyi Foldesi (Hungría), con el titulado “Investigación
comparativa en Sociología del Deporte: problemas y perspectivas”.
Estos Juegos Olímpicos se convertirían en una oportunidad histórica para la consolidación
de esta especialidad. Como indica el propio García Ferrando, su preparación
“presentó una situación casi de laboratorio social, para estudiar en España la asignación
de recursos públicos al desarrollo del deporte. [...] Pero al margen de los temas presupuestarios,
se encuentran otros temas que también interesan a la sociología, tales como la
evaluación de la influencia social de los Juegos Olímpicos, o el estudio del impacto de los
medios de comunicación de masas en la difusión y popularización de hábitos deportivos
en la población” (1990:23). En este escenario, el II Congreso de la AEISAD se celebraría
ese mismo año en Burriana (Castellón) con el título “Ciencias Sociales y Deporte”, lo que
supuso un paso adelante en este esfuerzo por consolidar el estudio social del deporte en
España.
Con todo, tanto la iniciativa de la FES como la creación de la AEISAD permitieron
que los profesores universitarios e investigadores vinculados al estudio social del deporte
encontraran un lugar de referencia, intercambio de conocimientos y experiencias y, en
definitiva, de comunicación, con el que trabajar sobre los temas propios de la sociología
del deporte. Así, en estos espacios emergió un marco institucional que agrupaba a un
colectivo de investigadores con intereses comunes (la investigación social del deporte),
generando a su vez con ello, como lo hizo años antes la creación de los INEF, una cierta
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masa crítica. En efecto, eran muchos más los sociólogos que comenzaron a dedicarse
al estudio del deporte, si bien aún seguían representando una pequeña minoría, sobre
todo en proporción a los profesores de educación física que trabajaban sobre esta cuestión
desde una perspectiva social. Además, siendo cierto que se observaba una mayor
participación en los encuentros de sociología del deporte, también lo es que no seguían
siendo demasiados los investigadores que lo hacían de una manera regular.
Este crecimiento del número de investigaciones sociales sobre deporte estuvo caracterizado,
por un lado, por el empleo del cuerpo teórico propio de la sociología general y,
por otro lado, por una diversificación de los temas de estudio. En relación con el primero
de los aspectos, efectivamente se aprecia que comienza a desarrollarse un cuerpo teórico
que mantenía mayor relación con las principales corrientes y los grandes postulados
de la sociología general, si bien este desarrollo teórico aún no alcanzaba los niveles de
madurez que se daban por entonces en otras áreas de trabajo de la sociología. Además
del desarrollo teórico, también se observaba un avance en la producción empírica.
En lo que atañe a la diversificación de los temas de estudio en sociología del deporte,
las causas hay que buscarlas en el desarrollo del sistema deportivo y el propio desarrollo
de la sociología. En efecto, las nuevas formas de práctica y organización deportiva se ven
acompañadas paralelamente por nuevos modelos de interpretación y análisis sociológico.
Así, a los tradicionales temas de estudio se les unirán ahora otras muchas preocupaciones,
tales como las cuestiones relacionadas con la educación física, la integración de la
perspectiva de género en la práctica del deporte, la influencia del deporte olímpico en
la reproducción de los hábitos deportivos de la población, la incidencia de los mercados
profesionales deportivos, el papel de los medios de comunicación de masas en el consumo
del deporte espectáculo, las nuevas formas de organización deportiva, la emergencia de
nuevos deportes y espacios deportivos, el fútbol y la violencia, etc.
Etapa de Consolidación (a partir del año 2000)
A partir del 2000, año en el que se celebra el VI Congreso de la AEISAD Deporte y
Cambio Social en el Umbral del Siglo XXI, se observa un proceso de inflexión que hace
pensar que la situación que se da en estos momentos en el ámbito de la sociología del
deporte constituye el comienzo de una nueva, que puede ser entendida como un periodo
de consolidación.
Esta nueva etapa, aunque no es muy distinta de la anterior, da paso a una situación
de estabilidad, que se concreta en el hecho de que esa masa crítica generada a lo largo
de los años noventa se mantiene y existe una continuidad en lo que respecta al nivel de
producción científica. Prueba de ello es que el grupo de trabajo de “Sociología del Ocio
y el Deporte (y a partir de ahora, también del turismo)” de la FES persiste al paso del
tiempo y la AEISAD continúa cumpliendo sus propósitos de agrupación y comunicación
entre investigadores sociales del deporte, mediante la organización de los congresos
bienales.
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Por tanto, el número de profesores e investigadores que se dedican a la sociología
del deporte se estabiliza y el número de investigaciones sigue incrementándose lenta,
pero progresivamente. En todo caso, esta situación se desarrolla de una manera peculiar,
dado que se experimenta un mayor crecimiento del número de investigadores que, sin
ser sociólogos, se dedican a analizar el deporte desde una perspectiva sociológica.
Quizá, lo que diferencia más a esta etapa de las anteriores es que se experimenta
una intensificación de la variedad de temas que se estudian —ya no sólo aquéllas que
interesaban en el pasado, sino otras nuevas— y, sobre todo, porque ahora se comenzará
a estudiar aspectos cada vez más específicos del fenómeno deportivo; es decir, a los
habituales temas de estudio se le unen ahora preocupaciones concretas como el estudio
sobre la contribución del deporte a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores
o a la integración de los inmigrantes, el conocimiento sobre los procesos de construcción
y apropiación simbólica de los espacios deportivos, etc.
En definitiva, la etapa de consolidación, que es donde nos ubicamos en estos momentos,
es una etapa de estabilidad en ciertos aspectos, lo cual no necesariamente debe
entenderse de una manera positiva. Tal cual podría valorarse, se trata de una consolidación
de la disciplina, que es el resultado de la labor desarrollada por los sociólogos del deporte
en las dos últimas décadas, si bien esta colectividad se encuentra ahora en una situación
en la que le hacen faltan referencias para seguir avanzando.
REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE EL DESARROLLO DE LA SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA
En esta reconstrucción sobre el proceso de desarrollo experimentado por la sociología
del deporte en España hemos podido identificar una serie de cuestiones que merecen un
análisis crítico de mayor profundidad. Este punto se dedica a reflexionar sobre algunas de
ellas con un doble objetivo: complementar dicha reconstrucción con alguna información
de interés para comprender en mayor grado el desarrollo de esta especialidad e incitar
al debate en el seno de nuestra comunidad científica. En todo caso, no ha lugar aquí
para profundizar demasiado en tal ejercicio de reflexión, por lo que se tratarán sólo las
cuestiones que suscitan mayor inquietud. En concreto, sobre las principales aportaciones
que ha realizado la sociología del deporte en España desde sus comienzos y sobre el
nivel y características de los trabajos de investigación.
Las aportaciones de la sociología del deporte
En la introducción se ha hecho referencia a tres posibles formas de acercarse al estudio
del deporte desde una perspectiva sociológica: de manera experimental, en el estricto
sentido de la óptica de la sociología del deporte y desde una perspectiva fenomenológica
—ésta última como una mirada específica de la sociología del deporte. En cambio, no se
ha apuntado nada aún en relación a las perspectivas teóricas y metodológicas empleadas
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por la sociología para el análisis de este fenómeno. Y esta cuestión tiene un gran interés,
dado que su conocimiento puede ayudarnos a delimitar las áreas de estudio sociológico
del deporte y, por tanto, a establecer valoraciones sobre las principales aportaciones de
esta disciplina al conocimiento del fenómeno deportivo.
Para algunos sociólogos, el estudio del deporte desde la perspectiva sociológica se
caracteriza —tal como ocurre en otras áreas de trabajo de la realidad social (Bourdieu y
Coleman, 1991; Giner, 2003)— por un pluralismo teórico y metodológico, que se explica a
su vez por ese carácter dinámico y complejo con el que nos hemos referido al fenómeno
deportivo. A este respecto, coincido con los que mantienen esta posición —como, por
ejemplo, García Ferrando y Lagardera (1998)—, pero sólo parcialmente y, por tanto, con
ciertas matizaciones. Considero que es cierto que el interés sociológico por el deporte
ha logrado ampliar en los últimos años su perspectiva de análisis. De hecho, han sido
interesantes los avances logrados en el estudio sociológico del deporte desde las perspectivas
funcionalista, marxista, figurativa, estructuralista, feminista y el interaccionismo
simbólico y la perspectiva feminista. Ahora bien, también hay que decir que esta diversificación
de miradas sociológicas sobre el fenómeno deportivo es relativamente reciente
y se encuentra poco desarrollada, ya que durante muchos años no había conexión entre
sociología del deporte y teoría sociológica general. Además, tampoco se ha apreciado
un gran desarrollo empírico en el estudio sociológico del deporte desde sus inicios.
No obstante, como apuntaba antes, probablemente se haya avanzado mucho en el
estudio del deporte desde esas perspectivas de análisis señaladas (García Ferrrando y
Lagardera, 1998). Así, por ejemplo, la perspectiva funcionalista nos ha ofrecido una visión
muy interesante sobre el carácter orgánico del deporte, entendiéndolo como un fenómeno
que reproduce y refuerza el modelo social vigente (a través de las normas, los valores, las
sanciones, el tipo de estratificación, etc., característicos del sistema deportivo) y sobre su
función integradora y socializadora para lograr el orden social.
Por su parte, la perspectiva marxista del deporte ha mantenido una posición crítica
respecto a la postura de análisis anterior, fundamentalmente porque no se muestra afín
a esa percepción sobre la función estabilizadora del deporte, dado que considera que lo
que hace esta actividad es contribuir a la aquiescencia moral de las masas sociales y, en
consecuencia, al mantenimiento de las relaciones de dominación de unas clases sobre
otras.
Otra visión distinta es la que nos ha ofrecido la perspectiva figurativa, que pone su
énfasis en el proceso civilizador del deporte, es decir, que considera a esta actividad
como un elemento conciliador de las relaciones de reciprocidad entre el individuo y la
sociedad —en otras palabras, que ha contribuido a reducir la violencia en el marco de
las relaciones sociales— en el proceso hacia la Modernidad.
En otro sentido, también hay que contemplar la aportación de la perspectiva estructuralista,
la cual ha arrojado cierta luz sobre los mecanismos que influyen en la elección
de las prácticas deportivas de los individuos. Según esta perspectiva, la pertenencia a
una determinada clase social es algo decisivo, ya que en su seno existen propiedades
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de carácter social y cultural que hacen que optemos por prácticas deportivas afines en
intereses y gustos a nuestros grupos de pertenencia.
Una perspectiva diferente a las anteriores es la del interaccionismo simbólico, que
no dirige su atención a las relaciones estructurales de los individuos, sino que se ocupa
del sentido subjetivo de la acción social. Algunas de las principales aportaciones sobre
el estudio del deporte que se han realizado desde esta perspectiva son la comprensión
de los significados sociales y las emociones en el deporte. Así, “el deporte ostenta muy
distinta significación según diferentes grupos de personas, en especial si éstas responden
a diferentes patrones culturales” (Weis, 1990:19).
Finalmente, la perspectiva feminista también ha contribuido al conocimiento
sociológico del fenómeno deportivo. Siguiendo las orientaciones marcadas por las
principales teorías feministas (las teorías de la diferencia, la desigualdad y la opresión),
esta perspectiva ha arrojado luz sobre las desigualdades de género y los abusos que
experimentan las mujeres en el ámbito deportivo y sobre las diferencias en términos
de capacidades físico-deportivas entre hombres y mujeres (es decir, diferencias de
carácter social y cultural, biológicas y psicológicas). A estas preocupaciones se les
suman ahora otras nuevas, como, por ejemplo, la masculinización del cuerpo entre las
mujeres deportistas.
En suma, todas estas perspectivas sociológicas han contribuido al conocimiento
del fenómeno deportivo5. En algunos casos, la contribución se ha debido a la propia
perspectiva de análisis, al ofrecernos una interpretación muy particular sobre los hechos
deportivos; este es el caso, por ejemplo, de las perspectivas funcionalista, marxista,
estructuralista y figurativa. En otros casos, la aportación de estas perspectivas ha sido la
de acceder a realidades algo más complejas, menos globales y más subjetivas, tal como
lo han hecho el interaccionismo simbólico y las perspectivas feministas. En cualquier
caso, todas han contribuido de una forma u otra, ya que “no todos los modelos valen para
todos los objetos; de ahí que la multiplicidad de objetos a estudiar dentro de ese gran
objeto de estudio que es la realidad social o el ser humano en sociedad exija pluralidad
de orientaciones teóricas” (García Ferrando y Lagardera Otero: 1998:15); máxime en lo
relativo a un fenómeno de tal magnitud y complejidad como es el deportivo.
5 Bajo la perspectiva funcionalista son destacables los trabajos de Loy (1978), Lüschen (1981), Leonard
(1984) y Kenyon (1986). En el caso de la perspectiva marxista de la sociología del deporte, ésta se encuentra
abanderada por el grupo PARTISANS (1972) y por otros autores tales como Rigauer (1969), Brohm (1978) y
Hargreaves (1986). La perspectiva figurativa ha sido desarrollada principalmente por Elias y Dunning (1982) y
sus críticos —Mennell (1989), entre otros. En el atañe a la perspectiva estructuralista, ésta ha sido aplicada al
deporte por parte de autores como Pociello (1981), Vigarello (1988) y Parlebas (1988). Desde el interaccionismo
simbólico, han analizado el deporte Weis (1979), Marsh, Rosser y Harré (1978), entre otros. Finalmente, en
el estudio social del deporte desde la perspectiva feminista destacan los trabajos de Messner (1985), Klein
(1990), Renzetti y Curran (1995) y Brackenridge (1997).
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No obstante el peso que pueden haber ejercido estas perspectivas teóricas de la
sociología en el estudio del deporte, la realidad en España no nos permite llevar a cabo
una lectura comparable. En lo que concierne a la situación experimentada en este país
en la producción empírica de conocimientos en esta área, debemos limitarnos a establecer
una valoración sobre las aportaciones de la sociología del deporte a partir de las
principales temáticas que han ocupado el interés de los investigadores, a saber: 1) el
significado del deporte; 2) la estructura social del deporte (hábitos, comportamientos y
actitudes deportivas); 3) el deporte como elemento de socialización o el deporte en el
ámbito de la educación física; y 4) el sistema organizativo y la mercadotecnia en el deporte.
Esta delimitación es diferente de la que hacen otros sociólogos dedicados al estudio de
la Sociología del deporte en España (Puig, 1996; García Ferrando, 1998; Mosquera y
Martos, 2001; y Mosquera y Puig, 2003), que la estructuran en tres áreas: evolución y
significado del deporte, organización del deporte y actitudes sociales hacia el deporte.
Entre estas áreas temáticas delimitadas, la primera, el significado del deporte, es
quizá una de las más desarrolladas. En efecto, son muchos los sociólogos del deporte
que han tenido la necesidad de aclarar este término en sus diversos trabajos, sobre todo
en su preocupación por conocer el origen de esta actividad y las funciones sociales que
cumple en la sociedad contemporánea. Así, Cagigal (1981) trató esta cuestión desde una
perspectiva humanística; García Ferrando (1990) ha venido haciendo lo propio desde el
interaccionismo simbólico; Martínez del Castillo et al. (1991, 1992 y 2005) enfatizaron en el
pasado el carácter económico del deporte y en nuestros días se refiere en un sentido más
estructuralista; Lagardera (1992 y 1993) recurre al análisis de las perspectivas figuracionistas
para abordar este concepto; Barbero (1993) trata de conceptualizar este fenómeno
desde una perspectiva de carácter más marxista; etc.
En cualquier caso, lo cierto es que todos los análisis han puesto de relieve el carácter
complejo y multifuncional de esta actividad, algo que ya reconoce la Carta Europea del
Deporte de 1992, donde se entiende al deporte como “toda forma de actividad física que,
mediante la participación casual u organizada, tienda a expresar o mejorar la condición
física y el bienestar mental, estableciendo relaciones sociales u obteniendo resultados en
competición a cualquier nivel” (UNISPORT, 1993:5). Esto significa que también aparecen
nuevas formas deportivas y, por tanto, resulta necesario actualizar los significados de
esta actividad. Así, por ejemplo, en torno a esta preocupación se abordará el análisis
sobre el significado turístico y recreativo del deporte (Latiesa Rodríguez, 2000; Latiesa
Rodríguez et al., 2001); el significado de los neodeportes, también denominados de
aventura, naturaleza o riesgo (Olivera, 1995; Moscoso, 2003), o el carácter saludable de
las actividades físico-deportivas (Martínez del Castillo et al., 2005; Latiesa Rodríguez et
al., 2002).
En lo que concierne a la segunda de las áreas temáticas, la relativa a la estructura
social del deporte, también ha habido una interesante producción científica. Podemos
decir que esta área se ha desarrollado casi de manera paralela a la primera, dado
que ambas responden a las condiciones que caracterizaron a la institucionalización
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del deporte y de la propia sociología del deporte a comienzos de los años ochenta.
García Ferrando fue uno de los que iniciaron esta línea de análisis, a través de la
citada Encuesta de Hábitos Deportivos de los Españoles (1982, 1986, 1991, 1997 y
2001), a la que se han sumado desde entonces otras muchas encuestas de carácter
autonómico y local, realizadas por éste y otros sociólogos. También contribuyeron a su
inicio otros autores, como Puig, Martínez del Castillo y el grupo APUNTS (1985), que
centraron sus análisis en aspectos más específicos, tales como el deporte para todos,
y otros sociólogos que abordaron la cuestión de los itinerarios deportivos (Mosquera
y Puig, 1998), los estilos de vida (Puig, 1998; Latiesa Rodríguez y Martos, 1998), las
relaciones de género en la práctica deportiva (Buñuel, 1994; Díez Mintegui, 1996;
Puig, 1986; Durán, 1987), la edad en el deporte (García Ferrando, 1993; Martínez del
Castillo et. al., 2005), etc. Asimismo, una mirada muy singular en esta área, pese a ser
poco conocida, ha sido la desarrollada por Rodríguez Díaz (1998 y 2001) desde una
perspectiva fenomenológica, pues ha permitido esclarecer aspectos muy interesantes
sobre la construcción social de los espacios deportivos.
En relación con la tercera área temática, la de la socialización y/o la educación física
en el deporte, ésta ha ocupado un lugar menos destacado en el ámbito de la sociología
del deporte en España. Es cierto que en los Congresos de la AEISAD ha tenido una
presencia más relevante el análisis de este binomio, pero dicha presencia no ha estado
muy representada por los especialistas de sociología del deporte, sino por otros sectores
profesionales —en concreto, los profesores de educación física. Prueba de ello es que
han sido pocas las comunicaciones que abordaran la relación entre la educación física y
el deporte presentadas a los distintos congresos de la FES. No obstante, en el caso de los
trabajos que se han presentado a estos Congresos, la mayor parte han tratado aspectos
relativos a la socialización de valores sobre calidad de vida y salud, el respeto al medio
ambiente y la cultura de la tolerancia (Durán, 1998 y 1999; Mosquera, 1998; Mosquera et.
al., 2001); los hábitos y comportamientos deportivos en edad escolar (Trillo, 1990; Fraile,
1998 y 2001); y también otras cuestiones de carácter profesional sobre el Currículum en
la formación de los profesores y las metodologías de enseñanza empleadas en educación
física (Fraile, 1993; Higinio Arribas, 1998 y 2001; Castañer y Buscá Donet, 2001).
Por último, la cuarta área de análisis señalada es la relativa a las organizaciones y la
mercadotecnia en el deporte. Respecto a esta área hay que decir que en ciertos momentos
(sobre todo, en los años de promoción del deporte popular y tras los Juegos Olímpicos de
Barcelona de 1992) aumentó el número de trabajos sobre cuestiones relativas a la gestión
pública en materia de políticas deportivas (promoción del deporte popular y equipamientos
deportivos) y el deporte espectáculo y de alto nivel. En relación con el primero de estos
temas, se desarrollaron trabajos ya apuntados anteriormente, como por ejemplo los censos
de instalaciones deportivas y la evaluación de las campañas de “Deporte para Todos”.
Asimismo, también fueron importantes los estudios sobre políticas deportivas a nivel local,
sobre fundaciones y patronatos deportivos municipales (Burriel, 1990; García Ferrando,
1986a y 1989; Martínez del Castillo, 1991), y sobre clubes y federaciones deportivas
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(Moreno, 1992 y 1993; Puig, Moreno y López, 1996; Heinemann, 1997). En lo que atañe
al segundo de los temas, pese al interés mediático del deporte espectáculo y de alto
nivel, tampoco han sido muchos los trabajos realizados en el ámbito de la sociología del
deporte. Existen algunas investigaciones que analizan la situación del Deporte Olímpico
en España (García Ferrando, 1996), el papel de los medios de comunicación de masas
en la difusión del deporte (Moragas, 1992) y la violencia en el deporte espectáculo, en
concreto, en el ámbito del fútbol (Durán, 1996; Rodríguez Díaz, 2004).
La calidad y el rigor de los trabajos de investigación científica
En otro orden de cuestiones, uno de los puntos que más preocupación ha suscitado a la
sociología del deporte en España en este tiempo ha sido la escasa calidad y rigor de los
trabajos de investigación científica. Esta cuestión ya ha sido denunciada con anterioridad
por otros autores, como por ejemplo Cagigal (1979:6), que acusaba a la sociología del
deporte de practicar un «empirismo ingenuo», y, más recientemente, otros autores, como
García Ferrando y Mosquera y Puig, harían alusión al tema. García Ferrando, por ejemplo,
señalaría a comienzos de los noventa que “se utiliza la sociología como una perspectiva
intelectual, como un medio para reflexionar socialmente sobre unos fenómenos como son el
ocio y el deporte [...] Son muy escasos los trabajos de investigación que se realizan desde
una perspectiva sociológico-científica, esto es, con la pretensión de desarrollar modelos
teóricos, de acumular conocimientos empíricos y de contrastar hipótesis que permitan
el avance del pensamiento teórico en los campos del ocio y el deporte” (1998:268). Por
su parte, Mosquera y Puig señalaban más recientemente que “todavía queda mucho por
hacer desde un punto de vista teórico, empírico y metodológico” (2003).
A hablar de escasa calidad y rigor de los trabajos de investigación científica se hace
referencia, en concreto, a tres cuestiones:
1ª. El predominio de análisis de escaso contenido empírico. En general, en el ámbito
de la sociología del deporte suelen predominar los trabajos de reflexión, que, además,
no se apoyan en los grandes postulados teóricos de la sociología general, sino que se
limitan a describir procesos sociales con teorizaciones de sentido común, careciendo, en
consecuencia, de rigor científico.
2ª. En coherencia con lo anterior, también se hace referencia al abuso de análisis de
carácter descriptivo, o lo que se denomina empirismo abstracto o crudo. Esta situación
revierte en una escasa profundización de los datos obtenidos a través de la investigación
aplicada y, por tanto, en el tipo de interpretación y comprensión de las realidades relativas
al deporte.
3ª. El escaso y mal empleo de las técnicas de investigación social. En relación con
esta cuestión, los tipos de técnicas que han predominado ha sido la encuesta, que en
muchas ocasiones ni siquiera se ha realizado de manera presencial (son comunes las
encuestas que se realizan por Internet y, sobre todo, distribuyéndolas entre los propios
profesionales de este ámbito: alumnos, profesores, técnicos y otras poblaciones estudiaLA
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das), que además no suelen apoyarse en criterios metodológicos serios (por ejemplo,
es habitual el uso de encuestas que se aplican sin diseño muestral); y la observación
participante, como técnica cualitativa más extendida (una técnica que suele emplearse
para constatar que se ha observado el fenómeno que se estudia, que se ha realizado
trabajo de campo).
Ahora bien, las causas que contribuyen a explicar esta situación hay que buscarlas
en los siguientes factores:
1) En relación con los investigadores, el hecho de que sean pocos los sociólogos que
se dedican al estudio social del deporte puede considerarse una cuestión determinante.
El caso es que este fenómeno nunca ha sido un tema de especial interés para nuestro
colectivo, motivo por el cual otras comunidades académicas (fundamentalmente, los
licenciados en ciencias del deporte) han ido ocupando un papel más activo en esta área.
En ello influyen, además, otras dos cuestiones: una es el hecho de que la asignatura de
sociología del deporte se haya dado siempre en los Institutos Nacionales de Educación
Física (INEF), dificultando que este objeto de preocupación tuviera una mayor difusión
entre los propios sociólogos; y otra es el hecho de que en la FES el grupo de trabajo de
sociología del deporte nunca haya alcanzado un estatus con entidad propia, sino que ha
sido aglutinado dentro de un conjunto diverso de temáticas (ocio, turismo y deporte), lo que
ha podido dar lugar a una dispersión de los esfuerzos de quienes podrían estar interesados
en agruparse en torno a un mismo objeto de estudio. Por lo demás, el hecho de que muchos
de los profesionales que realizan estudios sociales en el ámbito del deporte carezcan de
formación sociológica (tanto teórica como metodológica) podría estar provocando ciertas
carencias y sesgos de carácter teórico y técnico en los resultados de investigación.
2) En relación con los trabajos de investigación, hasta nuestros días no se ha producido
una acumulación de resultados empíricos con el suficiente peso —o, al menos,
no en el mismo grado que en otras áreas de estudio— y, más aún, no hay demasiada
investigación sobre deporte realizada por los propios sociólogos. En mi opinión, en ello
puede influir, además de las razones arguidas anteriormente, el carácter instrumental
de los sociólogos. En el ámbito de la sociología suele predominar un cierto oportunismo
ante la elección de los temas de estudio que, en relación con el tema que aquí se trata,
poco interés ha despertado hasta ahora en nuestra comunidad científica. Por esa
razón, a los que nos dedicamos a estos temas puede que hasta se nos haya tachado
de románticos, humanistas y algo quijotescos, tal como apuntara hace tiempo en esta
misma revista González Fernández, para quien “la connotación vulgar o frívola que
—por contraposición con la ‘alta cultura’— tiene el deporte desde cualquier posición en
el espectro ideológico, es sin duda el escollo principal que ha de superarse en la larga
marcha de aproximación que nos llevará a culminar el empeño de construir conocimiento
en el ámbito de la sociología del deporte [...] así, la desdeñan los sociólogos y
la desprecian los deportistas, como expone Pierre Bourdieu en Cosas Dichas” (2003:
241); algo en lo que puede influir los escasos recursos existentes para la realización
de estudios sociales aplicados al deporte.
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3) En relación con las instituciones administrativa, académica y científica, éstas también
tienen una enorme responsabilidad a este respecto. En efecto, salvo en contados
momentos, en general, desde comienzos de los años ochenta a nuestros días se ha
podido observar una cierta irresponsabilidad pública en lo que atañe al estudio social del
deporte en España. Por un lado, en algunos ámbitos de la Administración (sobre todo,
en los niveles estatal y regionales), sólo determinados fenómenos deportivos (el deporte
para todos, los hábitos y comportamientos deportivos de la población, las instalaciones
deportivas, el deporte olímpico y de competición y la violencia en el deporte) han suscitado
una preocupación tal que les llevase a afrontar esta realidad apoyándose en la
investigación sociológica. Por otro lado, a otros niveles más concretos (a nivel local y de
clubes públicos y privados deportivos) la preocupación por el deporte sólo ha motivado
el estudio orientado a la mejora de la calidad de la gestión, sobre todo en términos de
competitividad, dado que la oferta de servicios deportivos experimenta un progresivo
incremento. Esto ha llevado a una situación en la que se produce cada vez una mayor
necesidad de obtener datos relativos a las demandas deportivas de la población y la valoración
de los servicios y las instalaciones públicas y privadas. Por lo tanto, podemos decir
que ha aumentado el interés por la obtención de información para la mejora en la gestión
de los servicios y las instalaciones deportivas, si bien, dado que los recursos destinados
a satisfacer esta demanda de información no se incrementan, los niveles de calidad de
la información obtenida no son muy elevados. En lo que concierne expresamente a los
ámbitos académico y científico, la situación no es del todo diferente a la que se da en el
ámbito de las administraciones pública y privada.
CONCLUSIONES Y RETOS DE FUTURO
Tras este análisis sobre el estado de la cuestión de la sociología del deporte en España,
cabe esperar al menos una breve reflexión sobre lo que es posible augurar respecto a
esta especialidad en el futuro. Por lo pronto, basta con decir que el bagaje acumulado
durante este tiempo en el estudio sociológico del deporte —pese a las condiciones en
que se ha desarrollado y las debilidades académicas y científicas que en este artículo se
han denunciado— y, sobre todo, el nuevo contexto que caracteriza al deporte en estos
momentos, permiten atisbar una etapa apasionante para esta especialidad de la sociología,
que, en todo caso, se ve abocada a hacer frente a varios retos de manera urgente.
Considero que una de las necesidades más importantes a las que tiene que hacer
frente la sociología del deporte en los próximos años es la de marcarse unos objetivos
claros sobre lo que quiere, y eso significa varias cosas. En primer lugar, significa replantearse
su forma de trabajo, es decir, abrir canales de comunicación con los colegas que
se dedican al mismo objeto de investigación, lo cual, en última instancia, implica actuar
de manera cooperativa y corporativa. Para ello, una de las medidas más inmediatas
sería crear un grupo de trabajo exclusivamente dedicado a la “sociología del deporte” en
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el seno de la FES, con objeto de generar así entidad propia entre los investigadores de
esta especialidad.
En segundo lugar, al hilo de lo anterior, este espacio de encuentro con entidad propia
debe suscitar la renovación de su cuerpo teórico y metodológico, es decir, debatir y juzgar
el tipo de análisis que se está desarrollando en el estudio del deporte y valorar cuál es la
imagen pública de la sociología del deporte en España en el ámbito de la administración y
en los circuitos científicos nacionales e internacionales. En última instancia, esto significa
que es necesario establecer e institucionalizar los criterios propios del corpus sociológico
para hablar de investigación sociológica en el más estricto sentido del término.
En tercer lugar, una vez aclarados los criterios que deben orientar a nuestra especialidad
en los próximos años, es necesario abordar el análisis de ciertas áreas que
están desatendidas en estos momentos y profundizar en el de aquellas otras que aún se
encuentran poco desarrolladas, como, por ejemplo, la cuestión de la violencia, el dopaje y
los neodeportes. Como ya se apuntó en la introducción, el deporte es un sistema abierto y,
por lo tanto, se trata de un fenómeno cada vez más complejo. Por ello, se hace necesaria
igualmente una sociología cada vez más empírica, que haga uso de planteamientos metodológicos
avanzados y discurra en el marco de la sociología académica contemporánea,
común para el estudio de los fenómenos globales que ocurren en nuestra sociedad.
En cuarto y último lugar, como ya han defendido otros autores desde hace tiempo
(Puig, 1996; Mosquera y Puig, 2003), uno de los retos a los que debe hacer frente la
sociología del deporte en España es al de su internacionalización, algo que ha de entenderse
de la siguiente manera: la capacidad para innovar en el desarrollo del estudio
sobre los fenómenos deportivos y obtener resultados de rigor científico —que tengan, por
tanto, un cierto impacto académico, permitiendo así que sean un referente en el ámbito
internacional de la sociología del deporte—; una mayor participación en los encuentros
académicos que organizan las asociaciones internacionales de sociología del deporte;
un incremento del número de contribuciones a revistas internacionales de sociología del
deporte; y, también, la integración del grupo de trabajo de “sociología del deporte” de la
FES en la International Sociology of Sport Association (ISSA) y la European Association
for the Sociology of Sport (EASS).
En definitiva, tras esta etapa de consolidación de la que se habló previamente, debe
llegar una etapa de definitiva madurez, que devenga en un sentido cooperativo y corporativo,
científico, académico e internacional. Esta etapa en la que nos encontramos
actualmente es decisiva, porque el derrotero puede ser igualmente la pérdida progresiva
de nuestro posicionamiento en el ámbito de la investigación social del deporte en España,
o bien el definitivo despegue en pos de alcanzar un mayor peso en los circuitos académico,
científico y administrativo. Esperemos, en todo caso, que el derrotero que viva la
sociología del deporte sea este último, el de su revitalización, porque de esta manera
esta especialidad tendrá mayores oportunidades para trabajar en torno a una cuestión
de tal calado en nuestras sociedades como lo es el deporte.
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RECIBIDO: 14/01/2006
ACEPTADO: 26/04/2006