jueves, 9 de junio de 2011

La función política del deporte

La función política del deporte.
Notas para una genealogía
Eduardo de la Vega (Argentina)
Lic. en Psicología (Universidad Nacional de Rosario)
Trabajo presentado en el IIº Encuentro de Deporte y Ciencias Sociales Facultad de Filosofía y Letras - UBA
Organizado por el Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte - 6 de noviembre de 1999
Resumen
El dominio del deporte se configuró en la Grecia clásica a partir de un entramado constituido por la política, la filosofía, las artes y la guerra. La enkrateia (temperanza) configuró el elemento central de una problematización ética que estaba en el centro del dominio en constitución.
El triunfo del cristianismo en la Europa feudal eliminó ciertos aspectos de la cultura griega, aunque conservo y transformo otros. El gymnasio y la palestra desaparecieron en beneficio de la basílica, nuevo centro de la sociabilidad medieval. Los juegos agonísticos fueron prohibidos, aunque no desaparecieron.
Las sociedades modernas transformaron profundamente los antiguos juegos medievales e inventaron un nuevo dispositivo -el deporte moderno- de producción de placer, pero también de control, disciplinamiento y formación de la subjetividad. El nuevo dispositivo surgió a través de la inclusión de códigos, normas, restricciones en los antiguos juegos (caza, pelota, etc.) que progresivamente fueron adoptadas por las elites y posteriormente universalizadas. La codificación no solo afectó a los pasatiempos sino que también surgió en otros dominios (política, costumbres, etc.). La función política del deporte moderno no hay que pensarla en términos de represión sino de goce; tampoco de homosexualidad sino de implantación de nuevas formas de la sexualidad; mucho menos como la encarnación de un principio (fascismo, nacionalismo, etc.) que se disemina en ciertas instituciones, sino como un dominio con una lógica propia y formas propias de funcionamiento, que se verifican a nivel molecular, local, regional como relaciones de poder específicas y que luego se pueden incluir en estrategias más globales o generales de dominación.
Palabras clave: Deporte. Historia. Mecanismos de poder. Función política del deporte.

Introducción
Deporte y política es un tema ya clásico en las investigaciones que exploran el dominio deportivo. La función política del deporte alude sin duda a la forma en que éste se articula con los mecanismos de poder y a los efectos que dicha articulación produce.
La concepción marxista clásica sitúa en las fuerzas económicas la razón de ser actual e histórica del poder y ubica a lo político, lo jurídico y lo ideológico como epifenómenos de dichas fuerzas materiales. El análisis marxista supone un centro del poder (las clases hegemónicas, el Estado), del cual parte en sentido descendente para comprobar cómo los efectos de ese poder central se reproducen en los distintos estamentos de la sociedad (clases sociales, instituciones, grupos, etc.).
Actualmente existe una tendencia que induce a abandonar estos esquemas descendentes en el análisis de los mecanismos de poder para adoptar un recorrido inverso. Se trata de pensar al poder no en su centro sino en su periferia, no en las estrategias más generales de dominación sino en las prácticas concretas, específicas en las que se constituyen relaciones locales de poder, con lógicas propias y un régimen propio también de constitución y transformación.
Este método - al que Foucault1 llamó genealogía, y que aplicó al estudio de la sexualidad y la locura, entre otros - resulta sumamente útil, según creo, en la exploración del deporte en su articulación al poder.
En primer lugar porque el enfoque clásico no nos dice mucho acerca del deporte y la mayoría de las veces termina en elucubraciones un tanto alejadas de las prácticas concretas en cuestión. Es el caso de Sebrelli quien ve en el fútbol un poderoso instrumento de dominación inventado por las clases hegemónicas de las sociedades burguesas. Esta tesis, que no es en sí misma incorrecta, adquiere matices confusos cuando intenta dar cuenta de la naturaleza de los mecanismos específicos de dominación que se articulan con relación al fútbol2 . La utilización, en este sentido, del concepto psicoanalítico de represión -que hace aparecer al deporte con una estructura similar a la del síntoma freudiano- produce perplejidad en cualquier investigador que conoce de cerca a la doctrina psicoanalítica y al deporte.
A la inversa, el enfoque genealógico permite ubicar los mecanismos específicos de dominación que se articularon en el punto mismo de constitución del dominio del deporte, su naturaleza, su lógica, sus puntos concretos de inserción. Permite también perseguir todos esos efectos a través de sus transformaciones históricas, así como también la forma en que los mismos fueron anexados, colonizados, recodificados por otras practicas y otros discursos. Finalmente, entonces sí, es posible trazar un mapa de conjunto que permita ver cómo las prácticas locales son englobas por estrategias más generales de dominación.
LA AGONISTICA GRIEGA: EL DOMINIO DE SÍ MISMO
Desde esta perspectiva, mi intención es situar una serie de prácticas y discursos que permitan trazar algunos contornos de lo que podríamos llamar una genealogía del deporte.
Conocemos la importancia que los juegos agonísticos tuvieron para los griegos, no así la función política (y también ética) de los mismos.
Los griegos problematizaron por primera vez un dominio ético que incluía al cuerpo y los placeres para articularlo con el campo de la política en un contexto bien delimitado, el de la polis.
Durante el siglo clásico asistimos al despliegue de una voluntad de autoestilización, que surgió en la aristocracia griega e incluyó prácticas tan disímiles como la retórica, el teatro, la filosofía, la música, el teatro y los juegos3 . Una ética del cuidado de sí se elaboró con relación a los placeres del cuerpo. Se trataba de una preocupación por el cuidado de uno mismo que se extendía a los bienes privados (como la casa y las propiedades en general) y al ámbito público (política).
Los placeres (no sólo los placeres sexuales) eran considerados por los griegos, buenos o malos, según el uso que se hacía de ellos. Constituían una naturaleza susceptible de inducir a todo tipo de excesos por lo que debía ser objeto de control. La relación con los placeres, su dominio, era pensada por los griegos sobre el modelo de la justa deportiva y la batalla, es decir, como una relación agonística con uno mismo.
Para un enfrentamiento tal, era necesario prepararse, entrenarse. El ejercicio tomaba así su lugar estratégico, tanto en el ámbito de la filosofía y la retórica, como en el del teatro, la música y los juegos.
El dominio de sí constituía una virtud privada que se proyectaba en lo público: el ciudadano capaz de llevar una vida equilibrada, que no caía en los excesos propios de las clases incultas, estaba en condiciones de competir para el acceso a los cargos políticos. Es decir, la adquisición de la temperancia (enkrateia) era necesaria para la formación del hombre libre como también para la formación del ciudadano que se preparaba para gobernar a los demás.
Los espacios públicos: el ágora, el teatro, los juegos constituían los lugares donde los jóvenes sobresalían en el ejercicio de la temperancia y se promocionaban para la vida política.
Es necesario destacar algunos rasgos esenciales de esta ascética para comprender la posición radicalmente diferente de los antiguos juegos griegos con relación al deporte moderno.
En primer lugar se debe subrayar que el entrenamiento del ciudadano virtuoso no se realizaba siguiendo un corpus sistemático de técnicas, procedimientos y recetas. No se articulaba como una relación de sumisión al saber de un Otro. Si bien existía una elaboración de principios generales para el uso de los placeres - en la filosofía, en la medicina -, éstos no prescribían ni la forma ni los contenidos de los mismos. Su utilización correspondía más bien a una estética de la existencia4 que definía lo esencial del hombre libre en su relación con la verdad.
Pronto veremos iniciarse todo un conjunto de transformaciones en esta ascética - introducidas primero por el estoicismo y el epicureísmo, y generalizadas luego por el cristianismo - que van a desvincular diversos aspectos de la misma. Por un lado veremos producirse una desvinculación entre las técnicas del dominio de sí y las que permiten gobernar a los otros; y por el otro asistiremos a una demarcación y desprendimiento de los juegos competitivos del ámbito de la ética y la virtud.
El cristianismo durante el medioevo generalizó una nueva tecnología del dominio de sí centrada en el examen de conciencia y los ejercicios espirituales, y en la sumisión absoluta del sujeto a un saber Otro.
La ascética cristiana instituye una nueva relación con el cuerpo edificada esencialmente con relación a la sexualidad (a su prohibición, pero también su puesta en discurso, su desciframiento, etc.). Los juegos agonísticos pierden absolutamente su virtuosidad, son prohibidos y serán recuperados quince siglos después por las sociedades pre-industriales, esta vez, como actividades de recreación.

EL CUERPO VIRTUOSO Y EL CUERPO LABORIOSO
En el contexto griego el culto del cuerpo se convirtió en un símbolo que designaba la superioridad de una clase que no se privó de proclamarse ante todos como tal.
El cuerpo de los ejercicios, de los placeres, del juego era el cuerpo virtuoso de los políticos, de los filósofos, de los propietarios; en definitiva, no se trataba de otra cosa que de un cuerpo de clase, de esa única clase que para los griegos constituía "la humanidad plenamente humana y no mutilada"5 .
Como contraste, la aristocracia griega opuso a su ideal virtuoso del cuerpo, el cuerpo laborioso que concernía a las 4/5 partes de la población de entonces. El trabajo, tanto el de los campesinos, pescadores, pastores, esclavos o libres era descalificado, ya que sólo los hombres ociosos se hallaban moralmente conformes con el ideal humano y merecían ser ciudadanos de pleno derecho.
Según Aristóteles "La perfección del ciudadano no califica al hombre libre sin más ni más, sino sólo a aquel que se ve libre de tareas necesarias a las que se dedican siervos, artesanos y braceros; estos últimos no podrán ser ciudadanos, si la constitución otorga los cargos públicos a la virtud y al mérito, ya que no es posible practicar la virtud si la vida que uno lleva es de obrero o bracero"6 .
Si los nobles del Antiguo Régimen medieval se consideraban absolutamente superiores al término medio de la humanidad, los notables del mundo grecorromano estaban convencido de constituir la humanidad plena y completa, la humanidad normal.
El advenimiento de la modernidad ha permitido reconocer en el trabajo un verdadero valor universal. Este reconocimiento no proviene del supuesto humanismo que frecuentemente se pretende atribuir a la racionalidad moderna, sino de la necesidad de mantener las jerarquías y reducir los conflictos sociales. "En eso ha consistido la paz social de los corazones hipócritas" - sostiene P. Veyne. "El misterio del desprecio antiguo por el trabajo consiste simplemente en que los avatares de la contienda social no habían desembocado aún en ese armisticio provisional de la hipocresía"7 .
Este desprecio por el trabajo, que en realidad era un desdén social por los trabajadores, se mantuvo hasta el siglo XIX, cuando la modernidad introdujo - después de Marx - la valoración social y filosófica del mismo; después también de que la burguesía - como veremos - pudiera reconocer un cuerpo sano y vigoroso a las clases que explotaba.

EL SURGIMIENTO DEL DEPORTE
Foucault estudia el origen de una nueva tecnologías del cuerpo en los ejercicios espirituales que se generalizaron hacia el siglo XVI en los monasterios de la Europa feudal. Esta nueva ascética, a diferencia del arte antiguo del cuidado de sí, se sustentaba en la obediencia a un código sumamente elaborado y en la sumisión absoluta al Otro. Las nuevas técnicas del disciplinamiento surgieron también en el taller y en la escuela. Más tarde serán introducidas en el ejército, hasta que finalmente las ciencias humanas y sus instituciones lograrán la dispersión de las mismas y su generalización.
Las técnicas disciplinarias se caracterizan por una voluntad que pone énfasis en controlar y vigilar más que en reprimir y castigar. Utiliza coacciones débiles pero múltiples - dispuestas estratégicamente en las relaciones locales de poder (entre el abad y el monje, el maestro y el alumno, el jefe y el soldado) - que controlan y corrigen las operaciones del cuerpo. Utiliza también un conjunto de reglamentos, códigos y saberes que disponen la organización del espacio, del tiempo y de los actos para ordenar los desplazamientos, intensificar el instante y economizar los gestos. Los trabajos de Foucault sobre la constitución de una nueva mecánica de poder que toma al cuerpo como blanco predilecto, no exploran el ámbito de los juegos físicos y el deporte, donde la cuestión del cuerpo se muestra en toda su densidad.
Es probable que la primera articulación de las sujeciones disciplinarias sobre el cuerpo se elaboraran en las prácticas de cacería que, desde la alta edad media, cultivó la relación del hombre con el animal.
Durante todo el medioevo, la caza de animales salvajes constituyó uno de los principales pasatiempos, además de una necesidad de subsistencia y una preparación para la guerra. La relación con el animal se estableció a través de una doble vía: de familiaridad y amistad con los animales domésticos que ayudaban a cazar; y de agresividad, temor y admiración por los animales salvajes perseguidos en la cacería.
La generalización de la caza en la Europa del siglo V constituyó el testimonio del ascenso general de la agresividad en estas sociedades guerreras. Según M. Rouche, "cuando se leen las repetidas condenas de todos los concilios merovingios y carolingios contra los miembros del clero que llevaban armas y cazaban con perros y halcones, (ha) de concluirse que el arte de matar se había convertido en una pasión devoradora que alcanzaba incluso a quienes no tendrían que haber sido sino unos pacíficos pastores."8
Fue en este contexto donde se especificaron en una forma bastante generalizada las relaciones de domesticación del animal. Allí se introdujo por primera vez en la historia - mucho antes que en los ejércitos prusianos9 - el ejercicio del cuerpo (en este caso del animal) articulado en una relación de sumisión y amor al otro.
La caza constituyó el ámbito donde surgió, también por primera vez en la historia, un dispositivo que tenía las principales características de lo que hoy conocemos como deporte. Tal dispositivo apareció en el punto mismo en que la expresión de las contiendas sociales pasó de la guerra a la política, al mismo tiempo que se formaba el estado nacional y se constituía el primer parlamento moderno10 .
Según Norbert Elías, la caza del zorro en la Inglaterra del siglo XVIII fue uno de los primeros pasatiempos que adquirieron la forma del deporte, cuando caballeros y gentleman propietarios de grandes extensiones de tierras elaboraron refinados códigos de conducta e impusieron severas restricciones a las antiguas formas de cacerías. Estos códigos prescribían en primer lugar la prohibición de utilizar armas, lo que impedía al cazador matar al zorro. Por otra parte, los animales - quienes estaban cuidadosamente entrenados para perseguir y matar al zorro - también debían obedecer una serie de normas y restricciones antes de proceder a la matanza. Una nueva sensibilidad surgió con relación a los nuevos sports. Los códigos elaborados y celosamente custodiados por caballeros prescribían las formas de un novedoso y refinado dispositivo del placer; de un ritual exclusivo que anudaba el cuerpo al goce, prefigurando en la relación del hombre con el animal las formas modernas de la domesticación.
La invención del deporte se produjo en el seno de una clase social que preparó el terreno para los primeros desarrollos del capitalismo naciente, cuando desplazó del centro del poder a los antiguos representantes del absolutismo monárquico. Durante el siglo XVIII, una elite de grandes propietarios rurales que no provenían, en su gran mayoría, de la nobleza, pero contaba con los resortes del poder económico y político de Inglaterra, elaboró con relación al cuerpo - y no solamente en el campo del deporte - el nuevo símbolo de distinción de una clase que se convertía en hegemónica.
El análisis marxista clásico ve en los deportes - en el fútbol principalmente - un sofisticado instrumento que la burguesía introdujo para dominar al proletariado. Sin embargo, al estudiar el nacimiento moderno de aquéllos, vemos - en forma absolutamente clara a propósito de la caza del zorro, pero también en el fútbol practicado en las escuelas de las elites inglesas - la autoafirmación de una clase mas que la herramienta para el sojuzgamiento de otra.
La burguesía convirtió la sangre azul de los nobles en un cuerpo con buena salud y una sexualidad sana11 . Se trató de la constitución de un cuerpo de clase, protegido, cultivado, dotado de un valor diferencial, enriquecido por el trabajo especializado de los nuevos códigos que surgían y se generalizaban en los albores mismos de la modernidad.
La burguesía, en el siglo XVIII, elaboró numerosos y diversos mecanismos que tomaban al cuerpo como objeto de operaciones que lo especializaron a la vez que reproducían sus fuerzas; lo sexualizaron a través de la invención e implantación de nuevas formas del goce; lo convirtieron también en objeto de saber al mismo tiempo que configuraba- en todas las relaciones de domesticación que se establecían: en los deportes, en la educación, en el cuidado de la población, en los controles sobre la sexualidad de los niños, etc.- las condiciones para el surgimiento de nuevas y más eficaces formas de sometimiento.

DEPORTE Y CONTROL SOCIAL
Desde esta perspectiva es posible pensar la forma en que el deporte pudo convertirse en un instrumento de control social, tan importante como el resto de los dispositivos disciplinarios que se generalizaron en Occidente a partir, aproximadamente, del siglo XVIII.
Los nuevos sports de las clases poderosas - más allá de constituir el símbolo de la distinción burguesa - tuvieron un papel fundamental en la transformación de los violentos y peligrosos pasatiempos populares que sobrevivieron en Europa a lo largo de toda la edad media.
En el siglo XVII, existía en Inglaterra un juego de pelota parecido al fútbol y al rugby, practicado por campesinos y artesanos, que se realizaba en forma ritual durante las festividades religiosas del Martes de Carnaval.
A pesar de las reiteradas prohibiciones que las autoridades establecieron sobre dicho juego, el mismo se jugaba año tras año luego de que los participantes entregaran al terrateniente del lugar algún pequeño valor en forma de tributo.
El juego estaba regido por algunas pocas reglas sancionadas por la tradición - diferentes según los lugares y las épocas - que frecuentemente se transgredían dando ocasión a las peleas. No existían árbitros, ni espectadores; sólo estaban los jugadores que, según algunos testimonios, podían ser miles12 .
La transformación de los juegos medievales se inició en un contexto social dominado por la relación profundamente desigual entre un campesinado relativamente libre y los nuevos terratenientes del capitalismo pre-industrial.
En el seno de esta nueva clase se articuló por primera vez una relación particular entre los campesinos y sus Señores, a propósito de los juegos populares, cuando la superioridad de clase estaba asegurada y una tecnología de control - elaborada en los exclusivos reductos del ocio burgués - comenzaba a desplegarse sobre las capas rurales y urbanas.
Las carreras de caballos, algunos juegos de pelota, el boxeo y otros pasatiempos populares comenzaron durante el siglo XVIII a ser organizados, promovidos y patrocinado por la burguesía, dando origen, incluso, a las primeras formas profesionales de la práctica del deporte13 .
Así fue como se introdujo en los juegos campesinos y urbanos el dispositivo utilizado por las elites. Aparece en primer lugar el patrocinador quien utilizará sus influencias para crear formas organizadas y reglamentadas de juego, pero que funcionará también como controlador de los deportistas que patrocina. Aparecerán también las primeras reglamentaciones que transformarán los juegos en prácticas menos violentas y cada vez más codificadas.
La práctica de los antiguos juegos medievales fue progresivamente transformada por toda una serie de reglas escritas, instituciones de control, controladores, adiestradores que cambiaron radicalmente su naturaleza y función social/política.


CUERPO GOCE Y SABER
El deporte inventado y practicado por las elites inglesas y transferido luego a las clases populares no puede concebirse como una forma de represión, ni de las pulsiones sexuales ni de las luchas sociales. Los efectos de dominación inducidos por el deporte - como también por otras prácticas modernas - toman a los cuerpos y sus placeres para proliferar, especializar, anexar, multiplicar sus fuerzas, más que para prohibir sus intensidades.
Si los juegos medievales eran -como sostienen Elias y Dunning- formas institucionalizadas y rituales que ponían en escena una especie de catarsis social14 , las formas modernas del juego - reglamentadas, institucionalizadas y controladas - inducen efectos que deben ser pensados no tanto por la negatividad de sus restricciones sino por la forma positiva de lo que produce. Es decir, no se trata de hacer el elogio al juego libre y salvaje - perdido a partir de su reglamentación e institucionalización -, ni tampoco de plantear globalmente la función homeostática del deporte moderno. Se trata de ver, en la invención de éste, la aparición de un nuevo y sofisticado dispositivo de producción del goce, así como también de nuevas formas de articulación entre el saber, el cuerpo y el poder.
En los juegos antiguos, el placer principal estaba centrado en el desenlace de los mismos, en su conclusión. En la caza, la persecución del animal era un placer secundario con relación al verdadero placer: el de matar al animal. En los juegos con pelota cualquier recurso podía utilizarse para desequilibrar la balanza y alzarse con la victoria.
La introducción de los reglamentes y controles permitieron equilibrar las fuerzas, prolongar el enfrentamiento, hacer menos fácil la victoria, al mismo tiempo que se aumenta la emoción. La codificación introduce un cambio significativo en la estructura misma del deporte: coloca en el centro del dispositivo el desarrollo del juego, no su clímax; y es hacia aquél hacia donde confluye ahora lo fundamental del goce.
El énfasis puesto en el juego más que en su conclusión, se expresa también en la ampliación de las competencias a niveles que trascienden el espacio local. El club, la asociación, la federación, etc., surgen como los soportes institucionales de un dispositivo en rápida expansión.
La tendencia a constituir ámbitos de competencia cada vez mayores y más especializados no disminuyen la creatividad o el placer del juego, ni destruyen su ludismo - como sostienen algunos análisis. En el deporte actual, más allá de todos los mecanismos que lo codifican, el placer - ya sea como práctica o espectáculo - está amplificado a un nivel jamás antes alcanzado. El mundial de fútbol, los play–of finales de la NBA, como la mayoría de los espectáculos del deporte son la ocasión para el despliegue de un virtuosismo creador y gozoso que disfrutan tanto los protagonistas como los espectadores que siguen dichos eventos.
Otro elemento del nuevo dispositivo que merece nuestra atención lo constituye el surgimiento de una nueva forma de placer asociado a la mirada. Cuando el cazador se prohibió matar al animal, el goce quedó desplazado del acto a su contemplación. Se trata ahora del placer de contemplar el espectáculo que está ligado también al de adiestrar, cuidar, vigilar y controlar al animal. No es difícil situar en este movimiento el nacimiento del entrenador y del deseo que lo anima. Pero también del placer que sostiene el progresivo despliegue, dispersión y generalización del espectáculo del deporte moderno.
El espectador se constituye de esta forma en el apasionado voyeur que encuentra en el estadio, la TV o los periódicos los medios apropiados para la satisfacción de su goce. La burguesía inventó con el deporte nuevas, elaboradas y masivas formas de gozar. Junto a ellas vemos anudarse múltiples mecanismos locales, específicos de implantación de poder y producción de saber.
Las nuevas relaciones que se configuran en el deporte - entre el cazador y el animal, el patrocinador y el patrocinado, el entrenador y el jugador - establecen no sólo un vínculo de sometimiento sino también de especialización. El ejercicio del cuerpo progresa cada vez más hacia la reproducción de las fuerzas, la perfección de los movimientos y la eficacia en los rendimientos.
Dichas relaciones posibilitan también la constitución de un saber sobre el cuerpo deportivo, sus técnicas, sus tácticas y sus estrategias; sobre las prácticas alimentarias, médicas, psicológicas que contribuyen también a su cuidado y especialización. Los saberes técnicos (propiedad de los entrenadores y demás especialistas en adiestramiento) configuran la trama reticular de un poder microfísico que aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de rendimiento y eficacia), a la vez que las disminuye (en términos políticos de obediencia).
Las disciplinas toman al cuerpo y lo constituyen como objeto de conocimiento, al mismo tiempo que lo expulsan como sujeto del saber que produce. La naturaleza de los mecanismos disciplinarios ha hecho posible que los saberes corporales construidos en el proceso histórico de desarrollo del deporte se hallan disociados del sujeto que los produjo y del poder que le concierne.
Allí está lo esencial de las sujeciones disciplinarias: escinden el saber del cuerpo, a la vez que aumenta la energía y capacidad del mismo. En una palabra: anudan el poder al cuerpo y al goce, neutralizando a través de una sujeción estricta la potencia que tal anudamiento induce.

miércoles, 8 de junio de 2011

Deporte y política: un matrimonio no deseado

Deporte y política: un matrimonio no deseado

Por Rafa XIII
jueves 28 de febrero de 2008 13:35 COT

Es una realidad. No debería ser así, pero lo es. A lo largo de la historia, y en momentos coyunturales, la intromisión de la política en el deporte, amén de ser inevitable, ha traído más elementos negativos que positivos para una actividad que por definición es pacífica y busca la armonía entre los seres humanos, además de generar un buen estado físico, fama y reconocimiento para quienes la practican y entretenimiento para aquellos que la siguen como espectadores.

Los Juegos Olímpicos, resultado y víctima de la política
Cuando Ifito, rey griego, consultó a su oráculo sobre cuál sería la manera de evitar las guerras y la peste que azotaban a Grecia, éste le aconsejo que reinstaurara las competencias ancestrales en honor a Zeus. Así nacieron las Olimpíadas que, salvo excepciones, se celebraron regularmente cada cuatro años entre el 776 A. C. y el 394 de nuestra era. Ya para ese entonces, era el Imperio Romano el que dominaba al mundo occidental, y en vez de los apacibles certámenes helénicos, institucionalizó como “deporte” las feroces luchas a muerte entre gladiadores, y demás espectáculos extravagantes que tenían lugar en el aún en pie Coliseo de Roma.

Habría que esperar hasta 1896 para que el espíritu visionario del barón Pierre de Coubertin lograra poner de acuerdo a los líderes de la época en que era preferible competir en un campo de juego o en una pista que en un campo de batalla. Atenas, París, San Luis, Londres y Estocolmo fueron los escenarios de las primeras cinco olimpíadas modernas, sembrando la semilla de la fraternidad entre los pueblos y viendo cómo daba frutos… Pero algunos no pensaban igual.

La Primera Guerra Mundial no solamente impidió la celebración de las justas que se llevarían a cabo en 1916, sino que sentó el precedente para que a partir de la reanudación de los olímpicos, en 1920, vencedores y vencidos utilizaran a sus delegaciones deportivas como instrumentos de propaganda. Los ánimos se fueron caldeando en los juegos de Amberes, París, Ámsterdam y Los Ángeles, de tal modo que para la cita en Berlín, en 1936, el régimen nazi de Adolfo Hitler aprovechó cada uno de los eventos para destacar la supuesta superioridad de la raza aria, que tres años después llevó a la humanidad a la más espantosa carnicería desde que nuestros antepasados se bajaron de los árboles y comenzaron a caminar en dos patas.

Los millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial no fueron suficientes para que aprendiéramos la lección. Desde que se restablecieron las competencias, en 1948, éstas se volvieron un escenario propicio para la Guerra Fría y para los conflictos religiosos y raciales. Así, los estadounidenses y sus aliados, por un lado, y los soviéticos, los países de la Cortina de Hierro y los del sudeste asiático, por el otro, convirtieron cada edición de los Juegos Olímpicos en un pulso para medir fuerzas entre capitalismo y comunismo. La mitad de las delegaciones no estaba formada por deportistas, sino por espías. En México ‘68, los atletas estadounidenses son despojados de sus medallas por hacer gestos de apoyo a las Panteras Negras durante la ceremonia de premiación. En Múnich ‘72, terroristas palestinos secuestran y asesinan a once integrantes del equipo olímpico de Israel, y en represalia, el gobierno de Golda Meir ordena una sangrienta operación de venganza que se extiende por años, y en la que mueren tanto culpables como inocentes.

En 1976, el dictador de Rumania, Nicolae Ceauşescu, transforma a la múltiple campeona de gimnasia en los juegos de Montreal, Nadia Comaneci, en un símbolo del poderío del deporte dentro del sistema comunista frente al decadente modelo occidental. En el 79, la Unión Soviética invade Afganistán, y de inmediato, el presidente norteamericano Jimmy Carter anuncia que los Estados Unidos no participarán en Moscú 1980. En el 83, el premier Yuri Andropov, sucesor de Brezhnev, se desquita y declara que los deportistas soviéticos no estarán en Los Ángeles 1984. El enfermo líder del Kremlin y ex director de la temible KGB no vivió para verlo, pero su orden de boicot se cumplió al pie de la letra. Como si estos hechos vergonzosos fueran pocos, durante todo este tiempo, Sudáfrica estuvo al margen de los olímpicos y de la mayoría de competencias mundiales por mantener su odiosa política segregacionista conocida como apartheid.
El fútbol tampoco se escapa…


Por supuesto que el deporte más popular del mundo ha sido utilizado como instrumento político. Si no, que lo digan desde el más allá don Vittorio Pozzo y sus once muchachos que, debajo de la tradicional camisa azzurra italiana, llevaban la negra del partido fascista de Il Duce, Benito Mussolini, amo y señor del estado totalitario instaurado en Italia, en aquella final ante Checoslovaquia, no solamente sufrían los aficionados al ver que los checos se iban en ventaja y que el empate 1-1 forzaba a un alargue, sino que los propios jugadores y el técnico sabían que de no conseguir la Copa Mundo, seguramente les esperaba el paredón. Por fortuna para ellos, Italia ganó 2-1 y todos contentos (¡y vivos!). En desagravio de la selección italiana hay que decir que cuatro años más tarde revalidaron el título ganándole 4-2 a Hungría en tierras francesas, sin la presión del Duce ni el miedo a ser fusilados y que, hasta la fecha, don Vittorio Pozzo ha sido el único director técnico que ha ganado dos veces la Copa Mundial de Fútbol.

Tal vez sea coincidencia, o tal vez no, que como en el olimpismo, los casos de interferencia de la política en el fútbol, estén muchas veces relacionados con regímenes de facto. Si en los primeros hablamos de Hitler, de Ceauşescu y de los dinosaurios soviéticos, al caso de Mussolini con la selección italiana, hay que agregarle ineludiblemente el del Generalísimo Francisco Franco y el Real Madrid de España. Tras la cruenta guerra civil, los nacionalistas, en cabeza del Caudillo, se dieron a la tarea de reconstruir el país y como parte de los símbolos de esa nueva España, según ellos, era conveniente tener algo que trajera entretenimiento a un pueblo que quedó desolado… Y nada mejor que el fútbol para levantar el ánimo de los españoles.

Supone uno que, a pesar de ser gallego, Franco no quiso volver poderosos a los equipos de su tierra natal (El Deportivo de La Coruña, el Compostela, el Deportivo Lugo o el Celta de Vigo) para que la cosa no fuera tan evidente. De modo que se notaría menos si se escogía a un equipo que, como el Real Madrid, había sido campeón solamente dos veces. El resto es historia. Durante el largo mandato de Franco (1936-1975), Real Madrid, con Zamora, Di Stefano, Puskas y demás estrellas que los sucedieron con el paso de los años, ganó 14 ligas y 6 Copas del Generalísimo, que sumadas a las seis Copas del Rey y dos Copas Presidente de la preguerra le daban al Real un palmarés impresionante.
Puede pensarse que el régimen franquista favorecía al Real –al decir de los hinchas del Atlético de Madrid, del Barcelona y del resto de equipos-, pero ese argumento languidece si se miran las seis Ligas de Campeones, las dos Copas Latinas y la Copa Intercontinental, que ganó el equipo merengue en ese tiempo, jugando dentro y fuera de España. Para hacer la de Pilatos habría que decir hubo de parte y parte: que el Real Madrid era apoyado desde el gobierno, pero que también era un muy buen equipo. Y para los suspicaces, después de la restauración de la democracia, el Real ganó otras tres Ligas de Campeones, otras dos Intercontinentales, una Supercopa de Europa y dos Copas UEFA. Por lo demás, desde 1975 ha ganado 14 ligas, cuatro Copas del Rey y siete Supercopas de España. ¿Habrá alguna ayuda de ultratumba desde el Valle de los Caídos para estos logros?

Y claro, el caso de Argentina ‘78 resuena en la mente de todos. El gobierno militar encabezado por el general Jorge Videla tuvo a su cargo la organización de un evento que paliara la difícil situación por la que pasaba el ciudadano común de ese entonces. Desde el punto de vista deportivo y económico, los mundiales siempre se arman de manera que el seleccionado local llegue lo más lejos posible, y si queda campeón, muchísimo mejor. Lo que complicó el calendario de los gauchos fue la derrota 0-1 ante Italia en la primera ronda, que los sacó del primer puesto de su grupo y los puso a jugar en Rosario en vez de Buenos Aires. Si a esto se le suma, ya en la fase siguiente, el empate 0-0 y la goleada de los auriverdes 3-0 a los peruanos, el asunto se ponía color de hormiga porque obligaba a Argentina a ganarle a Perú por cuatro goles o más para ir a la final.

miércoles, 15 de abril de 2009

Dopaje en el deporte español

¿QUE ES UN GRUPO FOCAL?

DEFINICION:
Es una técnica de “levantamiento” de información en estudios
sociales. Su justificación y validación teórica se funda sobre un postulado
básico, en el sentido de ser una representación colectiva a nivel micro de lo
que sucede a nivel macrosocial, toda vez que en el discurso de los
participantes, se generan imágenes, conceptos, lugares comunes, etc., de una
comunidad o colectivo social.

La técnica de los grupos focales es una reunión con modalidad de entrevista
grupal abierta y estructurada, en donde se procura que un grupo de individuos
seleccionados por los investigadores discutan y elaboren, desde la experiencia
personal, una temática o hecho social que es objeto de investigación, por
ejemplo, una detección de necesidades de capacitación.
Preparación de preguntas orientadoras
- Deben ser no solo concretas sino también orientadoras.
- Deben ser ampliables y en lo posible hay que llevar la discusión de lo más
general a lo específico.
- Evalúa previamente de acuerdo a los participantes que invitará y pregúntese:
¿Qué preguntas podrían contestar?
- Se sugiere seleccionar las cinco o seis preguntas más adecuadas y
pertinentes.
- Posicione las preguntas en una secuencia que sea cómoda para los
participantes, moviéndose desde lo general a lo específico, de lo más fácil a lo
más difícil, y de lo positivo a lo negativo.
Selección del moderador del Grupo Focal
- Debe ser una persona que no esté directamente involucrado con el tema en
estudio, puede ser un profesional interno o externo.
- Es importante que el moderador participe de la planificación de la reunión y
esté totalmente al tanto del tema a investigar para que logre un dominio
efectivo de la actividad.
-Debe tener habilidades comunicacionales, como saber escuchar, darse a
entender claramente tanto verbal como no verbalmente, saber interpretar
conductas comunicacionales, manejo de dinámicas de grupos, control eficiente
del tiempo, asertividad.
- Debe poder ocuparse no solo de mantener a los Miembros del grupo atento y
concentrado, sino también mantener el hilo central de la discusión, y
cerciorarse que cada participante participe activamente.
- También se puede utilizar un equipo de dos personas, donde una persona
modera la discusión y la otra lleva la relatoría o hace un trabajo de observación
del comportamiento asociado de los asistentes.
- Durante la reunión el moderador debe promover el debate planteando
preguntas que estimulen la participación demandando y desafiando a los
participantes con el objetivo de sacar a flote las diferencias.
- Algunas veces será necesario llevar la discusión a los pequeños detalles o si
es el caso impulsar la discusión hacia temas más generales cuando ésta ha
alcanzado un rumbo equivocado o ambiguo.
- Debe procurar mantener a los participantes atentos al tema en discusión
siendo posible que en ciertas circunstancias, él deba conducir la conversación
hacia sus orígenes con el objetivo de reordenarla.
- El moderador también deberá asegurarse que cada uno de los participantes
tenga la oportunidad de expresar sus opiniones.
- Se recomienda que no muestre preferencias o rechazos que influencien a los
Participantes a una opinión determinada o a una posición en particular.
La reunión
- Se recomiendan sitios o lugares "neutrales" que no sean asociados con los
Promotores ni con los sujetos del conflicto o con la situación problema de
discusión.
- Se recomienda que en el salón de reunión los participantes, en lo posible,
rodeen al moderador (configuración en U) y que tenga buena acústica para
poder grabar.
- Planear el desarrollo del taller en un marco de tiempo no mayor a dos horas.
Un mínimo de una hora se recomienda porque el proceso requiere un cierto
tiempo para las observaciones de la apertura y de cierre del taller, al igual tener
en cuenta por lo menos una o dos preguntas introductorias o de inducción.
- Determinar cuales son los equipos más apropiados para facilitar la sesión de
Trabajo. Esto definirá si se requiere de grabadora o videocinta.
- Grabar permite que el equipo de investigación recupere fácilmente los aportes
más importantes y los comentarios que fueron hechos durante la discusión.
- La presencia de los aparatos e grabación debe ser discreta.
- Si se van a ofrecer refrigerios, es recomendable que sea en un horario
determinado y en un salón diferente a la reunión.
- Se recomiendan escarapelas de identificación, de un tamaño tal, que
permitan al moderador identificar fácilmente al participante.

Pauta de chequeo (evaluación)

Chequear elementos presentes en el grupo focal (evaluación del observador)
Lugar adecuado en tamaño y acústica.
Lugar neutral de acuerdo a los objetivos del Grupo focal.
Asistentes sentados en U en la sala.
Moderador respeta tiempo para que los participantes desarrollen cada tema
Moderador escucha y utiliza la información que está siendo entregada.
Se cumplen los objetivos planteados para esta reunión.
Explicita en un comienzo objetivos y metodología de la reunión a participantes
Permite que todos participen.
Reunión entre 60 y 120 minutos.
Registro de la información (grabadora o filmadora)
Refrigerios adecuados y no interrumpen el desarrollo de la actividad.
Escarapelas con identificación de asistentes.


Interpretación de la información obtenida.
- Resumir inmediatamente la discusión y acuerdos de la reunión. Es más fácil
reconstruir lo sucedido inmediatamente.
- Transcribir las grabaciones inmediatamente para permitir que se reconstruya no
solo la atmósfera de la reunión sino también lo tratado.
- Analice los relatos, actitudes y opiniones que aparecen reiteradamente o
comentarios sorpresivos, conceptos o vocablos que generaron algunas reacciones
positivas o negativas de los participantes, etc.
- Discuta la información con su grupo de investigadores y únalo con las otras
herramientas que haya utilizado para levantar información

jueves, 2 de abril de 2009

El uso de productos estimulantes y dietéticos

En el ámbito del deporte de alta competición y profesional, el uso de productos dopantes viene acompañando al propio desarrollo de este tipo de deporte, y las denuncias sobre el consumo de productos prohibidos que son detectadas por los controles antidoping que llevan a cabo las autoridades deportivas, forman parte ya de las páginas sensacionalistas que refuerzan la presencia mediática del deporte. La ley del silencio que parece regir en el sórdido entramado que configuran la oferta y consumo de sustancias prohibidas en los entornos deportivos profesionales, no impide que salgan a la luz con relativa frecuencia los casos de deportistas de cierta notoriedad que dan positivo en los correspondientes controles.

De este modo, el problema del doping en el deporte contemporáneo de alto nivel se ha convertido en noticia que ha calado en la opinión pública, por lo que son numerosos los ciudadanos que pueden emitir una opinión valorativa sobre el alcance de este problema. Sin embargo, el consumo de productos estimulantes y la difusión del doping en general entre deportistas no profesionales, que realizan prácticas competitivas de medio o bajo nivel o bien prácticas dirigidas específicamente al cultivo del cuerpo, no han tenido hasta hace poco la resonancia pública que ha acompañado al dopaje entre los deportistas profesionales y de alto nivel, en buena medida porque no existía tal consumo o, simplemente, era muy minoritario.

Ahora bien, en las dos últimas décadas han comenzado a circular noticias en los medios de comunicación sobre el uso de estos productos en los entornos del deporte no profesional, primero en los Estados Unidos -según el informe “Monitoring the Future” publicado por el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan (2004), la tasa de consumo de esteroides entre los estudiantes de secundaria se había incrementado a lo largo de la década de los 90 y en los tres primeros años del presente siglo XXI, y calculaba en unos 300.000 los jóvenes estudiantes entre los 14 y los 18 años, de los que una tercera parte eran mujeres, que habían utilizado esteroides en el 2003-, y, más recientemente, en otros países entre ellos España. El problema ha adquirido en estos últimos años una cierta notoriedad por lo que también ha pasado a convertirse en un problema de debate público, que acompaña, evidentemente con menos relevancia, al que suscita el doping en el deporte profesional.

La difusión del doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos

Por todo ello, se consideró oportuno incluir en el cuestionario de la presente encuesta algunos indicadores que permitieran conocer hasta qué punto, existe una percepción pública sobre el alcance del consumo de productos de diversa índole en los entornos del deporte no profesional, y sobre los peligros que pueden acompañar a su uso sin el correspondiente control médico. El primer indicador que vamos a analizar se formuló como pregunta en los siguientes términos: “En el deporte profesional y de alta competición, el doping y el uso de productos estimulantes prohibidos es un fenómeno contra el que vienen luchando desde hace años las autoridades deportivas. ¿Hasta qué punto diría Ud. que el doping y el uso de productos estimulantes se han difundido también en la actualidad entre los practicantes de actividades físicas, deportivas y recreativas en gimnasios y otros centros deportivos?”. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto que ya existe actualmente entre la población española, una amplia percepción sobre este tema. Las distribuciones porcentuales que se presentan en la Tabla 88 permiten acotar empíricamente el alcance de dicha percepción.

Tabla 88. Percepción del grado de difusión del doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos, 2005
Grado de difusión %
Mucho 14
Bastante 34
Poco 14
Nada 5
No sabe 32
No contesta 1
-8.170


Constituyen una mayoría del 77% los que tienen una opinión concreta sobre la difusión de estos productos, pues sólo el 32% reconoce que no sabe o no conoce la existencia de este problema. Dentro del amplio segmento de población que sí lo conoce, constituyen una mayoría los que estiman que existe mucha difusión, el 14%, o bastante, el 34%, en tanto que son una minoría los que consideran que tales productos se encuentran poco difundidos, el 14%, o nada, el 6%.
La distribución de estas opiniones entre los diversos grupos de población que quedan determinados por los valores de las variables sociodemográficas, ofrece igualmente resultados que merecen ser destacados, tal como se observa con los datos que se presentan en la Tabla 89.
Tabla 89.Distribución de la población que considera que están muy o bastante difundidos el doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos, según algunas características sociodemográficas, 2005
Características sociodemográficas % mucho o bastante
Sexo:
Varón 53
Mujer 42
Edad:
15-44 54
45-64 41
65 y + 27
Tamaño hábitat:
-2.000 30
2.001- 100.000 47
100.001 y + 52
Nivel de estudios:
Primarios o menos 34
Secundarios o más 56
Posición social:
Baja 34
Media 51
Alta 58
Practica deporte:
Sí 54
No 43

Con los resultados de la Tabla 89 se puede trazar el perfil modal de los grupos de población que perciben mayoritariamente, esto es, por encima del 50%, que existe mucha o bastante difusión del doping y otros productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos: varones, con edades comprendidas entre los 15 y los 44 años, que residen en ciudades de más de 100.000 habitantes, con un nivel de estudios secundarios o de mayor nivel, con posición social media o alta, y que practican o han practicado deporte. La percepción de la difusión de estos productos es menor en los grupos de población en los que abundan las mujeres, que residen en pequeños o medianos municipios, con edades superiores a los 45 años, con nivel de estudios primarios o menos, con posición social baja y que no practican deporte.
De estos resultados cabe concluir que la percepción de un grado elevado de difusión del doping y productos estimulantes es mayor, precisamente, en los entornos en los que existe un mayor número de gimnasios y otros centros deportivos y en los que existe, por consiguiente, una mayor probabilidad de su consumo: ciudades de tamaño medio o grande, que son frecuentados por varones de edades jóvenes e intermedias, y con una posición social media o alta.
Como cabía esperar por la amplia difusión entre la opinión pública del consumo de productos estimulantes que tratan de mejorar el rendimiento y la apariencia física, y cuyo uso continuado puede perjudicar seriamente la salud, la mayor parte de los entrevistados que consideran que sí están difundidos, estiman que se ha convertido en un problema social grave, tal como se observa en los resultados de la Tabla 90.

Tabla 90. Consideración como más o menos grave del problema social del doping y productos estimulantes en gimnasios y otros centros deportivos, 2005
Gravedad como problema social %
Mucho 25
Bastante 50
Poco 18
Nada 3
No sabe/No contesta 4
-5.013

Una cuarta parte de este amplio segmento de la población considera que, en efecto, se trata de un problema social muy grave, y la mitad, el 50%, estima que es bastante grave. Son pues minoritarios los grupos de población que lo consideran poco, el 18%, o nada grave, el 3%. Se trata como se comprueba por el reducido porcentaje de los que evitan hacer una evaluación de la situación -sólo el 4% no sabe/no contesta-, de una percepción que se encuentra actualmente bien arraigada entre la opinión pública española.

El uso de medicamentos y suplementos dietéticos para mejorar la práctica física y deportiva

Aunque se trata de un tema que ha adquirido la consideración de problema social grave entre una mayoría de la población, sea o no practicante de deporte, hemos indagado además sobre el consumo de productos estimulantes, no necesariamente dopantes y prohibidos, entre la población que hace o ha hecho con anterioridad deporte. La pregunta se formuló en los siguientes términos: “¿Utiliza Ud. Actualmente o ha utilizado con anterioridad algún medicamento destinado a mejorar la práctica de su actividad física o deportiva?”. Se trata de una pregunta cerrada en la que se pedía al entrevistado que eligiese una entre las cuatro posibilidades de respuesta: 1. Lo utiliza actualmente con prescripción médica; 2. Lo utiliza actualmente sin prescripción médica; 3. Lo ha utilizado con anterioridad, pero ahora no; y 4. Nunca lo ha utilizado. El objetivo de este indicador es pues, el comprobar hasta qué punto se utilizan medicamentos con control médico con el fin de mejorar el rendimiento físico y deportivo. Las respuestas dadas permiten constatar que en términos absolutos su utilización no es amplia pero sí está lo suficientemente difundida, como para considerar que se trata de un rasgo del comportamiento deportivo que desde un punto de vista social tiene cierto arraigo entre minorías importantes de practicantes (ver Tabla 91).
Tabla 91. Distribución porcentual del uso de algún medicamento para mejorar la práctica física y deportiva, 2005
Uso de algún medicamento %
Lo utiliza actualmente con prescripción médica 0,4
Lo utiliza actualmente sin prescripción médica 0,4
Lo ha utilizado con anterioridad, pero ahora no 1,4
Nunca lo ha utilizado 87
No contesta 10,8
-5.512

Sólo una reducida minoría de la población del 0,4% reconoce que utiliza algún tipo de medicamento bajo prescripción médica con el fin de mejorar su práctica física y deportiva y otro 0,4% lo utiliza sin prescripción médica. Otro pequeño grupo de población del 1,4% afirma que lo ha utilizado con anterioridad pero ya no lo hace actualmente, con lo que es mayoritaria la población, el 87%, que nunca ha utilizado medicamentos con estos fines. Al analizar la distribución de estas pautas de uso en función de las principales variables sociodemográficas, no se observa ninguna diferencia relevante, probablemente por el pequeño porcentaje que los utiliza.
Un poco mayor es la población que hace o ha hecho deporte y que utiliza o ha utilizado algún tipo de suplemento dietético destinado a mejorar la práctica de su actividad física o deportiva, tal como se comprueba con los resultados que se presentan en la Tabla 92.
Tabla 92. Distribución porcentual del uso de suplementos dietéticos para mejorar la práctica física o deportiva, 2005
Uso de suplementos dietéticos %
Lo utiliza actualmente 2,1
Lo ha utilizado con anterioridad, pero ahora no 4,5
Nunca lo ha utilizado 82,6
No contesta 10,8
-5.512

Un grupo pequeño pero ya digno de consideración en términos estadísticos utiliza en la actualidad suplementos dietéticos para mejorar la práctica física o deportiva, el 2,1%, y otro grupo más amplio del 4,5 admite haberlos utilizado con anterioridad aunque no lo hace actualmente. En consecuencia, constituyen una amplia mayoría, el 82,6%, los que nunca los han utilizado.
Al considerar las diversas variables sociodemográficas que diferencian a la población, la edad y el sexo son las que ofrecen unas diferencias estadísticamente más significativas ya que los varones los utilizan actualmente en mayor proporción que las mujeres, 2,7% frente al 1,3%, o los han utilizado con anterioridad, el 5,7% frente al 2,9%. Pero es la dedicación a la práctica deportiva la variable que ofrece los resultados más significativos, ya que los que hacen deporte intensamente de modo competitivo y organizado -tipo 1 en la tipología COMPASS- utilizan suplementos en mucha mayor proporción que el resto de practicantes (ver Tabla 93).

Tabla 93. Distribución porcentual del uso de suplementos dietéticos para mejorar la práctica física o deportiva, según la tipología COMPASS, 2005
Tipología COMPASS de práctica deportiva %
1. Intensamente de modo competitivo 12,2
2. Intensamente 4,2
3 y 4. Regularmente 1,4
5 y 6. Irregular u ocasionalmente 0,8
7. No practica 0.5
-8.152

Desde un punto de vista sociológico, el resultado más relevante que ofrece la distribución porcentual de la Tabla 93 se refiere a la relativamente elevada proporción de usuarios de suplementos dietéticos entre los que hacen deporte de forma intensa, competitiva y organizada, el 12,2%, y la más baja de los que aun practicando con intensidad no lo hacen de forma competitiva, el 4,2%, aunque también en este caso se trata de un porcentaje más elevado que entre el resto de practicantes y no practicantes.
Cabe concluir, pues, que el uso de suplementos dietéticos parece haberse introducido con cierta intensidad en el deporte organizado de competición en España, y posiblemente lo continúe haciendo en un futuro próximo, lo que en principio puede contribuir a mejorar el rendimiento deportivo de los usuarios siempre que se haga bajo supervisión médica. Es evidente que el reto que debe superar actualmente y en el próximo futuro el deporte de competición, es evitar que el uso de tales suplementos dietéticos se convierta en algunos casos en hábitos que pudieran conducir al uso de suplementos prohibidos de naturaleza dopante.
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El deporte como consumo y espectáculo de masas

Al titular el capítulo “El deporte como consumo y espectáculo de masas”, queremos destacar dos dimensiones del deporte que han ido cobrando la máxima relevancia, en la medida en que el cambio social va reforzando el propio consumo de masas de una gran variedad de productos deportivos, al tiempo que se hace más patente el protagonismo de los espectáculos de carácter deportivo, especialmente en la televisión.
Un consumo que, siguiendo la línea teórica que propone Klaus Heinemann (1994), se puede entender como un servicio y como satisfacción de aspiraciones, como relajación y diversión, como acontecimiento y aventura, y como presentación de uno mismo, de aceptación y prestigio. Desde esta perspectiva teórica, un producto de consumo significa además, que es beneficioso económicamente, objeto de intereses económicos, comercialmente atractivo y con capacidad para competir en mercados dinámicos.
Dado que parece evidente que el deporte cada vez se va desarrollando como un producto de consumo de acuerdo con las características anteriormente citadas, parece justificado que se analice, en el marco de la encuesta sobre los hábitos deportivos de los españoles, el consumo de deporte en tanto que objeto de entretenimiento, relajación, diversión, acontecimiento y aventura.
Por lo que se refiere a la dimensión espectacular del deporte, por otro lado, poco de nuevo se puede decir acerca de la importancia del deporte como uno de los mayores espectáculos de nuestro tiempo, y como uno de los medios más asequibles y económicos de entretenimiento de la sociedad de masas. Han pasado veinte años desde que hiciéramos esta afirmación con motivo del análisis de los resultados de la encuesta de 1985 (García Ferrando, 1986: 108), y quizás lo único nuevo que se pueda decir ahora es que el deporte, como gran medio de entretenimiento social, no ha alcanzado todavía los límites en los que se detenga su crecimiento.
Aparte del estudio de los indicadores correspondientes al deporte como consumo y como espectáculo, hemos incluido en el presente capítulo el análisis de otros dos indicadores que se encuentran íntimamente relacionados con ambas dimensiones sociales, como son el referente ideal en el que se han convertido muchos campeones deportivos, magnificados sus triunfos por los propios medios de comunicación, y el uso de productos dopantes y estimulantes con el propósito de facilitar la mejora espectacular de la condición física y deportiva de los que los consumen en entornos deportivos.

9.1. Los hijos y el deporte de alta competición como referente ideal
En encuestas anteriores hemos tenido ocasión de estudiar la influencia de los padres y de la familia en general en los deportistas de alta competición. En un estudio sobre los deportistas olímpicos españoles que habían participado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y en olimpiadas anteriores, se encontró que al preguntar por la persona que más había influido en su práctica deportiva, la figura de los padres fue la más recordada, ya que la citaron el 40% de las mujeres y el 33% de los varones (García Ferrando, 1996: 22). Y es que como es bien conocido en las actuales sociedades deportivizadas de masas, son muchos los padres que se esfuerzan por hacer de sus hijos deportistas de alto nivel o profesionales, influidos quizás por la popularidad y recompensas económicas que alcanzan algunos de estos deportistas.
Como indicador de la atracción que ejerce el deporte espectáculo de alta competición a través de sus más visualizadas prestaciones, se ha introducido en la presente serie de encuestas desde 1990 la siguiente pregunta: “Con independencia de que usted tenga hijos o no y la edad que éstos tengan, ¿le gustaría o le hubiera gustado que un hijo/a suyo/a hiciera deporte de alta competición o deporte profesional?”. Las respuestas obtenidas en anteriores encuestas al igual que las obtenidas en la presente encuesta, permiten constatar la atracción claramente positiva que ejercen estas manifestaciones deportivas, como se comprueba con los resultados que se incluyen en la Tabla 78.

Tabla 78. Preferencia por la dedicación de los hijos al deporte profesional o de alta competición, 2005-1990

Con respecto al deporte profesional o de alta competición… 2005 2000 1990
Le gustaría que un hijo lo hiciera 63 66 56
No le gustaría, es demasiado arriesgado y/o duro 15 12 15
No lo sabe, habría que esperar a vivir esa experiencia 19 20 26
NC 3 2 3

Una mayoría de la población en la encuesta de 2005, el 63%, responde que le gustaría que un hijo o hija hiciera deporte de alta competición o profesional, mientras que sólo el 15% responde de forma negativa por considerar demasiado arriesgado y duro este tipo de deporte. Otro 19%, más cautamente, responde que no lo sabe y que habría que esperar a tener esa experiencia de un hijo con talento suficiente como para adentrarse en el selectivo mundo de la alta competición.
Con respecto a la encuesta de 2000 se ha producido un descenso de tres unidades porcentuales de los que sí les gustaría, 63% frente a 66%, aunque continúa siendo más elevado que en 1990, 63% frente a 56%, con lo que queda abierta la interpretación de si el resultado de la encuesta de 2000 representa el punto más alto de la atracción que produce el deporte de alta competición, y que a partir de esta fecha se produce una inflexión en el sentido de que comienza a crecer la percepción de los riesgos que acompañan a la práctica deportiva profesional y de alta competición. Aunque también cabría suponer que el ligero descenso que registra la encuesta de 2005 en el porcentaje de padres a quienes sí les gustaría que un hijo o hija se dedicara al deporte profesional o de alta competición, es tan sólo una alteración estadística que no refleja cambio de tendencia alguno con lo que en próximas encuestas continuará siendo elevada la orientación favorable a este tipo de práctica deportiva de elite.
Es de destacar también que el hecho de practicar o no deporte, no tiene mucha influencia en el deseo proyectivo de tener un hijo o hija que hiciera deporte profesional o de alta competición, lo que vendría a poner de manifiesto la fuerte y positiva difusión en el imaginario colectivo de esta forma de hacer deporte, como se puede comprobar en el siguiente cuadro:
Practica deporte
Le gustaría que un hijo(a) hiciera deporte profesional Sí No
67 61


Al 61% de los que no practican deporte sí les gustaría que algún hijo o hija hiciera deporte profesional, sólo seis unidades porcentuales menos que los que practican deporte. Una manifestación más del carácter mediáticamente dominante del deporte profesional y de alta competición en nuestras sociedades deportivizadas.
9.2. Medios de comunicación, televisión y deporte: la audiencia de programas deportivos
De los diferentes medios de comunicación de masas, el que probablemente más ha contribuido a la difusión, popularización y desarrollo del deporte contemporáneo, es la televisión. Y es que de los diferentes medios de comunicación, la televisión es el que aparte de constituir un medio poderoso de información, también tiene una capacidad de entretenimiento como no la tienen la radio ni los medios de comunicación escritos (Martín Ferrán, 91). Desde los comienzos de la aparición de la televisión comercial en los Estados Unidos en los años 50, el deporte ha estado presente en la pequeña pantalla a través de la retransmisión de partidos, campeonatos, festivales y exhibiciones deportivas de toda índole. De este modo, el impacto original de la televisión ha sido, desde entonces, la promoción del interés y del desarrollo del deporte. (Greendorfer, 1981).
En nuestras sociedades avanzadas de la información, la televisión, junto a su función informativa, ha alcanzado la situación de ser el espectáculo familiar, cotidiano y masivo por antonomasia, contribuyendo de una manera decisiva a la revitalización de la vida hogareña (de Miguel, 1992). El deporte y la televisión han llegado con el transcurso del tiempo a depender estrechamente entre sí, ya que si bien es cierto que el deporte se ha popularizado gracias a la televisión, no es menos cierto que la televisión ha encontrado en el deporte uno de los medios más sencillos y asequibles para incrementar la audiencia. Y esto es lo que en realidad importa a la televisión, que un número creciente de espectadores conecten el aparato de televisión para seguir en este caso las retransmisiones deportivas, ya que a mayor audiencia, más elevados son los ingresos por publicidad. Es de este modo como el deporte ha alcanzado un papel estelar en la programación televisiva, porque utiliza una forma de comunicación universal, el lenguaje corporal del deporte, que va acompañado de reglas y rituales fácilmente reconocibles.
Como es bien manifiesto, las palabras, que son el soporte de la comunicación a través de la prensa o de la radio, se sustituyen en la televisión por imágenes. Y nada más fácil de comunicar que las imágenes del propio cuerpo en movimiento mediante el juego deportivo. Es así como ha aparecido en los últimos años lo que algunos comunicólogos denominan un neo-arcaismo en la comunicación de masas, gracias a la popularización de las competiciones deportivas. El deporte se transmite fácilmente, como hemos dicho anteriormente, porque utiliza un lenguaje universal, el cuerpo en movimiento, en un contexto fácilmente reconocible como es el de un encuentro deportivo, sea de fútbol, de gimnasia, de balonmano o de cualquier otra especialidad deportiva. Por todo ello, las retransmisiones deportivas necesitan por lo general de pocas palabras, con lo cual son asequibles a cualquier tipo de público, culto o inculto, rico o pobre (Greendorfer 1981).
La sociedad española no es una excepción por lo que se refiere a la presencia de los programas deportivos en la televisión. En las últimas décadas, la televisión en España ha experimentado un importante desarrollo, ya que una vez superado el monopolio televisivo público imperante durante los años del franquismo, han aparecido nuevos canales comerciales privados que, al igual que la televisión pública, han encontrado en el deporte una actividad que garantiza elevadas cuotas de audiencia. Como manifestación de la importancia de las retransmisiones deportivas a través de televisión, hemos elaborado la tabla 79 en la que se puede seguir la evolución de la audiencia de programas deportivos televisados desde 1985 a 2005.

Tabla 79.Grado de frecuencia de audiencia de los programas deportivos que se emiten por televisión, 2005-1995
Audiencia de programas deportivos en TV 2005 2000 1995 1990 1985
Los ve todos o casi todos 8 9 11 12 22
Ve bastantes programas 20 21 19 25 30
Ve sobre todo los partidos de fútbol 14 12 14 12 12
Sólo ve algunos programas 35 35 33 28 20
Nunca los ve 24 23 23 23 16
-8.170 -4.625 -4.271 -4.625 -2.008

Según los resultados de la encuesta de 2005 se puede dividir a la población adulta española en cinco grandes segmentos, al igual que hemos hecho en las anteriores encuestas desde 1985, según su relación con la audiencia de programas deportivos. Un grupo minoritario del 8% está integrado por los mayores consumidores de programas deportivos, ya que reconocen que ven todos o casi todos los programas que se emiten o que pueden ver; un grupo más amplio del 20% reconoce que ve bastantes programas deportivos, y otro grupo del 14% admite que se interesa preferentemente por los partidos de fútbol. El resto de población se divide entre el grupo más amplio, el 35%, que reconoce que sólo ve algunos programas deportivos en la televisión, y otro grupo del 24% que afirma que nunca ve programas de este tipo.
Con respecto a las encuestas anteriores, los resultados de la encuesta de 2005 ofrecen una ligera y aparente disminución en la audiencia de programas deportivos, sobre todo en las categorías de los que ven todos o casi todos los programas deportivos o bastantes de ellos. Sin embargo, entendemos que se trata de un efecto aparente, ya que en los últimos años se ha incrementado notablemente la oferta televisiva, no sólo por la aparición de nuevos canales españoles, como por la difusión de la televisión por cable o por satélite que ha hecho posible que en una buena parte de los hogares españoles, se pueda acceder a una elevada diversidad de programas televisivos tanto nacionales como autonómicos e internacionales. En consecuencia, al incrementarse la oferta de programas de televisión en gran parte de los hogares españoles, se ven en términos relativos menos programas deportivos, ya que la saturación que ha alcanzado la programación diaria de retransmisiones deportivas, hace que sea imposible prácticamente verlas todas o una buena parte de ellas. De ahí que en términos relativos los porcentajes referentes sobre todo a la categoría de los que sólo ven algunos programas, tienen un significado diferente en la encuesta de 2005 que en la de 1985, ya que en la actualidad la oferta de programas deportivos es mucho mayor, y el ver algunos programas puede significar en la práctica ver un número mayor de ellos en términos absolutos que los que se veían según los datos de 1985.
Se puede afirmar, también, que existe un perfil sociodemográfico bastante definido de la población que ve preferentemente programas deportivos. En efecto, si prestamos nuestra atención a los segmentos de población que ven todos o casi todos los programas deportivos que se emiten por televisión, se comprueba que la proporción de varones, el 13%, es más de cuatro veces superior a la correspondiente proporción de mujeres, tan sólo el 3%. Y en el extremo opuesto, si la atención la dirigimos al segmento de población que nunca ve tales programas, se comprueba que la proporción de mujeres que se encuentra en esta situación, el 38%, es más de cuatro veces superior a la correspondiente proporción de varones, el 9%. Sin embargo, no se observan diferencias significativas cuando se procede a la segmentación según la edad, ya que las proporciones de los que ven todos o casi todos los programas deportivos son muy similares en todos los segmentos de población. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando observamos lo que sucede con los que nunca ven programas deportivos, ya que tiende a incrementarse esta proporción según lo hace la edad, de tal manera que la proporción de los que nunca ven programas deportivos entre la población de mayor edad, duplica a la de la población más joven.

9.2.1. Lectura de periódicos y revistas deportivas
Por lo que se refiere a la exposición de la población española a la prensa deportiva, conviene situar su estudio en el marco más amplio de la lectura general de periódicos. Se suele afirmar que en España la gente lee poco en términos generales, y que dentro de los países europeos somos de los que menos consumo realizamos de periódicos. Sin embargo, conviene no olvidar que en los últimos años se ha incrementado la tirada de los principales periódicos españoles de alcance nacional y que también se ha incrementado su poder de influencia, ya que ante la competencia de otros medios audiovisuales, la prensa se ha hecho cada vez más política e interpretativa y se ha dirigido a una población crecientemente más educada (de Miguel, 1998: 628).
Además, la prensa deportiva goza de una excelente difusión entre los lectores españoles de periódicos, como lo pone de manifiesto el hecho de que desde hace más de dos décadas, cuatro periódicos deportivos (Marca, As, Sport y Mundo Deportivo) se encuentren entre los diez periódicos de mayor tirada y difusión en España. Uno de ellos, Marca, ocupa el segundo lugar en ambos tipos de difusión, según los datos que ofrece la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) correspondientes al último periodo controlado -julio 2004-junio2005- en el momento de realizar el presente trabajo.
La información que se recoge en la presente serie de encuestas sobre los hábitos deportivos de los españoles, ofrece datos complementarios a los que publica la OJD, ya que se refieren directamente a la lectura de prensa, de información general y deportiva. En la Tabla 80 se presentan las distribuciones correspondientes al grado de frecuencia de lectura de periódicos y prensa deportiva desde 1990, cuando comenzamos a incluir dicho indicador en la referida serie de encuestas.
Tabla 80. Grado de frecuencia de lectura de periódicos y de prensa deportiva, 2005-1990
Periódico Prensa deportiva
Frecuencia de lectura 2005 2000 1990 2005 2000 1990
Todos los días 34 35 36 11 12 11
Algún día a la semana, preferentemente los lunes 8 7 9 6 7 11
Un día cualquiera de la semana 16 14 13 8 7 7
Los domingos 9 12 5 4 5
Con menos frecuencia 10 10 8 12 13 11
Nunca o casi nunca 22 23 22 58 56 55

Los resultados obtenidos son de una gran consistencia y reflejan la estabilidad de la lectura de prensa en España en las dos últimas décadas, ya que las tres distribuciones porcentuales correspondientes a 1990, 2000 y 2005 (no hemos incluido la de 1995 para simplificar la lectura de la tabla, toda vez que se trata de una distribución similar al resto), están constituidas por datos numéricos de similar orden.
En términos generales se observa que la prensa de información general es leída en España entre dos y tres veces con mayor frecuencia que la prensa deportiva. Dado que el número de periódicos de información general y de ejemplares editados es muy superior al número de periódicos deportivos -la OJD sólo recoge información de seis de ellos mientras que de prensa general recoge más de cincuenta títulos-, quiere ello decir que la tasa de lectura de prensa deportiva con respecto al número de ejemplares editados diariamente (índice de rotación), es muy superior a la que tiene la lectura de prensa general. Aunque con los datos disponibles no es posible ofrecer una información precisa, estimamos que la referida tasa de lectura de prensa deportiva con respecto al número de ejemplares editados y difundidos, es como poco tres veces superior a la correspondiente tasa de lectura de prensa general con respecto al número de ejemplares editados y difundidos. Y es que en los lugares públicos en los que existe prensa diaria a disposición de los clientes y visitantes para su lectura, los ejemplares disponibles de prensa deportiva son leídos con una frecuencia que es al menos tres veces mayor que la de los ejemplares de prensa general.
Volviendo de nuevo al contenido de la Tabla 80, destaca el hecho de la fidelidad de la amplia minoría que lee prensa deportiva -11% todos los días y 31% una vez por semana o menos en 2005-, ya que se trata de una distribución muy parecida a la de 1990 y 2000. Tomados en su conjunto los anteriores resultados, se puede concluir que de forma aproximada uno de cada tres españoles lee con mayor o menor frecuencia prensa deportiva, mientras que son dos de cada tres los españoles que leen, con frecuencia variable, prensa de información general. Trasladando estos porcentajes a los números absolutos de población adulta -un poco menos de 34 millones en 2005-, nos podemos hacer una idea mejor, más allá de las distribuciones porcentuales, del inmenso mercado que movilizan tanto la prensa de información general como la prensa deportiva.
Además de la prensa deportiva también conviene tener en cuenta, y analizar, la lectura de revistas tanto de carácter ilustrado como deportivas, ya que también movilizan un mercado considerable. Los resultados que se presentan en la Tabla 81 revelan una pequeña disminución de ambos mercados, el de las revistas ilustradas y el de las revistas deportivas, a lo largo de la década considerada.

Tabla 81. Grado de frecuencia de lectura de revistas ilustradas y revistas deportivas, 2005-1990
Revistas ilustradas Revistas deportivas
Frecuencia de lectura 2005 2000 1990 2005 2000 1990
Semanalmente 14 16 18 5 5 8
Alguna vez al mes 20 18 20 8 10 10
Con menos frecuencia 16 13 13 12 11 11
Nunca o casi nunca 50 52 49 75 73 71

Los que leen semanalmente alguna revista ilustrada en 2005 son el 14%, cuatro unidades porcentuales menos que en 1990, y los que leen revistas deportivas el 5%, tres unidades porcentuales menos que en dicho año. Los que leen con menor frecuencia ambos tipos de revistas son el 36% y el 20%, respectivamente, con lo que se convierten en mayoría los que nunca o casi nunca leen revistas ilustradas, el 50%, o revistas deportivas, el 75%. De todos modos se trata de cifras de lectura considerables las que mueven tanto el mercado de revistas ilustradas como el de revistas deportivas, cuando se tiene en cuenta que se trata de porcentajes referidos, como hemos señalado anteriormente, a la población general de 15 a 74 años, con todo el impacto que ello tiene en la conformación de la opinión pública.

9.3. La asistencia a espectáculos deportivos
El deporte continúa conservando su tremenda capacidad de entretenimiento y de ilusión, que son las bases del éxito del espectáculo deportivo. En una sociedad de masas cada vez más urbanizada y sometida buena parte de su población a trabajos de carácter sedentario y rutinario, el deporte se ha convertido, como señalara hace algún tiempo el sociólogo inglés Erik Dunning, en una actividad que produce excitación en unas sociedades poco o nada excitantes ("Sport is a quest for excitement in unexciting societies") (Elias y Dunning, 1992). El gran espectáculo del deporte gira, como ya es sabido, alrededor de la amplificación de la ilusión básica del espectador, que no es otra que la de creer realmente que el resultado de un encuentro deportivo es algo importante (Koppet, 1981).
Todo el aparato publicitario que gira en torno al deporte tiene, pues, como objetivo principal, el de encontrar formas para crear y mantener dicha ilusión en un juego de polaridades en las que el deporte se mueve entre categorías y conceptos extremos, es decir, entre el ataque y la defensa, entre la violencia y el aburrimiento, entre la cooperación y la tensión, entre la agresión y el respeto, entre la elasticidad y la fijeza de las reglas, entre, en suma, el interés de los jugadores y el interés de los espectadores (Dunning, 1999).
Además, hay que señalar que una de las claves del éxito del deporte como entretenimiento de la sociedad de masas es que es relativamente barato. Según los cálculos de Koppet (op.cit.), de cada 100 dólares que gastan los norteamericanos en recreo y ocio, tan sólo 2,3 dólares se gastan en espectáculos deportivos. En España, la encuesta de presupuestos familiares no permite conocer con tanto detalle la cantidad precisa gastada por los hogares en espectáculos deportivos, aunque sí sabemos que no pasa del 7 por 1.000 del presupuesto familiar lo que gastan los hogares españoles en servicios de deporte y recreo, por lo que cabe estimar que no alcanza el 1 por 1.000 del presupuesto familiar el dinero gastado en espectáculos deportivos. Pues bien, con tan poco gasto, en España, al igual que ocurre en cualquier otro país de su entorno geográfico y social, se mantiene un espectáculo, el deportivo, que es uno de los grandes protagonistas de la vida social y cotidiana.
Con el fin de conocer la importancia de la asistencia a espectáculos deportivos en el contexto de los hábitos deportivos de la población española, hemos elaborado la Tabla 82 en la que se incluyen datos referentes a la asistencia a espectáculos deportivos desde 1980 a 2005.

Tabla 82. Grado de asistencia a espectáculos deportivos, 2005-1980
Asiste a espectáculos deportivos 2005 2000 1995 1990 1985 1980
Frecuentemente 8 8 9 8 9 9
De vez en cuando 15 17 17 19 20 19
Pocas veces 23 23 25 21 25 23
Nunca 54 52 49 51 45 48
-8.170 -4.625 -4.271 -4.625 -2.008 -4.493

En términos generales, no se ha producido apenas variación en los últimos veinticinco años en los porcentajes de población que asisten con diverso grado de frecuencia a espectáculos deportivos. El segmento de población que asiste con frecuencia, y que por lo tanto constituye el núcleo básico de las personas que regularmente siguen en directo los espectáculos deportivos, se sitúa prácticamente en las seis encuestas entre el 8 y el 9% de la población, en tanto que el segmento más numeroso de los que asisten de vez en cuando oscila entre el 15% y el 20%, habiendo alcanzado el valor más bajo, 15%, en la encuesta correspondiente a 2005.
El segmento de población que asiste pocas veces a espectáculos deportivos oscila alrededor de la cuarta parte de la población adulta, en tanto que los que nunca van a espectáculos deportivos representa un poco más de la mitad de la población. Hay que señalar de nuevo que estos datos porcentuales hacen referencia a números absolutos de población muy elevados, que se han ido incrementando con el paso del tiempo. Téngase en cuenta que la población comprendida entre los 15 y los 65 años representada en el censo de 1981 no alcanzaba los 24 millones, en tanto que según el censo de 2005 se aproxima a los 30 millones. Por ello, se puede afirmar que en las dos últimas décadas ha crecido el número de espectadores, ya que el 9% de los que asisten con frecuencia a espectáculos deportivos significa alrededor de 2.140.000 espectadores en 1980 y 2.700.000 en 2005.
Como cabe esperar por todo lo que venimos analizando sobre las características sociodemográficas del público que manifiesta un mayor interés por el deporte, los datos obtenidos en el presente estudio confirman una vez más el carácter preferentemente masculino de los espectadores deportivos, ya que el número de espectadores varones triplica prácticamente al de espectadoras mujeres. También es significativamente más alta la presencia en los recintos deportivos de personas jóvenes y de mediana edad que de edad avanzada, y con posiciones sociales altas o medias que con posiciones bajas.
Es relativamente frecuente que se señale la aparente disociación entre el espectáculo deportivo y la práctica de un deporte, aunque los datos de que disponemos no confirman esta apreciación, ya que tal como se pone de manifiesto con los datos contenidos en la Tabla 83, existe un mayor número de practicantes individuales de deporte entre los que asisten con frecuencia a espectáculos deportivos, en relación a los que lo hacen.

Tabla 83. Asistencia a espectáculos deportivos según la práctica de deporte, 2005-1995
Practica deporte
Sí No
Asistencia a espectáculos deportivos 2005 1995 2005 1995
Frecuentemente 13 14 5 6
De vez en cuando 21 26 12 12
Pocas veces 29 30 19 22
Nunca 37 30 63 61
-3.019 -1.666 -5.164 -2.605

En efecto, al segmentar la población según que practiquen o no deporte, aparecen dos pautas diferentes de relación con el espectáculo deportivo, de tal manera que entre los que practican deporte la proporción de los que asisten con frecuencia a espectáculos deportivos es más del doble, con respecto a la correspondiente frecuencia entre los que no practican deporte.
Y cosa parecida ocurre cuando prestamos atención a la categoría de los que asisten de vez en cuando a espectáculos deportivos, que con el 29% superan en más del doble a la respectiva proporción entre los que no practican deporte. Y, correspondientemente, al comparar los porcentajes de los que nunca asisten a espectáculos deportivos, la proporción de los que así lo hacen entre los que no practican deporte, el 63%, es casi el doble de la correspondiente proporción entre los que practican deporte, el 37%. Son resultados muy similares a los obtenidos en la encuesta de 1995, lo que pone de manifiesto la estabilidad de este rasgo de la estructura social del deporte en España.
Se puede concluir, pues, que se produce un refuerzo entre la asistencia a espectáculos deportivos y la práctica de un deporte, aunque evidentemente este refuerzo o relación positiva no significa ni mucho menos una relación de tipo causa efecto, ya que los factores que conducen a la práctica deportiva no dependen tan sólo del grado de influencia del deporte profesional y de alta competición, aunque evidentemente se encuentran íntimamente relacionados.
Cuando se habla de espectáculos deportivos en la sociedad española, al igual que ocurre en la mayor parte de las sociedades europeas de nuestro entorno, se está hablando preferentemente de la liga profesional de fútbol, ya que una buena parte del público que asiste con regularidad a espectáculos deportivos lo hace a competiciones futbolísticas. Los datos que se presentan en la tabla 84, que recogen las proporciones de población que han comprado al menos una entrada en taquilla para asistir a una competición deportiva, revelan que, en efecto, son mayoría los que han comprado una entrada para asistir a una competición futbolística.

Tabla 84. Población que ha comprado al menos una entrada en taquilla para asistir a una competición deportiva, 2005-1990
Tipo de competición deportiva 2005 2000 1995 1990
Fútbol 56 62 53 64
Baloncesto 19 28 21 28
Motociclismo 9 13 11 4
Ciclismo 7 9 9 3
Atletismo 7 13 8 5
Balonmano 6 12 6 6
Otros deportes 11 12 15 10
-3.758 -2.220 -2.180 -2.178

Si prestamos atención a los datos referentes a 2005, podemos constatar que un poco más de la mitad de los que han comprado una entrada en taquilla, el 56%, lo hizo con el fin de asistir a un partido de fútbol. Ya a cierta distancia se encuentra la población que ha asistido a competiciones de la liga de baloncesto, que representa el 19%, y todavía a mayor distancia la población aficionada a las competiciones de motociclismo, que representa el 9%. El resto de los deportes más populares para los que la población ha comprado al menos una entrada en taquilla son el ciclismo, el 7%, el atletismo, el 7% y el balonmano, el 6%. Para el resto de los deportes las proporciones de asistencia de los que pasan por taquilla son menores, ya que la suma de todos ellos no supera el 11%.
Si comparamos los datos de la encuesta de 2005 con los datos correspondientes a la de 1990, se observan algunas pautas de cambio que son dignas de mención. En concreto, se registra una disminución porcentual de la población que asiste a competiciones de fútbol y de baloncesto, y un incremento notable de la que asiste a competiciones de motociclismo y ciclismo, que son las que se han beneficiado mayormente en los últimos años de los cambios en las aficiones del público por lo que se refiere al espectáculo deportivo. En efecto, en tanto que en 1990 tan sólo el 4% de la población reconocía haber comprado una entrada en taquilla para asistir a una competición de motociclismo, el correspondiente porcentaje según los datos de la encuesta de 2005 ha ascendido al 9%, y cosa similar ocurre con el público aficionado a las carreras ciclistas, que ha pasado del 3 al 9% en quince años. También se ha producido un ligero incremento del público que asiste a competiciones de atletismo, del 5% al 7%, en tanto que la proporción de los asistentes a competiciones de balonmano se encuentra estabilizada en torno al 6%.
Los cambios que hemos podido registrar en cuanto a la práctica de deporte, que tal como se ha visto en el capítulo 4 han sido muy fuertes para el caso del ciclismo, encuentran en los datos que acabamos de analizar otra constatación de la creciente popularidad del ciclismo, que se ha beneficiado en la última década de varios factores tales como la influencia del campeón Indurain, el diseño de nuevas bicicletas que debido a los nuevos materiales y a las mejoras tecnológicas ha permitido ofrecer al público un producto muy atractivo y a precios asequibles, y la creciente urbanización y sedentarización de la población española. Todos estos factores están contribuyendo al fortalecimiento de la afición por el ciclismo y, consiguientemente, de los espectáculos tales como vueltas ciclistas y otras competiciones que cuentan siempre con numeroso público en España.
Otro dato que resulta de interés es el comprobar los hábitos deportivos de los distintos públicos que asisten a unas u otras competiciones deportivas. Los datos que hemos preparado en la distribución de frecuencias que se presentan a continuación, ponen de manifiesto que tiende a ser más frecuente que el aficionado a deportes que no sean el fútbol, sea él mismo practicante de ese deporte, lo que no ocurre en el caso del fútbol:
Practica deporte
Tipo de competición deportiva Sí No
Fútbol 56 56
Baloncesto 23 16
Motociclismo 12 7
Ciclismo 6 6
Atletismo 9 5
Balonmano 8 6

En efecto, cuando diferenciamos la población que asiste a espectáculos deportivos con regularidad y que compra entradas en taquilla según practique o no deporte, no se observan diferencias significativas cuando se trata de la asistencia a competiciones de fútbol y de ciclismo, ya que son prácticamente semejantes las proporciones de asistentes entre los que practican y no practican deporte. En cambio, las correspondientes proporciones de los que asisten al resto de las competiciones deportivas son siempre más elevadas entre los que practican deporte que entre los que no lo hacen. Así, por ejemplo, por lo que se refiere a los asistentes a competiciones de baloncesto, la proporción de los que practican también este deporte es del 23%, en tanto que entre los que no practican deporte alguno es tan sólo del 16%. Y diferencias semejantes se registran para el resto de los deportes. Estos datos ponen de manifiesto que cuando se relaciona el espectáculo deportivo y la práctica de deporte, se producen dos pautas de comportamiento diferentes según se trate de la asistencia a competiciones de fútbol y ciclismo o de la asistencia al resto de los deportes, de tal manera que es más probable que asistan a competiciones deportivas no futbolísticas y no ciclistas personas que practican ellas mismas deportes que en el caso de las competiciones de fútbol y ciclismo, en las que el factor de práctica deportiva no es un elemento diferenciador en el perfil de este tipo de público.
Aunque cabe suponer que los aficionados al deporte prefieren ver las competiciones deportivas en directo, el poder de la televisión se ha hecho tan grande que está produciendo cambios de interés en las pautas de ver espectáculos deportivos, pues tal como se registra en la tabla 85, tiende a crecer la proporción de la población que prefiere ver el deporte a través de televisión a costa de la disminución todavía ligera de los que prefieren ver en directo los espectáculos deportivos.

Tabla 85. Forma preferida de ver espectáculos deportivos, 2005-1990
Prefiere ver el deporte 2005 2000 1995 1990
En directo 53 53 58 61
En televisión 32 32 28 20
No contesta 15 15 14 19
-8.170 -4.625 -4.271 -4.625

Sigue siendo mayoritaria la población que prefiere ver las competiciones en directo, pues así lo manifiesta el 53% de los entrevistados en la encuesta de 2005, en tanto que es más reducida la población que prefiere ver el espectáculo deportivo en televisión, el 32%. Sin embargo, estas cifras representan un cambio con respecto a las registradas en 1990, ya que en aquella encuesta los respectivos porcentajes fueron 61% y 20%. Si esta pauta se confirmara en sucesivos estudios, sería una manifestación más de la tremenda transformación que experimenta continuamente el deporte, cada vez más adaptado a la televisión, ya que se procura que las reglas y tiempos que enmarcan la competición deportiva no entren en contradicción con las necesidades de publicidad y de satisfacción de los gustos de los espectadores. De esta forma, los espectáculos deportivos a través de la televisión van consiguiendo mayores adeptos, a costa de los que prefieren hacerlo en directo en los estadios y en los pabellones deportivos en general.

9.3.1. Accionistas y socios de clubes deportivos profesionales
Una dimensión interesante del deporte espectáculo es la que se refiere a la población que es accionista o socia de pago de algún club deportivo que tenga uno o más equipos compitiendo en ligas profesionales. La Ley del Deporte de 1990 introdujo, entre otras, la transformación de los equipos profesionales de fútbol y baloncesto en sociedades anónimas, y la consiguiente transformación de la antigua figura del socio en accionista de una sociedad anónima deportiva. Preguntando a la población si es accionista o socio de un club o sociedad de estas características, podemos obtener una información valiosa con la que poder evaluar hasta qué punto la anterior transformación introducida por la Ley del Deporte, ha podido influir en el nivel de asociacionismo a estos clubes o sociedades deportivas.
Los resultados que se presentan en la Tabla 86 permiten concluir que en los últimos quince años no parece haberse producido un cambio significativo en la cantidad de socios y accionistas vinculados a estas organizaciones deportivas.

Tabla 86. Distribución de la población según sean o no accionistas o socios (de pago) de algún club deportivo con equipos en ligas profesionales, 2005-1990
Es accionista o socio 2005 2000 1990
Sí 7 8 10
No 93 92 90
-8.170 -5.160 -4.271

El 7% de la población, esto es, un poco más de dos millones de personas comprendidas entre los 15 y los 74 años de edad, reconoce su condición de socio o accionista de un club deportivo, cifra que es muy similar al 10% de la encuesta de 1990, ya que al estar referido este último porcentaje a la población española comprendida entre los 16 y los 65 años de edad, equivale en números absolutos a los poco más de dos millones registrados en la encuesta de 2005. Por lo tanto, cabe concluir que se ha mantenido relativamente estable en los últimos años el número de socios y accionistas vinculados a clubes cuyos equipos participan en ligas profesionales.
También es de interés conocer las características sociodemográficas de las personas que son socios o accionistas de estos clubes. Los resultados obtenidos permiten ofrecer el siguiente perfil dominante: tienden a ser varones, de edades jóvenes e intermedias, con un nivel de estudios medio y alto, de posición social media y alta, y que practican deporte con mayor frecuencia que no lo hacen (ver gráfico 16).

Gráfico 16. Perfil modal de la población que es accionista o socio (de pago) de algún club deportivo con equipos en ligas profesionales, 2005



En efecto, el número de varones casi triplica al de mujeres que son socios o accionistas, y por segmentos de edad son un poco más numerosos los que tienen menos de 44 años, aunque hay que matizar que en el segmento de más edad, de 65 a 74 años, existe una buena representación de socios y accionistas, el 4%.
El nivel de estudios y la posición social discriminan positivamente la distribución porcentual de socios y accionistas, ya que son claramente más numerosos los que tienen niveles altos de ambas dimensiones que los que ocupan niveles bajos. Merece la pena resaltar que el 20% de los que tienen estudios superiores son socios o accionistas de clubes deportivos profesionales, cifra muy similar a las obtenidas en estudios anteriores (García Ferrando, 1997: 199).
En cuanto a la controversia de si los que asisten a espectáculos deportivos son o no ellos mismos practicantes de deporte, los resultados obtenidos confirman una vez más que los que hacen deporte duplican entre los que son accionistas y socios, el 12%, a los que no practican deporte alguno, sólo el 5%.

lunes, 23 de marzo de 2009